Don Daniel Hernández Cruz cumplió 86 años de vida. Un oaxaqueño digno, valiente y honesto. Nació el 15 de junio de 1930 en El Parián, San Jerónimo Sosola, Etla. Celebrarlo es ocasión propicia para compartir algunas reflexiones sobre las lecciones de vida a su familia y amigos.
Y lo es más en momentos de grave crisis social en los que por falta de dignidad y valentía permitimos que intereses mezquinos nos dividen y enfrentan, y sigan destruyendo Oaxaca. El Padre Apolinar Robles ofreció una Misa de Acción de Gracias en la Capilla de Belem.
Con toda su inteligencia y sabiduría mixteca, no lo pudo haber hecho sin el amor y educación en el trabajo de sus padres, Emigdio Hernández Guzmán y Julia Cruz Rivera, especialmente de su madre, que también fue padre, porque quedó huérfano a la edad de ocho años.
Durante la comida ofrecida por su hija en el Restaurante El Regio rendí homenaje a la memoria de don Emigdio y Doña Julia, pero también a la memoria de sus ocho hermanos, Catarino, Agustín, Pepe, Antonio, David, Rafael, Emigdio y Daniel.
En 1948, a los 18 años, la Secretaría de Comunicaciones le nombra Jefe de la Oficina de Telégrafos en La Natividad, Ixtlán. Tomó posesión el 5 de febrero. Ahí ganó su primer sueldo, inició en política y conoció a su esposa, doña Ofelia Hernández Ruiz, gracias a quien tiene lo que tiene y con quien procreó a sus hijas, Leticia Guadalupe, Marisela Silvia y Norma Gabriela.
Sin ser originario de La Natividad, por su espíritu de servicio, Don Daniel fue invitado por sus habitantes a ocupar el honroso cargo de Presidente Municipal en 1988-1989.
Dio sus primeros pasos en política en la campaña a senador por Ixtlán, Villa Alta y Talea de Castro del Lic. Alfonso Pérez Gasga, quien después fue gobernador de Oaxaca, y del General Rafael Eustaquio Melgar, cuyo suplente era Darío Vasconcelos.
La petición de conseguir mulas y guías la hizo el suplente de Pérez Gasga, el Lic. Ernesto Meixueiro Hernández, hermano del oaxaqueño Jorge Meixueiro, quien en un gesto supremo de dignidad, se suicidó de un balazo en la tribuna de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión al robarle el triunfo.
Con estos distinguidos políticos oaxaqueños, Don Daniel aprendió una lección de vida, que hoy hereda a sus hijos y amigos: la importancia de hacer amigos con lealtad.
Tuvo oportunidad de trabajar en Petróleos Mexicanos, pero no quiso quedarse en la Ciudad de México, pero el director general Antonio J. Bermúdez, no quiso deberle un favor al líder nacional del sindicato, Joaquín Hernández Galicia, La Quina, solicitando una plaza en provincia para don Daniel.
Después de laborar dos años en La Natividad, se fue al Ingenio San Cristóbal, el más grande del mundo entonces, en Carlos A. Carrillo, Veracruz, donde su hermano era Jefe del Departamento de Mecánica y Don Daniel fue nombrado Jefe del Departamento de Cristalizadoras.
A los seis meses su jefe, el Superintendente General, Ing. Carlos Rojas, le llevó con el dueño Don Roberto García Mora y éste le nombró Jefe del Departamento de Centrífugas, pero los 250 trabajadores por tuno le rechazaron por ser oaxaqueño.
Entró contra la voluntad de los trabajadores, pero educado en el trabajo evitó la pérdida de mil pesos por minuto y aumentó la producción y se ganó el respeto de los trabajadores.
A los seis meses, de vuelta en Natividad, después de dos años de trabajo, el Gerente General del ingenio, José Othón Posada, le envió un telegrama para que pasara a cobrar 30 mil pesos por la última zafra, que no quería aceptar porque ya no trabajó, pero era un reconocimiento a que no falto a trabajar un solo día durante ocho años.
Ya casado volvió a la ciudad de Oaxaca, después de gastar todo su dinero en la enfermedad de su hija Lupita, quien estuvo internada en el Hospital Infantil de México.
Con el apoyo de su esposa abrió una caseta en el Mercado Miguel Hidalgo de la Colonia Reforma y el primer día vendió 7.50 pesos, al día siguiente 12 y después, fue un emporio.
Con humildad siempre ha reconocido la visión empresarial de su esposa, Doña Ofelia, quien a sugerencia de su hermano Benjamín Hernández Ruiz, crear el Restaurante El Regio de Oaxaca, que cumple 38 años, aprovechando que en Oaxaca no se conocía ni se consumía la arrachera.
Al lado de los habitantes de la Sierra Norte tuvo la oportunidad de participar a los 19 años en el derrocamiento del General Manuel Mayoral Heredia, compadre del presidente Miguel Alemán, para derrocarlo.
La Secretaría de Gobernación informó que llegaría a Ixtlán el General Donato Bravo Izquierdo y en representación de la Suprema Corte de Justicia, el Lic. Genaro V. Vásquez, quien siendo diputado local dio golpe de Estado al gobernador, General Onofre Jiménez, oriundo de Ixtlán.
Ernesto Meixueiro y Mario Jiménez, hijo del gobernador Onofre Jiménez, rechazaron a Genaro V. Vásquez. También participó, posteriormente, en la caída de los gobernadores Edmundo Sánchez Cano y Manuel Zárate Aquino.
Accidentalmente, fue Regidor de Colonias durante la Presidencia Municipal del Dr. Jorge Pérez Guerrero como atención del delegado nacional del PRI, José Patrocinio González Blanco Garrido, con quien se lió a golpes en las oficinas del viejo PRI, en León 2 Altos, al ser agredido por éste, por no estar de acuerdo con lo que decía el chiapaneco.
El Che dijo a todos los presentes: “Compañeros de Partido, ojalá que en todos los estados de la República hubiera un Daniel Hernández Cruz, que no es agachón y defiende sus opiniones”.
Don Daniel agradece a la vida las enseñanzas de Los Cuatro Alegres Compadres, Carlos Lira Rodríguez, Raúl Bolaños Cacho Güendulain, Alberto Canseco Ruiz y Jorge Pérez Guerrero, cuyas pláticas eran verdaderas cátedras
Recuerda con gratitud una anécdota del Lic. Bolaños Cacho, quien le dijo: “Danielito le veo madera de dirigente, pero para que lo sea le voy a dar un consejo, aprenda a escuchar, porque cuando el otro le ataque, con sus propias palabras le va a ganar”.
Eso le sirvió mucho como secretario general de la Federación de Mercados, presidente de la Cámara de Comercio en Pequeño, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (CANIRAC ) y del Consejo de Turismo del Estado. “En una noche de bohemia con ellos, afirma, aprendía más que en un año en la universidad”.
Don Daniel es quizás el único oaxaqueño que se ha negado ser diputado local, cuando se lo propuso por Ixtlán el gobernador Fernando Gómez Sandoval y al reírse éste preguntó por qué lo hacía y le pidió una razón para no aceptar: “En el momento que sea diputado voy a ser un empleado más tuyo y si quieres me recibes o no, en cambio, como dirigente de mercados y del comercio en pequeño, me recibes a la hora que sea, porque nosotros tiramos gobernadores”.
En ese entonces, efectivamente, estudiantes universitarios, Federación de Mercados y Cámara de Comercio en Pequeño, tiraban gobernadores.
Don Pedro Vásquez Colmenares también le propuso, a través del dirigente de la CNOP, Delfino Cruz Aquino, ser diputado local por Ixtlán y, tampoco aceptó, y cedió el espacio a Israel Martínez, pero lo mandaron como candidato por Putla y en el primer viaje ya como diputado se accidentó y quedó en estado vegetativo.
Se siente profundamente orgulloso de contar con un sólido patrimonio, gracias al trabajo de su esposa y suyo.
Para don Daniel, lo primero es ser honesto. “Entre más te dé Dios, pídele más humildad”. Para Don Daniel la amistad es sagrada y no tiene precio ni interés. Es políticamente priista de convicción, no de conveniencia.
Mostró al gobernador José Murat el valor de la amistad al preguntarle éste qué quería o en qué podía ayudarle y le dijo que no confundiera la amistad con el interés. “Daniel es tu amigo y no necesita nada”.
En 1968, convocó al último cierre del comercio en general en protesta por las arbitrariedades de los inspectores fiscales, lo que informó previamente a las diversas secretarías del Gobierno de la República.
Aunque el presidente de la CANACO, Gilberto Trujillo Garduño, se negó apoyar el paro todos los socios sí lo hicieron, por lo que la CANACOPE rechazó su mediación con el Subsecretario de Ingresos, Gustavo Petriccioli Iturbide, quien intervino para solucionar los ocho puntos del Pliego Petitorio.
Después, lo mandaron llamar a la Secretaría de Gobernación y tras leer su expediente de vida personal y familiar, preguntaron quién le sugirió que en cada esquina se pusiera un puesto de pan, tortillas y leche, gracias a lo cual no fue detenido y enviado al Campo Militar Número 1.
Posteriormente, por más de 18 años estuvo interceptado su teléfono, y cada que iniciaba un movimiento social en Oaxaca llegaban policías judiciales federales para llevarlo a la Delegación de la PGR y preguntar si tenía metidas las manos en esos movimientos.
Con estas lecciones de dignidad, la mayor satisfacción de Don Daniel es que, después de muerto, cuando se encuentren dos o más personas platicando en la calle y vean venir a su hija Silvia Marisela, digan con afecto. “Mira, ahí viene la hija de Daniel, un gran amigo” y nadie se atreverá acusarle de ratero, porque nunca robó un peso a nadie. ¡Felicidades Don Daniel!