Desierto de oropel

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Por Rodrigo Islas Brito

Desierto (México- Francia, 2015) es el thriller del mojado. Jonás Cuarón intenta perpetrar otra pieza de género como la que hurgó hace unos años con su padre en el espacio, e incluso la formula hasta le sale un poco mejor.

Gael García Bernal acumula su tercera colaboración con la dinastía Cuarón, interpretando a un ilegal deportado que intenta regresar a Oakland para volver a ver a su pequeño hijo. Es su convicción en una historia que se resiste a profundizar en nada que no sea el suspenso y el momento que antecede al balazo, lo que le da cierta cohesión a una cinta que solo quiere ser un cuento de terror en el desierto.

Cercano al primer Wes Craven de Las colinas tienen ojos (1977) Cuarón pone en acción a un villano potentemente interpretado por el efectivo Jeffrey Dean Morgan , quien sostienen al personaje en base a su carisma y presencia, pero no en base a algún arma narrativa que el guion de Jonás y Mateo García le haya podido proporcionar.

Su villano cazador de ilegales es de motivaciones planas como una tabla, donde el juego de un cierto remordimiento inherente que lo vuelve aún más despiadado del propio más reciente villanazo despiadado de The Walking Dead, le brinda aún más interés, que lo que su pesado perfil de minutemen fanático del odio le propone.

Con sus propuestas de trama y complejidad sacrificadas a cambio de un suspenso omnipresente, que ya había propuesto desde su guion para Gravedad, el hijo de Alfonso Cuarón logra extender los apenas noventa y cuatro minutos de duración de la cinta por un juego del gato y el ratón, en la cual la figura de un despiadado perro rastreador llega a ser más pesadillesca que un viejo tiburón cazando bañistas buenos para nada.

Su estética de rocas, polvo y más rocas, logra cierta cohesión con su historia de persecución sin fin, pero lo que el chavo Cuarón debería de tener en cuenta de ahora en adelante es que el cine es más que edición y efectismo.

También es una historia con personajes los suficientemente complejos y tridimensionales como para que el público pueda interesarse por ellos, cuestión que para el cineasta principiante parece ser una cuestión de la que hay que renegar todo el tiempo.

A este paso, con planes para convertir bajo su guía, a Gael García, en el nuevo Zorro cinematográfico, Jonás Cuarón va que vuela para dirigir la doceava o quinceava entrega de Rápido y Furioso.