Cervantes y Shakespeare más allá del cliché

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Por Excelsior

Tanto Miguel de Cervantes (1547-1616) como William Shakespeare (1564-1616) se han convertido en dos clichés, es decir, en estereotipos, en ideas o expresiones demasiado repetidas, coinciden Juan Domingo Argüelles e Ignacio Padilla.

El estudioso del fenómeno de la lectura y el especialista en la obra cervantina se refieren a que la mayoría de los lectores contemporáneos cree conocer la obra de ambos novelistas y dramaturgos con sólo haber leído uno de sus libros, haber visto las adaptaciones de sus textos o saber las anécdotas o frases que se han vuelto famosas.

Pero en realidad, afirman sobre el español y el inglés, cuyo 400 aniversario luctuoso se conmemora hoy, la mayor parte de su producción literaria es desconocida, no es apta para iniciar en la lectura a los niños y jóvenes y es urgente ir más allá de este chiché.

“Son autores inmortales, extraordinarios, pero para personas que ya dominan la lectura y conocen más de literatura”, asegura Argüelles (1958).

“Para decirlo pronto: Cervantes escribe no en español sino en otra lengua, me refiero a un castellano arcaico; así que su novela El Quijote no es para iniciar a los lectores. Habrá quien diga que lo leyó de niño y le gustó y se aficionó a la lectura gracias a él y vamos a creer que así fue. Pero, en general, para los adolescentes es complicado iniciarse en la lectura con esta obra”, agrega.

El poeta y ensayista admite que las Novelas ejemplares de quien es considerado la máxima figura de la literatura española, como La gitanilla, El coloquio de los perros o El licenciado Vidriera, son más cercanas para un ejercicio de inicio de lectura.

“Son narradores des-
tinados a una lectura más experimentada. Cuando la gente ya aprendió a leer, cuando ya tiene un concepto del gusto por la lectura llega a esos libros y descubre su maravilla desde el punto de vista de la temática, de la historia y de la sociedad”, añade.

Shakespeare, continúa Argüelles, tiene una ventaja. “Como es una obra traducida en un lenguaje más actual, aunque pudieran conservarse ciertas formas del inglés arcaico, lo que cuenta en él es la anécdota, casi se olvida uno de que se trata de dramas y comedias.

“Shakespeare tiene obras muy difíciles, muy complejas, pero la mayor parte lee Macbeth, Hamlet y Romeo y Julieta. Ésta es la más socorrida, porque es sencilla, fácil, habla del amor y ahora todos los adolescentes están enamorados”, señala.

El crítico literario aclara que no le preocupa que la obra de Cervantes y Shakespeare sea poco conocida. “Lo importante es que sus lectores se acerquen a ellos cuando lo decidan y los lean por placer, que disfruten su obra a cualquier edad”.

Por su parte, Padilla sostiene que Shakespeare, por sus acertadas adaptaciones al teatro, está más presente en la cultura occidental que Cervantes, que ha tenido escasa fortuna.

“La mayor parte de las piezas del inglés están a nuestro alcance en esencia como fueron escritas. No es el caso de Cervantes. El Quijote, en particular, es una obra que ha tenido adaptaciones escénicas sumamente desafortunadas y, sobre todo, una interpretación arbitraria, sin sentido del humor, tan importante para entender esta novela”, explica.

El doctor en Literatura Española por la Universidad de Salamanca indica que “son 400 años en los que las obras de William Shakespeare han tenido muy buena fortuna, en términos de su adaptación, lectura y magníficos intérpretes.

“El Quijote, en cambio, ha tenido escasa fortuna en sus adaptaciones, en sus lecturas, ha tenido pésimos intérpretes. Incluso, los grandes críticos y escritores que han interpretado a don Quijote no siempre han sido atinados”, dice.

El autor de una trilogía sobre Cervantes considera que, para lograr que El Quijote se lea, lo primero que se debe asumir es que no es un libro para niños. “No hay que imponerlo en ningún canon de enseñanza de primaria ni secundaria ni bachillerato, porque no es un título para jóvenes lectores, sino para leerse en la madurez”.

Ambos entrevistados están de acuerdo en que las Novelas ejemplares y su biografía son un mejor medio de acercamiento a Cervantes, e insisten en que lo peor que le puede pasar a la obra del español y del inglés es que sea convertida en lectura obligatoria.

“Yo siempre me he opuesto a que quieran meterle El Quijote a los niños y jóvenes a como dé lugar: en versiones abreviadas, ilustradas, con un lenguaje actualizado, en caló, con un idioma disparatado o policiaco. Hay que ir más allá de los clichés, leer sus obras de principio a fin, poco a poco, y disfrutarlas de verdad”, concluye Juan Domingo Argüelles.