Rodrigo Islas Brito.
Ayer en Oaxaca dos amigos platicaban en un café, uno de ellos se retiró al fondo del lugar para responder su teléfono celular, regresó agitado.
“Era mi esposa, dice que hay balazos en el zócalo”. Los dos amigos se salieron del lugar y se asomaron, estaban a dos cuadras del zócalo y su plantón, no vieron ni escucharon nada, regresaron, siguieron platicando y volvieron a tomar café.
Esta es ya una tarde normal en Oaxaca Capital, con el whatsapp convertido en un caldo de paranoia y rumores.
Desde hace casi un mes que empezó el conflicto gobierno federal- magisterio- sociedad civil, los rumores han sido una constante de sobresalto e incertidumbre dentro de la misma población.
Bloqueos que en realidad no son, barricadas inexistentes, balaceras que solo viven en la cabeza de entes o individuos que quieren generar terror.
Mayor ejemplo de ello lo sucedido el pasado domingo negro en los sucesos violentos acontecidos en Nochixtlán y Hacienda Blanca que dejaran hasta ahora un saldo de nueve muertos, cuando diversos comentarios en Facebook y Twiter hablaban de un desalojo policiaco final de un plantón del zócalo que en la realidad nunca llegó.
En el colmo de la impostura llegaron incluso a circular en redes sociales imágenes de supuestas tiendas de campaña del plantón magisterial incendiadas por comerciantes que también forman parte de él, cuando en la realidad los comerciantes en esos momentos se retiraban pacíficamente con sus mercancías retirándolas en un diablito.
Esta ola de rumores, que parece acentuarse en casos de conflicto extremo como el que actualmente ocupa al estado de Oaxaca, ha significado también un desafío para las redacciones de periódicos y sitios web de noticias además de las mismas organizaciones sociales, pues el cumulo de información álgida ha tenido que ser escudriñada, seleccionada y tratada siempre desde un principio con la óptica de la incredulidad.
Con resultados no siempre alentadores, como la nota de un desalojo violento y tiros sucedida en el plantón del zócalo, que publicó un portal con presencia a nivel nacional, y que en términos reales nunca sucedió.
Aunque con las redes sociales dictando los actuales sistemas de comunicación, el rumor en Oaxaca ha tenido las suficientes oportunidades para generar tensión e incertidumbre.
Como lo dice la señora de una recaudería que afirma que gracias a las versiones de desabasto de alimentos en la ciudad, sus aguacates y tomates terminaron por mayugarse y echarse a perder, pues los posibles compradores tal vez pensando que no existían, nunca fueron por ellos.
“La situación es ya suficientemente difícil como para que nos estén diciendo que hay balazos en el zócalo cada quince minutos” dice uno de los tipos que bebían café del ejemplo del principio.
Situación que usuarios de las redes sociales identifican ya con nombres como “Terrorismo de baja intensidad” o “propaganda negra”.
Por lo pronto uno de los tipos bebedores de café recibirá de su esposa una hora más tarde la explicación de que toda la psicosis se debió al “implacable terrorismo de las redes sociales“
“Checa tus fuentes”, le responderá él.