Por Alfredo Martínez de Aguilar
Es nuestra convicción que la mejor definición de la Política es “la eterna historia de las traiciones”, aprendida del politólogo español Josep María Reniu Vilamala, en la Maestría en Derecho y Política Electoral.
Asimismo, estamos convencidos que finalmente la política es una modalidad de guerra medio civilizada en la que, a querer o no, hay muertos y heridos metafóricamente y a veces, de manera lamentable hasta físicamente.
No obstante, esta cruda verdad sobre la real politik, con sensibilidad y visión de los diversos actores políticos es posible imbuirla de una alta carga de civilidad, a través del diálogo y la negociación bajo la premisa ganar-ganar.
Durante los capítulos más álgidos de la historia de México, el diálogo y la negociación han permitido el reencuentro de los actores políticos, cuyos ánimos se encontraban sumamente caldeados por las pugnas partidistas.
Así ocurrió durante una de las etapas más negras de la política mexicana, cuando Víctor Manuel Camacho Solís, el hermano que nunca tuvo Carlos Salinas de Gortari, estaba frontalmente enfrentado a Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Camacho Solís creía, equivocadamente, que al ser el ideólogo del “Grupo Compacto” formado por Emilio Lozoya Thalman; Raúl —hermano mayor de Carlos Salinas— y José Francisco Ruiz Massieu, el presidente Salinas de Gortari estaba convencido que el candidato del PRI a presidente de la República debía ser él.
Pero mayúscula sorpresa se llevó al ser destapado Colosio y, por tanto, ver frustradas sus aspiraciones de ser sucesor de Carlos Salinas de Gortari. Camacho Solís olvidó que en las monarquías no sólo republicanas de iure, sino también de facto, el monarca hereda a sus hijos, no a sus hermanos.
Y Camacho Solís era el hermano y Colosio Murrieta, el hijo político del entonces presidente de la República.
Camacho se negó a reconocerlo públicamente, y por primera vez en la historia política de México hizo público su descontento con la elección del candidato y por no haber sido él el designado. Dadas estas circunstancias, Camacho renunció al Departamento del Distrito Federal, pero Salinas lo nombró inmediatamente secretario de Relaciones Exteriores.
No obstante, ante el alzamiento en armas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas ocurrido el 1 de enero de 1994, Camacho fue nombrado por Salinas coordinador para el Diálogo y la Reconciliación en Chiapas.
Con este cargo llevó a cabo la negociación con los zapatistas y logró la firma de un tratado preliminar de cese al fuego que le dio gran prestigio. Este hecho, aunado a que no tenía cargo en el gabinete, lo cual lo habilitada legalmente como candidato, desató los rumores que sería postulado en vez de Colosio.
Como es lógico y natural, Víctor Manuel montó en santa cólera y emprendió una feroz campaña contra la campaña de Colosio Murrieta, cuya campaña no prendía ni crecía.
Sin embargo, él negó la posibilidad que fuera el sucesor de Colosio justo el día anterior al asesinato de Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de 1994 en Tijuana. Este hecho terminó por distanciarlo gravemente del PRI y de Salinas, debido a que muchos pretendieron señalarlo como culpable de alguna manera del asesinato del candidato.
El rompimiento se fue volviendo más serio, hasta que el 13 de octubre de 1995 Camacho renunció oficialmente al PRI.
Uno de los aspectos más importantes a destacar en estos aciagos días, fue la exitosa operación de cabildeo del oaxaqueño Luis Martínez Fernández del Campo, El Pelirrojo, sinodal en el jurado que examinó profesionalmente a Carlos Salinas de Gortari en la Facultad de Economía de la UNAM.
La amistad y confianza que gozaba por parte de los tres personajes políticos protagonistas de esta historia le permitió sentar a la mesa a Víctor Manuel Camacho Solís con el candidato del PRI a la Presidencia, Luis Donaldo Colosio Murrieta.
La invitación a cenar tuvo lugar en el hogar de El Pelirrojo, en Sierra Candela 69, en la colonia San Miguel Chapultepec. La cena duró dos horas y media, según revelara el propio Colosio. De ese tiempo, hora y media fue sobre Chiapas.
Fue un encuentro muy cordial. Político, pero cordial. No hubo agresiones y en algunos momentos hasta utilizamos términos amables. Éramos amigos pero no fue, tampoco, un lenguaje de amigos – confió Colosio cuando fue convencido de hablar del tema por Pepe Ureña, con el general Domiro García Reyes de testigo.
Para muchas personas cercanas a Colosio no había ninguna duda: fueron Manuel Camacho y Carlos Salinas, dos políticos muy perversos que eran amigos y después se pelearon, los culpables del clima político de gran irritación que creó las condiciones para el asesinato del sonorense.
Guardadas las debidas proporciones, el conflicto vivido entre Colosio y Camacho, se asemeja al que enfrentó a José Antonio Hernández Fraguas con Alejandro Ismael Murat Hinojosa al ser postulado éste último candidato del PRI a gobernador de Oaxaca.
Para fortuna del PRI, ambos políticos oaxaqueños actuaron con inteligencia, humildad, visión y sensibilidad, y el pasado 11 de marzo, después de varios intentos fallidos aceptaron reunirse a cenar en el hogar de Jorge Baigts y Lupita Prieto.
El Pacto de Civilidad que no lograron conseguir ni Alejandro Avilés Álvarez ni Germán Santibáñez Espinoza lo alcanzó para bien de Oaxaca Jorge Baigts, gracias a su bonhomía y su amistad con Alejando Murat y Toño Hernández Fraguas.
La reunión cordial y respetuosa, que duró alrededor de tres horas, tuvo lugar en Flamboyanes 107, en el Fraccionamiento Trinidad de las Huertas. Estuvieron presentes, además de los invitados, José Luis Calvo Ziga y el propio anfitrión.
Esa noche, se empezó a escribir un nuevo derrotero en la historia política de Oaxaca. Sensibilizado por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, Toño aceptó la propuesta de ser nuevamente presidente municipal de la capital oaxaqueña, con todo el apoyo del próximo gobernador.