Rodrigo Islas Brito/RIOaxaca.
Oaxaca de Juárez. El uruguayo Fede Álvarez demuestra con No respires (EUA ,2016) que los mil veces repetidos juegos del gato y el ratón, siguen funcionando solo si los sabes contar bien.
En su segunda cita de terror hollywoodense, el realizador de 38 años, autor de aquel cortometraje que describía una invasión alienígena a su natal Montevideo, volviéndose viral en el lejano 2009, Ataque de pánico, demuestra nuevamente su capacidad para desdoblar géneros cinematográficos hasta brutalidades insospechadas.
No respires cuenta la historia de un trio de ladrones (Jane Levy, Dylan Minette y Daniel Zovatto) que en su búsqueda por emigrar de ese ataúd de ladrillos llamado Detroit, buscan dar el golpe que los ponga en ruta a la soleada California, atracando la casa de un tipo ciego veterano de guerra (Stephen Lang) que muy lejos está de ser la victima propicia de los costos de sus sueños de opio.
Autor también de un más que imaginativo remake del clásico de SamRaimi, El despertar del diablo (1981) acaecido en el 2013, Álvarez potencia lo que podría ser una cinta de terror formulaica con una puesta en escenapoblada por caracteres que tratan como pueden de escapar del cliché de victimas propicias del hachazosanguinolento a media cabezota.
Levy, como la femme fatale de madrewhite trash pesadillezca, cohesiona mucho del discurso del filme en torno a su personaje de victima que sabe que tiene lo que merece pero que no se va a quedar parada recibiéndolo, Minette por su parte aporta sustancia como el chico bueno y sensible que roba pero sabe de leyes para no quedar encerrado sesenta años, pero es finalmente Lang el que apuntala todo el horror en torno a su personaje de viejo malvado y musculoso, sin luz en los ojos , pero rebozante en los torcidos secretos que definen sus motivaciones de Michael Myers invidente.
La tensión, pausada, magistral y económicamente construida que Álvarez logra en No respires no decae incluso ante las incoherencia del tipo triples saltos mortales con las que en ocasiones justifica su historia.
Y es que no hay tiempo para pensar en el ridículo de algunas situaciones cuando la cosa se pone tan caliente que tan solo respirar se puede transformar en muerte, donde el silencio y la quietud son los trucos y las llaves para ahondar en una desesperanza de ejercicios de peligro en donde hasta un engrudo con semen puede tornarse en un cuchillote corta tripas.
La inventiva claustrofóbica, en la que ningún efecto de golpe es desperdiciado pero si eficazmente planeado hasta el punto de sacar el grito feroz, el terror ciego, es la marca con la que el mencionado cineasta uruguayo se está haciendo un camino en el cine de terror hollywoodenses, donde incluso aquellos que algún día parecieron pesos pesados, como Eli Roth, hoy hacen películas de cuchilladas donde el horror radica en darse cuenta de los malas que son.
Fede Álvarez va tranquilo, sin prisa, reciclando y reinventando, tomando notas y sacando algoritmos del mundo a lo Alfred Hitchcock, reservándose homenajes algo tempranos como esasrastas de pandillero fantoche del personaje de Zovatto que mucho recuerdan al look de Jared Leto en La Habitación del pánico (2002) cinta del ilimitado David Fincher, que comparte con No respires anécdota y motivaciones.
Fede Álvarez, quien en esta cinta logra cristalizar unos últimos veinte minutos en donde lo que parecía concluiría en ridículo se transforma en alarido, no es David Fincher, pero puede que al final tampoco necesite serlo.