A dolor suena el hambre

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Por Rodrigo Islas Brito

“¿A que suena el hambre?, a corrupción, a ausencia de autocrítica. Que hoy como nación nos aqueja a un nivel ilógico, impronunciable. Es un sonido moral que hoy nos duele. Que va más allá de un padecer físico, es un mal que se transfiere al conocimiento, a la fortaleza cultural de nuestro entorno”.

Ramón Jiménez Cuen se pregunta y se responde en intervalos que suenan a ganas de pronunciar las cosas por su verdadero nombre. Su más reciente instalación, El sonido del hambre, presentada en los patios del Museo de Filatelia de Oaxaca (MUFI) una pantalla digital cercada en el interior de un horno de lodo suena a metáfora sobre un país, donde la leña y el combustible son siempre los más pobres.

Aquellas y aquellos para los que la gubernamentalizada digitalización de la imagen tal vez no importe tanto ante el curioso hecho de que ni siquiera tienen luz eléctrica.

Rame subraya la importancia de haber contado para esta nueva entrega con las fotos de Matt Black, de los más activos protagonistas en la escena mundial de la fotografía documental, nominado a un premio Magnum.

Cuyas imágenes de gente extraviada en una desigualdad endémica, reproducidas en el interior del horno, dan cuenta de las fractales diferencias que determinan a los que arrojan la leña al fuego, y los que son la leña ardiendo en el fuego.

“Tuvo la oportunidad de exponer con Matt, cuando fuimos premiados por la fundación Alexia en la ONU. Él ha realizado un trabajo muy importante entre las fronteras de Oaxaca y Guerrero Desde la Mixteca baja, hasta los límites estatales como Ayutla o San Miguel Cuevas”.

Rame cuenta que Black vive en la California rural, donde ha documentado una línea toral entre los puntos más grandes de pobreza existentes en los Estados Unidos. ”Viendo sus fotos te das cuenta de que al final las similitudes con México no son tan diferentes”

Las 18 fotos de Black que Rame tomó prestadas para este sonido de muerte, forman parte de un ensayo documental en proceso llamado las Personas de las nubes.

“Esas fotos son historias que quedan completamente fuera del algoritmo tecnológico del avance de un mundo corporativizado”.

Ramón se pone menos lúgubre y apunta que el estado de Oaxaca es un gran escenario para generar patrones de sustentabilidad como las líneas celulares telefónicas comunitarias

Habla de que el maíz transgénico, más allá del tema del remplazo de la semilla responde a un modelo económico que no puede trasplantarse a un ambiente social e histórico que es completamente diferente.

“Pero la defensa tampoco es tan simple, en este modelo además de cuidar la semilla, hay que cuidar los procesos del entorno. La erosión, el cuidado del agua, cuestiones que tienen que ir de la mano para que realmente la semilla nativa se pueda garantizar”.

Del humo, el maíz, y sobre todos los comales, objeto que completa la propuesta perceptual y sonora del artista, Ramón apunta a que los comales fueron hechos con la ayuda de María Rojas, cuyo esposo Luis Blanco es nieto de Teodora Blanco, alfarera que gozó de fama en los setentas cuando la fundación Rockefeller pasó por su taller ubicado en Santa María Atzompa y terminaron haciendo su trabajo parte de su colección

“Se ha perdido el sentido utilitario de un comal. Hoy los comales ya casi no se usan porque cada vez se hacen menos tortillas a mano”.

“Sin embargo ahora son considerados como un objeto artístico o hasta decorativo que pueden llegar a adornar la sala de la recepción de un hotel”.

Finalmente están los 28 minutos de un audio ambiente que lo envuelve todo, insertado con un paisaje acústico producido por la grabación de cuarenta y ocho sonidos que se reinventaron a partir de la interacción del maíz con el comal.

Este, cuenta Rame, fue grabado y completado en el estudio de Thorvald Pasos, generándose patrones rítmicos con una ruta de caída de ritmos.

“Los sonidos siempre han estado ahí, los he estado grabando constantemente, archivarlos es una de mis manías”.

Ramón retoma en sendero de los peligros y anota a que “si el maíz tiene el riesgo de perderse con los nuevos modelos económicos y de producción, sus sonidos también se encuentran en peligro.

Habla entonces de los cambios de la percepción y refiere como en torno a las lenguas indígenas últimamente se han creado diccionarios con palabras y términos que antes no estaban

“Como calentamiento global o astronauta. La cosmovisión de los pueblos originarios está cambiando”.

Del maíz argumenta que este va más allá de la figura del grano. “Su discurso llega lo mismo para lugares como África, Omaha o Oaxaca. Traza una columna vertebral basada en una dialéctica indigenista”

El sonido del hambre forma parte de la exposición general sobre el Maíz presente en el MUFI, que cuenta con la colaboración pictórica de 22 diferentes artistas.

“Hoy vivimos en un sistema tan absurdo que una palabra como comunidad puede ser una marca registrada”

Al parecer ,Ramón Jiménez Cuen seguirá buscando sonidos y metáforas para enunciar las cosas.