Por Rodrigo Islas Brito
“Yo haría cualquier cosa por ti, lo que sea “, le dice a su novia de catorce años, el heredero padrote adolescente protagonista de Las Elegidas (México, 2015) segunda cinta de David Pablos, dolorosa radiografía de la naturalización del tráfico de almas y personas en un México devastado de normalidades hipócritas y endebles.
Pablos se ahorra la exposición gráfica de los detalles más sórdidos de una historia de secuestro y explotación sexual, tratando al sexo como un infierno sugerido pero nada metafórico.
Contrastando los espasmos sonoros de hombres que solo pueden fornicar si antes pagan, como un eco que se extiende sobre el cuerpo y alma de Sofía (soberbia debutante Nancy Talamantes), la chica protagonista cuyo novio la ama demasiado, pero no lo suficiente como para no secuestrarla, golpearla y mandarla a prostituirse a un prostíbulo.
Pablos, basado en una historia original del escritor Jorge Volpi, hace uso de todas las artimañas y recursos visuales posibles que permitan que no olvidemos que lo que estamos viendo no es un cuento de terror, sino una realidad que hoy sucede todos los días y en todas las horas posibles
Ya sea con un progresivo fuera de foco al rostro de una Sofía que se desdibuja a brochazos avanzados o con el alejamiento de una cámara que sirve como metáfora de la progresiva pérdida de cualquier atisbo de individualidad, Pablos plantea un historia que no por pausada deja de ser en extremo brutal.
Hombres de familia responsables pero despiadados, chicas secuestradas y sodomizadas en una feria, el comercio sexual y la ausencia de misericordia como un bien familiar, un pastel de cumpleaños como preámbulo a un abismo de impunidad, hijos que deben honrar a sus padres enamorando chicas para después borrarlas, el hermano protector que instruye a su joven carnal por el infame camino del padrote, colonias completas en las que el silencio es el único pasaporte para seguir viviendo, el uso de una Tijuana enmarcada en su frontera, en su mar, en su cielo y en ese averno que se esconde pero que uno sabe que está ahí, reacio y esperando a engullirlo todo.
Todos temas y situaciones difíciles a los que Pablos acomete con el pulso seguro de un cirujano que disecciona sin miedo y pudor todas las posibles causas de un cáncer.
Al igual que el Heli de Amat Escalante, sólo que sin ese ánimo de nota roja tarkovskiana que tanto definió a la polémica cinta del discípulo de Carlos Reygadas, Pablos dictamina en Las Elegidas a un México de un horror a estas alturas ya muy profundo e inevitablemente atroz.
Las elegidas suenan ya a responso de un país depredador ya de muchos soles, envuelto ya en una prologada metástasis de todos sus males, de todas sus mentiras, de todas sus víctimas.
La cinta de David Pablos es hoy ese cine necesario y urgente, ese cine que apuesta fuerte por hablar de la realidad cruel, feroz e inhumana que nos atañe a todos los todavía humanos en esta tierra.
Las elegidas es ese cine que nos coloca en el centro mismo de nuestro caer.