Análisis sobre esculturas de Andriacci en espacio público, reprueba a artista y a opositores

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Por Rodrigo Islas Brito

En tiempos en los que la omnipresencia de las esculturas de Fernando Andriacci en el espacio público de Oaxaca capital  se han vuelto un tender tropicy  “la botana preferida de pláticas en tabernas y librerías” de la ciudad, alguien se ha lanzado por fin a hacer un concienzudo análisis crítico de la situación.

“Esta no es una defensa del artista; pero tampoco del público que empeñoso lo critica”.

Advierte Edgar Hernández, licenciado en filosofía y  analítico permanente de cualquier tipo de veta discursiva, quien ha publicado en redes sociales un análisis titulado “El arte en tiempos de Andriacci: apuntes para una polémica”.

Que se ha compartido a un ritmo de vértigo y en el cual el teórico califica de entrada a todo el asunto como “un fenómeno cuya supuesta actualidad (que más bien indica un punto de vista ciego en nuestro panorama) se ha viralizado al grado de convertirse ya en un canon o lugar común de indignación estética”.

Hernández considera en su análisis de siete cuartillas, que se ha virilizado en  red social casi al ritmo en él se viralizaron las fotos del Cristo Rojo que el Andriacci colocó frente al templo de Santo Domingo, que las polémicas contra las esculturas del artista colocadas en parques, puentes a desnivel y aeropuerto de la ciudad a ritmo sostenido durante los últimos tres años, poseen “las características del reaccionarismo de moda”.

“Del hipsterismowanna be. Hacerse de buen gusto criticando lo que socialmente se tiene por mal gusto: no hay mecanismo más eficaz para parecer culto que añadirse al concepto hegemónico de la cultura. Pero esto sólo revela la barbarie de los que así operan”.

Considera Hernandez, asegurando también que por la otra parte el arte escultórico de Andriacci es equívoco en al menos tres sentidos en su papel en el espacio publico

Pues según el teórico, “no problematiza su propio medio, no ofrece un modelo reconciliado de experiencia y no dialoga críticamente con el espacio donde se coloca”.

“Las esculturas colocadas en lugares públicos de la Ciudad de Oaxaca ( Zócalo y Centro Histórico, crucero de Cinco Señores, Av. José Vasconcelos, Fuente de las 8 regiones, Congreso del estado…) tienen como principal objetivo la selfie. Si uno se para y se toma una foto con la escultura en turno entonces el encargo está cumplido”.

Hernández razona además que la apropiación que Fernando Andriacci espera por parte del público  de su obra es la misma que esperan las estrellas de televisión en sus  firmas de autógrafos.

Analiza que una escultura se debe fundamentalmente al espacio en el que se coloca, con la tarea de resignificar la historia local, la historia de un pueblo. Abriendo la oportunidad para que ese pueblo se refunde interior y exteriormente

“Las esculturas de Andriacci no dialogan con nada, lo mismo da si están al pie de una fuente, en una avenida, frente a un estacionamiento o como mojonera que divide dos municipio”.

Considera Hernández, matizando que las esculturas de Andriacci, de las que la última, el Cristo Rojo de Ipanema  fue retirada en menos de un día en la calle debido a un clamor popular que se llegó a tornar estrambótico,  se han reprobado a sí mismas por una circunstancia básica.

Refiriéndose a la certeza que ya se está turnando en popular en variados comentarios de redes sociales, aun sin pruebas físicas de por medio, de que la prominencia de las esculturas de Andriacci en el  espacio público solo se pueden entender por un contubernio artista-gobierno.

 “En el que el gobierno justifica dinero que debería usar en obra pública con un supuesto beneficio cultural (lo mismo que el reconocido escultor Sebastián y su monumental Hombre de Chimalhuacán), o que debería visibilizar a artistas “mejores” (¿quiénes? ¿cuáles? ¿dónde?).”

Hernández razona que si esta sabiduría popular llegara a ser cierta, entonces “¿por qué no repelamos con otros oficialismos, mecenazgos, auspicios?”.

“Sabemos que más de un artista en Oaxaca opera por sus vínculos con las autoridades del estado en diversos niveles y sentidos ¿por qué no nos indignamos cuando otra diarrea estética nos abofetea con un fajo de billetes? ¿Por qué éste no y aquel otro sí, ambos corruptos? ¿Se trata entonces de una cuestión de gusto?”.

El filósofo va más allá y apunta en su reflexión que tal vez, en realidad esta molestia popular se da porque los animales, Juárez y Cristo Buki que Andriacci ha diseminado por la ciudad , con la venia del actual gobierno municipal  hieren la susceptibilidad del ciudadano por comprobar de primera mano lo cerca que están del cuestionado artista.

“Lo parecidos que son a él, porque harían el mismo negocio que él si pudieran, porque su imaginación tampoco les da para más en caso de encargarles una escultura, porque persiguen los mismos fines –espirituales- cuando se refieren al arte, o al menos comparten sus hegemónicos ideales, provenientes de la más secularizada ideología estética”.

En un triple mortal al frente, el teórico asentado en la ciudad de Oaxaca “que tal vez lo que el público reprueba no sea el arte o el gobierno, sino reconocerse en ellos, saberse como ellos, porque, como diría la psicología clásica -lo más aberrante es siempre lo más familiar-.

“La moral actual, lamentablemente lo mismo que la sociedad, está enferma de nihilismo y falta de espíritu trágico: la alegre posmodernidad en la que todo vale le quita al arte sus dientes y sus colmillos y se los cambia por un chupón luminoso”.

Refiere el filósofo, ante cuyo escrito ya ha habido reacciones en red social como decir “que es un muy certero análisis sobre la hipocresía de los que imponen y los que protestan”, o que“lo que falta es que AvelinaLesper venga a escribir su kilométrico punto de vista sobre el tema” o que “mejor ese tipo de protesta hubiera movido a la gente para que el PRI no regresara a la gubernatura”.

Por lo pronto, indignación o no, esnobismo u cualquier otra cosa, una foto sobre un caballo o camello de latón del artista ubicado en el parque el Llano, se ha empezado también a tornarse viral en las redes sociales.

La imagen de un perro enorme, agüecando la  pata  y orinándose de plano sobre una de las esculturas del cotizado artista.