No puede ser un distractor esa música que resuena contra el totalitarismo: Roger Waters en el zócalo

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Rodrigo Islas Brito:/RIOaxaca.

Oaxaca de Juárez. Argumentos sobre ser una supuesta y millonaria cortina de humo de distracción sobre los críticos hechos de corrupción política y social que actualmente envuelven al México y sobre la permanente crisis de derechos humanos que lo asola desde hace casi tres sexenios, han empezado a escucharse en la redes sociales sobre la presentación gratuita que el músico y compositor británico Roger Waters realizará en la plancha del zócalo de la Ciudad de México el próximo viernes primero de octubre.
Al respecto y en defensa de la validez ética del concierto gratuito organizado por el Gobierno de la Ciudad de México, del miembro fundador de Pink Floyd han empezado a distribuirse en redes sociales que explica porque Waters y su música pueden ser considerados cualquier cosa, excepto un distractor.
Se explica que Waters y su música, desde los días en que dio inició a Pink Floyd con David Gilmour y el fallecido SydBarrett, han sostenido un discurso pacifista, antimilitarista, anticonsumista y antitotalitario.
Recordando que en su anterior concierto en México, el músico de 73 años dedicó la presentación a la exigencia sobre el asesinato sistemático de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua , que cobrara preponderancia a partir de la segunda mitad de la década de los noventas.
Además de hablar sobre las miles de víctimas que la violencia del crimen organizado y las corruptas elites políticas han dejado en la última década y media en el país, con nombres de desaparecidos proyectados durante el concierto, y la leyenda “estamos hasta la madre”.
“Si piensas que un concierto gratuito puede comprar tu conciencia, quizá sea porque no has escuchado con atención”.
Dicen las razones a favor del concierto de un hombre que un año después de la caída del muro de Berlín, organizó en 1990 en la mencionada capital alemana uno de los conciertos con más asistencia de la historia, The Wall- Live in Berlin, donde trescientas mil almas corearon al unisono esa estrofa universal que habla sobre no ser un ladrillo más en un muro que ya había sido derribado por el propio peso de la historia.
Por lo pronto desde ayer empezaron a circular reportes periodísticos de que dos hoteles ubicados en el primer cuadro de la Ciudad de México ofertan para quienes quieran pasar el concierto de Roger Waters sin sufrirlo con empujones ni peligrosas cercanías, paquetes con costo de los ochocientos a los dos mil pesos, que incluyen una estancia en sus terrazas durante el concierto, finos cortes de carne y hasta cervezas.