Por Proceso
A casi dos años de los ataques a normalistas de Ayotzinapa, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) concluyó que perros y roedores fueron los responsables del desprendimiento del rostro de Julio César Mondragón Fontes, normalista asesinado la madrugada del 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.
En conferencia de prensa, José Larrieta Carrasco, responsable de la Oficina Especial para el Caso Iguala, descartó que Mondragón Fontes haya sido de desollado vivo por quienes lo ultimaron, como llegó a asegurar la Procuraduría General de la República (PGR), y aseguró que la causa de su muerte fue la multiplicidad de golpes recibidos que le causaron 64 fracturas en 40 huesos de cráneo, cara, tórax y columna vertebral.
Apoyado en gráficas y en un video, el funcionario de la CNDH recomendó a la PGR atraer tres causas penales que se encuentran en instrucción en tribunales de Guerrero, contra 28 policías municipales de Iguala y el exalcalde, José Luis Abarca Velázquez, por los seis homicidios ocurridos la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, entre ellos el de Mondragón Fontes, y agregar a la indagatoria el delito de tortura.
Además, el responsable de la investigación del caso Iguala, recomendó ampliar la investigación por la muerte de Julio César hacia 11 personas más, diez de ellos integrantes del grupo criminal Guerreros Unidos y uno exfuncionario de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil de Iguala, cinco de ellos ya detenidos, entre ellos el presunto líder del grupo Víctor Hugo Benítez Palacios, “el Tilo”.
En una amplia exposición, Larrieta explicó que el dictamen de la CNDH estuvo apoyado en dictámenes forenses y criminalísticos propios, así como en análisis de resultados de los dictámenes integrados en el expediente de la Procuraduría General de Justicia de Guerrero, estudios forenses de la PGR, así como de la segunda necropsia a que fue sometida el cuerpo de Julio César, tras ser exhumado en noviembre del año pasado.
Los investigadores de la CNDH, también recurrieron a testimonios de excompañeros de Mondragón Fontes que lo vieron por última vez en los primeros minutos del 27 de septiembre, así como a las declaraciones de dos integrantes de Guerreros Unidos que se encuentran procesados por los ataques a los normalistas.
El funcionario contó que la CNDH llegó a las anteriores conclusiones desde el 8 febrero de este año, pero que los familiares de Mondragón Fontes y sus representantes, pidieron al organismo realizar reuniones con peritos de la PGR y del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para hacer un análisis detallado de las mismas.
Así, la conclusión sobre la causa de la muerte del normalista fue “un traumatismo craneoencefálico producido por objeto de tipo contundente, bordes romos con extremo angula”, y “la pérdida de tejido de la cara y cuello fue producto de la intrusión de fauna depredadora del lugar, facilitada por la previa destrucción del rostro, consecuente a los múltiples traumatismos (entre ellos, la fractura de13 de los 14 huesos de la cara sufridos en esa región de la cabeza y la presencia de líquido hemático”.
Al señalar que la hora de la muerte del joven originario de la Ciudad de México, ocurrió entre las 0:45 y las 02:45 horas del 27 de septiembre, y que de acuerdo con los reportes en el expediente quienes lo vieron por primera vez fueron integrantes del 27 Batallón de Infantería, a las 9:15 horas, Larrieta aseguró que por las condiciones del lugar en que fue encontrado el cuerpo, denominado Camino del Andariego, próximo al río Naranjo, que recibe aguas residuales, maleza y depósitos de basura, “la acción depredadora ocurrió durante las horas en que el cadáver de Julio César Mondragón estuvo expuesto, desde el fallecimiento de la víctima hasta el hallazgo de su cadáver”.
Según el peritaje forense y criminalístico de la CNDH, “la acción de los depredadores se demuestra con las pequeñas lesiones superficiales (desprendimientos parciales de epidermis), producidas en una etapa post mortem, que se observan circundantes a las citadas regiones y que corresponden al apoyo de las patas de la fauna depredadora al momento de incidir sobre el tejido blando del cuello, concretamente, de roedores”, además de que en el hueso frontal del cráneo y en el inferior de la estructura de la mandíbula, se observaron “surcos, rayados y ‘arañazos”, que corresponderían a la acción de roedores.
Apuntó que en la revisión de la zona del hallazgo, “entorno al cadáver, impresiones o huellas que corresponden a almohadillas o cojinetes de patas de perro, lo que corrobora la presencia de fauna depredadora del lugar”.
Tortura previa, con “saña”
Tras referir que las discordancias entre los dictámenes forenses de la PGR y el EAAF “son mínimos” –mientras para la dependencia federal el desprendimiento del rostro del cráneo de Julio César fue una acción humana y para el EAAF mixta, humanos y depredadores– Larrieta hizo énfasis a la saña con que el normalista fue torturado antes de morir.
“A Julio César le fueron provocadas fracturas en los ocho huesos del cráneo y en 13 de los 14 huesos que conforman el esqueleto de la cara, la más severa producid en el macizo facial”, en tanto que su cuerpo “presentó múltiples fracturas en 19 huesos del tórax y columnas, 10 de ellas en arcos costales, (7 del lado izquierdo y tres del lado derecho)”, en total le fueron ocasionadas 64 fracturas en 40 huesos de su estructura ósea, señaló Larrieta.
La investigación de la CNDH, apuntó, determinó que la serie de heridas y fracturas fueron producto de la “utilización de objetos contundentes –patadas, puñetazos, tabla o culata o cualquier otro que haya sido de naturaleza homóloga–, además, se establece que las lesiones se produjeron al encontrarse la víctima en estado indefenso y en sujeción por algunos de sus agresores”.
Al señalar que no se puede descartar que Julio César haya sido golpeado previamente en un sitio distinto al que fue encontrado, resaltó que por “la posición en que se encontraban las ropas que vestía Julio César y la disposición de las lesiones en todo su cuerpo, criminalísticamente se establece que realizó maniobras de defensa, lucha y forcejeo contra sus victimarios, durante la sujeción, sometimiento y agresión”.
Recomendaciones
Ante las conclusiones encontradas, la CNDH emitió ocho propuestas, cuatro de ellas dirigidas a la PGR, una a la ahora Fiscalía General del estado de Guerrero y ocho a las Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV).
A la PGR se le conminó a investigar a once integrantes de Guerreros Unidos “como partícipes en la tortura y homicidio de Julio César Mondragón Fontes”, ejercer acción penal de ser el caso, y “consignar en razón de su complicidad por el delito de tortura a quienes están siendo procesados por el homicidio” del estudiante, es decir a los 28 agentes de la policía de Iguala y el expresidente municipal, e interrogar al respecto al detenido Benítez Palacios, y consignarlo de tener responsabilidad en el caso.
También se sugiere a la dependencia ampliar las declaraciones de los funcionarios que recibieron las llamadas de alerta sobre el hallazgo del cuerpo de Mondragón Fontes; recuperar el material videográfico del celular de la víctima, quien habría grabado las agresiones a los normalistas, para integrarlo a la averiguación previa, así como atraer las tres causas penales que se desarrollan en tribunales estatales, e integrar el dictamen de la CNDH.
A la Fiscalía de Guerrero se le recomienda recuperar las prendas que vestía Julio César cuando fue encontrado ya que “no existe constancia de que hubiera sido asegurada y preservada”, en tanto que a la CEAV, le pide garantizar que en el proceso de reparación del daño, realice un estudio de impacto psicosocial a la familia de la víctima, y garantice la atención a todos sus familiares.