Proceso.
Tras el desalojo violento de la Policía Federal contra los maestros disidentes, que el domingo 19 dejó al menos nueve muertos y decenas de heridos, en el pueblo de Nochixtlán, Oaxaca, sólo hay desolación y abandono:
Los habitantes ignoran dónde está el presidente municipal saliente, el priista Daniel Alberto Cuevas Chávez; el edificio del ayuntamiento quedó hecho cenizas y el servicio público se encuentra paralizado.
Tampoco hay agua potable ni personal de limpia y temen que en cualquier momento se queden sin energía eléctrica. Pero lo que más los inquieta es que comience el desabasto de alimentos y que surja la rapiña.
En algunas casas, dicen pobladores entrevistados por apro, aún hay gente herida en el anonimato o en hospitales de otros municipios y estados; no quieren salir por temor a que la policía los detenga y los lleve presos.
Peor aún, no hay medicamentos para atender a los heridos que aquella mañana fueron concentrados en la parroquia de Santa María de Asunción, debido a que la Policía Federal impidió que los llevaran al hospital del municipio… Ahí sólo atendían a los uniformados lesionados.
El panorama desolador que describen los habitantes –mismo que narran entre coraje y tristeza– incluye la incertidumbre por el futuro que tendrán los niños que quedaron huérfanos porque sus padres –sin ser maestros, pero sí defensores del pueblo– cayeron muertos por las balas de los policías.
“No eran de goma, las balas eran de verdad, tenemos muchos casquillos que lo comprueban”, dicen, mientras una de las doctoras que atendió a los heridos en la iglesia muestra en una bolsa sellada un trozo de ojiva que, asegura, retiró de la cabeza de uno de los heridos.
De acuerdo con la narración de los pobladores, desde el lunes pasado en las calles de Nochixtlán hay comercios que no han abierto por miedo. Mucha gente no quieren salir a la calle por temor a que los federales regresen a provocar más violencia.
Cuentan que en las calles no hay ni una sola patrulla ni vehículos oficiales porque sus tripulantes temen ser linchados por la gente que quiere desquitar su rabia, su herida.
Incluso, entre ellos existe el temor de que la muerte de las nueve personas que ellos reconocen, quede en completa impunidad. “No queremos que nos pase como con el caso Ayotzinapa. Queremos que el gobierno haga justicia por nuestros muertos”, insisten.
Del presidente municipal Daniel Alberto Cuevas Chávez, su hermano el diputado local electo Herminio Cuevas y de las familias de ambos, nadie sabe nada. Nadie los ha visto en el pueblo. “Dicen que el mismo domingo se fueron de ahí”, comentan.
Lo que sí aseguran es que “al parecer (Daniel y Herminio) ya sabían del operativo de la Policía Federal para desalojar a los maestros de la CNTE, pero nunca previnieron a la gente, a esa que les dio el voto para que fueran sus representantes en el gobierno.
“Dicen que los federales llegaron y se alojaron en su rancho en Yodonhuio, que ahí armaron la estrategia de ataque y hasta bajaron los helicópteros que luego lanzaron los gases lacrimógenos.
“Y aunque el párroco de la iglesia voceó al presidente municipal para que ayudara a parar la violencia y atender a los heridos, nunca hubo respuesta, ni siquiera prestaron las dos ambulancias del pueblo, la vieja y la nueva, que están bajo su resguardo”, agregan.
De plano, los habitantes denuncian: “Desde el domingo en la mañana nadie sabe nada del presidente municipal ni de su hermano. No hay autoridad en Nochixtlán”.