Rodrigo Islas Brito
Oaxaca de Juárez. “Hago mi mea culpa porque estuve un tiempo equivocado, pero puedo decir que finalmente se me prendió la ampolleta (mejor tarde que nunca dicen por ahí), y es que toda la violencia es mala es cierto, pero es doblemente mala cuando se la justifica en diferencias de género, raza, color o religión. Por eso, puedo decir ahora ¡¡NI UNA MENOS!! ¡¡Envió mi apoyo a todas para que esta cruzada pueda lograr los cambios positivos que esta sociedad necesita!!”
Dice el abogado chileno Nicolás Cruz sobre la marcha Ni una menos, promovida en toda América Latina (México y Oaxaca incluidos) en protesta contra la ola de feminicidios desatada en todo el continente, sobre todo a raíz del brutal asesinato de la argentina Lucia Pérez sucedida el pasado ocho de octubre en Mar de Plata.
Quien por dos o más hombres, fue drogada, violada, empalada y asesinada. Procediendo después sus atacantes a lavar su ropa y abandonar su cadáver en un centro comunitario.
La brutalidad inusitada y la crueldad absurda, execrable que habla de un crimen de auténtico odio, suscitó que ayer 19 de octubre,cientos y miles de mujeres y colectivos feministas marcharan en decenas de ciudades de habla hispana en denuncia furiosa de una cultura machista latinoamericana que hoy tiene a muchas mujeres hispanas armando grupos por Facebook o Twiter donde denunciar cualquier mínima señal de que van a ser atacadas en un taxi, en un camión, en un vagón de metro , en la calle, en su casa o e incluso en su casa o en la misma escuela .
Tan solo el pasado septiembre de este año el caso de la chica de 19 años , Rebeca Esquivel Espinoza de los Monteros fue secuestrada y seis días después fue encontrado su cadáver empaquetado, junto al de otra mujer asesinada de cincuenta años, en un veliz de viaje en Naucalpan, Estado de México.
La estudiante se dirigía a tramitar un certificado médico cuando fue interceptada por un hombre, al que las autoridades identifican como de profesión franelero, que se ofreció a darle un aventón, para después atacarla, violarla, ahorcarla, poner su cuerpo en una maleta y abandonarla en una casa donde el olor a muerte terminó por llamar la atención de los vecinos.
Hasta ahora el supuestos franelero no ha sido arrestado, mientras que el gobernador del Estado de México, el presidenciable Eruviel Ávila pidió la alerta de género para su entidad el pasado septiembre, después de que organizaciones de la sociedad civil han denunciado que existen ya más de 2,800 homicidios de mujeres registrados en la entidad en los últimos 14 años no reconocidos por el gobierno estatal.
Al respecto vale la pena citar dosdeclaraciones, una, la de David Mancera Figuerola, presidente de la organización ‘Solidaridad por las Familias’, quien sobre el EDOMEX declarara:
“Tenemos 400 violaciones por semana en el Estado de México, la procuraduría solamente tiene 10 oficinas para 125 municipios y por eso tienen una sobre carga de trabajo”
Y la otra, la del mismo Ávila, quien apenas el 23 de mayo del 2014 respondió que “en el Estado de México hay cosas más graves que atender” cuando el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) le pidió una reunión para que informara sobre las acciones instrumentadas para detener la violencia contra las mujeres y el altísimo nivel de feminicidios en su entidad.
En ese momento la OCNF había viajado a Toluca para reclamar justicia por las mujeres asesinadas entre 2007 y 2013 (más de mil 500) y por las más de 600 menores de 20 años que habían desaparecido en lo que iba de su administración.
Al final Eruviel, un año después de asegurar que había situaciones más importantes que atender que mujeres violadas, secuestrada, desaparecidas y muertas, se tuvo que tragar sus palabras con la emisión de una alerta de género para el estado que muchas y muchos calificaron de mera jugada política.
“¿Por qué diablos hay que hablar de los hombres en todo? Si las mujeres pudiéramos salir en paz a la calle sin miedo a que nos raptaran, violaran, gritaran “piropos”, no habría necesidad de estos movimientos. ¿Cuándo has visto que alguien mate a un hombre de miedo empalándolo por el ano? ¿Que lo violen multitudinariamente y lo suban a internet como si fuera una proeza?”
Grita y escribe Mariana Rojas en un chat de red social donde un amigo suyo ha subido una imagen meme que muestra a hombres asesinados en lo que parece ser un saldo del poder destructor del narcotráfico, con una leyenda que enunciando que en un país de fosas clandestinas y campos delincuenciales de exterminio, hombres y mujeres están muriendo por igual asesinados y desaparecidos en México y que las mujeres y feministas serian justas si también pidieran en su grito – demanda un “Ni uno menos”.
“Qué hueva tener que explicarle a la gente que pretende que el -ni una menos- se vuelva –ninguno menos- o que generalice y contemple a hombres, animales y extraterrestres. Neta, también échenle ganitas, si no entienden algo averigüen”.
Comenta en su red social la feminista y articulista Anel Flores, llama a aquellos que antes de razonar sobre los códigos machistas que envuelven a un ataque de género, prefieren descalificar este movimiento “como otra absurda búsqueda de la igualdad”.
Anel marca que aquellos que descalifican a un movimiento tan genuino como el de pedir que no se siga matando a las mujeres por ser mujeres, deben hacerse responsables de sus aseveraciones
“A las mujeres nos matan por razones distintas, de verdad que sí, revisen los datos estadísticos en Google si no creen, aunque sea analicen los memes en apoyo a el paro de mujeres, por favor”.
Por su parte, Lucía Cruz, cuyo verdadero nombre se omite por razones de lo que está narrando, habla sobre lo duro que es descubrir una y otra vez que el machismo “es un asunto que muchos hombres llevan dentro como si de una defensa se tratara”.
Minutos antes de abordarla, Lucia ha concluido una reunión en un café con compañeros de su oficina. Ha sido una reunión de trabajo y en ella al abordar un tema inherente a la oficina su jefe le ha respondido que las mujeres buscan igualdad, pero que solo la buscan unas cosas si y para otras no.
Lucia relata que se ha quedado callada, tocada por decir lo que verdaderamente estaba pensando, frente un grupo de compañeros todos hombres, en las que algunos han reído con el comentario de su jefe, y otros han revisado su celular, nerviosos, sin saber qué hacer.
“Cerré la boca y sonreí” cuenta Lucía, asegurando que no se arrepiente de no haberle contestado real a su jefe porque necesita el trabajo.
“Hace tiempo me atacaron, no te voy a decir exactamente qué pasó ni como fue porque a estas alturas ya no tiene caso, pero pasó, era un hombre que yo conocía y en el que creo que hasta confiaba”.
Lucía piensa un segundo que decir, se toma su café y apunta que hoy las mujeres la tienen muy difícil.
“Las mujeres para los hombres o somos las santas o las putas, pero no bajamos de ahí. No somos personas reales, sino seres sobre las que pueden proyectar, decidir y basar su autoestima. Nos hacen responsables de lo que son, de lo que dejan de ser y de lo que no quieren ser”.
“Por eso nos matan, por eso nos violan, por eso nos desaparecen, por eso nos tratan como objetos y cuando hablamos de igualdad retoban y te dicen, ¿pero cuál igualdad? si de por sí ya somos iguales”.
“Por eso dicen me está coqueteando abiertamente cuando tu ni siquiera piensas nada parecido sobre ellos, cuando ni siquiera te habías dado cuenta de que estaban ahí. Por eso alzan el dedo cuando les das la mano en señal de que te quieren coger, y por eso en cualquier respuesta que tu tengas sobre eso llevas todas las de perder”.
Lucía comenta que la violencia feminicida de hoy en día de México y Latinoamérica solo se entiende por la desigualdad cultural que envuelve a la asimilación de apropiación que los hombres manifiestan tarde o temprano hacia las mujeres.
“Yo no soy feminista y creo que no me interesa serlo, pero hay una palabra que usan mucho las feministas, patriarcado (“predominio o mayor autoridad del varón en una sociedad o grupo social”) Bueno, ahora creo que eso es lo que nos está matando a todas, a todos, el patriarcado machín que no quiere cambiar, el patriarcado que todo hombre lleva dentro”.