El viaje reflejo a las profundidades infernales de Jorge Mercado

0
339

 

Rodrigo Islas Brito y Azael Rodríguez/RIOaxaca.

Oaxaca de Juárez. “El signo de Jorge Mercado es el viaje, normalmente a lo hondo, a lo profundo” comenta el poeta Azael Rodríguez sobre el artista oaxaqueño que exhibirá parte de su obra fantasmagórica y referencial a cualquiera de los infiernos más clásicos, en la Antigua, Guatemala, a partir de este 31 de octubre.

A continuación, y antes de continuar con los testimonios del propio pintor, se reproduce íntegramente la totalidad del texto del poeta.

“Los  viajes de Mercado  se dirigen tanto a la inconciencia del ser humano, desde sus grandezas o delirios, hasta lugares oníricos del tiempo (ya decía Octavio Paz que la única conversación valida del artista es con el tiempo).

Su obra es tan apreciada tanto en Guatemala como en México, aunque sin rubores excesivos  podría calificarse de universal. A pesar de realizar solamente 10 o 15 obras por año, se ha dado el tiempo (el tiempo, otra vez el tiempo), de abarcar temas tan diversos como Viaje al centro de la tierra de Verne, como el “Inferno” de Dante.

Ha expuesto en la Casa Lamm de la ciudad de México y ha viajado a Italia, en donde aparte de ganar un poco de peso, exploro algunos artilugios de pintores del viejo continente. Hay en estos paisajes profundos, no solo violencia si no también animales apacibles, no solo humanos en alto contraste, intranquilizantes, sino también el color relativamente quieto.

El paisaje habitual aquí no tiene permiso, solo la intensidad de su profundidad, que puede llamarse incluso ontológica. Algo hay que recuerda, en su primera  época al menos  a Goya en sus monstruosidades; algo a Chagall, pero que oaxaqueño no tiene una deuda con Chagall.

Hay algo también de terror purísimo, casi cinematográfico, y existe también una voz gutural que nos susurra al oído “el artista necesita ocio y maldad”. Todo lo que pinta Mercado parece bañado en un  proceso alquímico, tocado por la gracia del desequilibrio, una desaceleración de lo ilimitado en las paredes del tiempo”.

Sobre este texto el pintor afirma sentirse algo conmovido, “me puso como un chingón”, dice el pintor y grabador entre risas. Asegura que en efecto, el viaje es lo suyo.

“Y más que el viaje, me gusta la sensación de moverme, de que las cosas están pasando”. Mercado recuerda que su introducción con el tazo se dio natural, por una necesidad de plasmar realidades, pero también pesadillas.

“Empecé a copiar las ilustraciones de comics o de libros que guardaba mi abuela. Siempre me interesó lo que me prometiera un incendio. Los demonios, los diablos, los fantasmas. La literatura gótica. Creo que para mí el chiste de pintar, de crear, es como una mezcla entre inventar y reflejar, como algo entre los dos que espero seguir descubriendo”.

Mercado  ha formado parte de expos colectivas como “Un Almanaque de Espinas, en el 2002, los “Cuicapiques y Tlacuilos”  en el Centro Cultural Casa Lamm, en mayo del 2003, y el “Antropomorfismo”, en Puebla en el 2005. Además de la exposición de talento concatenado “30 Años del Taller Rufino Tamayo”.

“El arte es el espacio en el cual puedes realmente estar, sumergirte, quedarte un rato en él. En ese sentido, el resto del paso del tiempo en comparación a veces me parece una joda”.

En su obra lo mismo se pueden encontrar calaveras lúgubres y fiesteras que quijadas de animales desérticos que aun muertos y en los huesos no puedes dejar de notar su tristeza.

El artista habla de que  no le interesa tanto la aglomeración de personajes en su obra tanto como su verdadera conjunción.

“Es como esas reuniones donde los amigos se juntan para platicar tonterías o ponerse al día y castrarse mutuamente.  En mi caso, luego me gusta colocar a esos grupos de amigos, pero con  una camaradería que vaya más sobre sus verdaderas esencias”.

“Con sus caras de Satanás, de muertos vivos, de monstruos que aunque este muy feos no dejan de ser buenas personas”.

Mercado no está de acuerdo con que eso de que pinta monstruos, aclara que más bien lo que busca es arrancar comentarios sobre existencias que aun cuando una fealdad de vida les ha sido impuesta, luchan por funcionar humanamente dentro de su propia monstruosidad.

Se confiesa admirador del pintor irlandés Francis Bacon y su figurativismo con rastros humanos, y del grabador, ilustrador y  caricaturista mexicano José  Guadalupe Posadas y su costumbrismo de antropología social en los meros huesos

Asegura que a él también le gusta eso de decir que el hombre está en decadencia y darle un color a sus ruinas.

Se le pregunta al melómano  Mercado, después de ver su colección  de viniles y los cientos o miles de temas que forman  parte de la lista de música de su computadora, que tan importante es esta en el desarrollo de su obra.

“Es vital, siempre estoy escuchando música. Cream, Genesis , Mars Volta, en fin a veces no es tanto de que esté buscando una canción para pintar algo en específico, sino que escucho algo en el camión o en el taxi  que no conocía y luego lo busco y encuentro más cosas”.

“La verdad puede ser que como pintor o grabador yo no sea más que un músico frustrado. Pero aun si es así está bien, a lo mejor nada mas con eso me da para hacer buenas cosas”.

Se le pregunta a Mercado, quien a últimas fechas se ha clavado más en el grabado que la pintura, si hay alguna ambición de públicos en lo que hace. De fama y de que todo el mundo se sepa su nombre.

Jorge ríe ya segura que no aspira a nada que no sea la tenue expansión del presente.” Yo no aspiro a la inmortalidad, aspiro a no morir”.

Comenta el pintor de 31 años, para aclarar después que esa fue una frase que le escuchó al cineasta Bryan  Singer, que a su vez se la fusiló de Woody Allen.

Jorge asegura que en su obra piensa también encontrar una justa rima de hip hop a sus imágenes de hombres bailando con una rola en cabeza, o de quijotes vencidos por vientos incoloros y alejados, o de serpientes moviéndose hacia arcoíris psicotrópicos.

“La vida es extraña ¿así que porque no serlo nosotros también?”. Dice el grabador, mientras contempla la piedra en la que tal vez esté planeando grabar la tercer parte del Carro de la Muerte, su obra basada en su afición cuando niño por los carteles de las películas de los hermanos Almada y Valentín Trujillo.

“Estoy buscando que ahora no sea tan sangriento, sino más tirándole a la reflexión”  Jorge Mercado parece ahora estar en camino a explicarse los porqués de la sangre y el ruido.