Por Víctor Leonel Juan Martínez
Ha transcurrido más de un mes del inicio de las campañas políticas en la disputa por la gubernatura de Oaxaca. Hasta ahora, han destacado por su grisura, la estridencia mediática, la contaminación visual y los mítines desbordados de acarreados, movilizados con prácticas, cada vez más plurales, de compra y coacción del voto. Y, sin duda, la guerra sucia tiene un lugar preponderante.
Las propuestas y definición del proyecto político con el cual buscan gobernar, se dejan para otra ocasión.
En esta nebulosidad de palabras huecas, promesas demagógicas y lugares comunes, destacan dos posibilidades de conocer lo que los candidatos se empeñan en esconder. Uno, el debate al que por obligación legal deben participar, organizado por el órgano electoral. Sin embargo, como se vio el viernes 29 de abril, el acartonado formato y el limitado tiempo para siete candidatos, dificulta que aborden a profundidad los temas nodales de la agenda oaxaqueña.
La otra alternativa, deviene de la sociedad civil, medios de comunicación y la academia, y es implementada por la iniciativa Por el Derecho a Saber: una entrevista para televisión realizada por dos periodistas críticos. De la postura esgrimida en estos ejercicios, se observa que lo que callan, lo que dicen entrelíneas, lo que responden a medias, da una idea más clara de sus intereses y de su proyecto, que el discurso lleno de claroscuros que gustan decir.
De los candidatos convocados Por el Derecho a Saber, el primero, José Antonio Estefan Garfias, de la Coalición CREO, formada por PAN-PRD, eludió este ejercicio ciudadano. Preocupante que se resista a un ejercicio serio y profesional, ¿por qué el menosprecio a la ciudadanía crítica e informada? ¿Cómo evaluar su proyecto y propuestas de campaña si no permite su escrutinio? Una oportunidad perdida para él de defender su propuesta de gobierno, de la ciudadanía de conocerla y estar bien informada para decidir.
De los otros dos, es claro que Alejandro Murat, de la coalición PRI-PVEM-PANAL, carece de un diagnóstico claro de la entidad y su gobierno lo basaría en la implementación a tabula rasa del proyecto político-económico de corte neoliberal del presidente Enrique Peña Nieto; cuestión delicada si vemos las limitaciones y los yerros que se han cometido y que además no distingue las particularidades regionales que deben observarse y que son esenciales para gobernar una entidad con la complejidad, pluralidad y diversidad, como lo es Oaxaca. Además, de que los grandes proyectos de explotación de los recursos naturales (minería y energía eólica) enfrenta una creciente resistencia de pueblos y comunidades en cuyas tierras se encuentran. El establecimiento del Istmo de Tehuantepec como una de las zonas económicas especiales de la República, por ejemplo, ha tenido serios cuestionamientos, incluso desde la misma posición ideológica y de economía que la sustenta (Ver http://www.forbes.com.mx/elefantes-blancos-el-riesgo-de-las-zonas-economicas-especiales-mexicanas/).
Por su parte, Benjamín Robles Montoya, del PARTIDO DEL TRABAJO, con una visión más aterrizada y un mayor conocimiento de la problemática de la entidad, es claro que ha ganado el discurso opositor tanto al gobierno estatal como al federal y, por tanto a los partidos que postulan CREO y PRI. En un marco en que el presidente Peña Nieto y el gobernador Gabino Cué tienen el mayor índice de desaprobación de la historia (53 % en ambos casos. Ver http://www.parametria.com.mx/carta_parametrica.php?cp=4857) no es cosa menor convertirse en el adversario más visible de esos gobernantes. Sólo que el abanderado petista centra su campaña en la confrontación y descalificación de los gobiernos precedentes. Eso lo apuntala como con un proyecto contrario, pero deja ver muy poco de sus propuestas de cómo evitar los yerros de aquellos, cómo atender y resolver los problemas de Oaxaca. Como dar respuesta a la multiplicidad de demandas y rezagos presentes. No basta tener un diagnóstico puntual, se requieren propuestas claras y definiciones del proyecto de gobierno que realizaría en caso de ganar.
Faltan 30 días para las elecciones. Esperemos que la tónica de la campaña cambie de la demagogia al compromiso real. De lo contrario, el cambio democrático se quedará una vez más en un espejismo más. Lejos de convertirse en el gobernante que Oaxaca necesita, los candidatos se convertirán en esos personas que describe Aguilar Camín (Morir en el Golfo) como ” aquellos que queriendo ser los que gobiernan el río, no son sino lo que obstruye su cauce”.