8 de noviembre, unas elecciones históricas desde ya

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Excélsior.

Ciudad de México. Las elecciones estadunidenses de 2016 pasarán a la historia como las más insólitas de una nación que desde enero podría estar gobernada por una primera presidenta que ya vivió en la Casa Blanca o por un controvertido magnate, sin experiencia política, temido dentro y fuera del país.

Gane quien gane el próximo 8 de noviembre, será un hito: o la primera presidenta del país un siglo después del derecho al voto de la mujer o el primer presidente sin ninguna experiencia política o militar (y el más mayor: 70 años).

Aunque hay algunas similitudes con Ronald Reagan en ese sentido, él fue gobernador de California dos mandatos después de su periodo como actor. Trump sería la primera estrella de televisión convertida en presidente sin bagaje político ni militar”, así lo dijo Aaron Kall, experto político y director de debate en la Universidad de Michigan.

El presentador del concurso The Apprentice ha sido sin duda no sólo la sorpresa de las elecciones sino la figura que lo ha marcado todo, rompiendo los esquemas de la campaña electoral estadunidense, tal vez para siempre.

“Unas elecciones en las que se desafían los valores democráticos, se hacen acusaciones desvergonzadas sin base, se ignora la complejidad de los temas políticos y se apela a las emociones irracionales son históricas, de la peor manera”, comentó Stephen Wayne, experto en temas de presidencia en la Universidad de Georgetown.

En estas elecciones los estadunidenses han aprendido a esperar lo inesperado: el controvertido presentador del concurso televisivo The Apprentice se hizo con la campaña desde el minuto cero y durante casi un año y medio con una explosiva retórica racista y sexista que ha escandalizado al mundo.

“Trump tiene un estilo personal de campaña que es bombástico, insultante y lleno de errores y mentiras. Es el candidato de los miles de errores”, explica Robert J. Spitzer, experto en temas de presidencia de la Universidad Estatal de Nueva York en Cortland.

Miles de errores a los que ha sobrevivido una y otra vez para perplejidad de los analistas políticos: el menor de sus escándalos habría acabado con la candidatura de cualquier otro político.

Su victoria es posible a pesar de tener vientos políticos extremos en contra: un equipo de campaña pequeño, menos dinero recaudado para gastar en publicidad, falta de apoyos políticos y la ruptura abierta con el aparato del Partido Republicano”, apunta Kall.

Así, un recién llegado a la política sin el apoyo de su partido le pisa los talones a cuatro días de las elecciones a Hillary Clinton, “la candidata más preparada de la historia”, como la llama el presidente Barack Obama.

“Lo venció en los tres debates presidenciales y siguen en una competencia ajustada. Los votantes están enfadados con el partidismo en Washington DC y están buscando alguien de fuera de la arena política tradicional para sacudir el sistema”, indica Kall.

La razón por la que Trump aún tiene posibilidades de ganar es precisamente que enfrente tiene a Clinton, una candidata con todas las credenciales, pero muy impopular: ambos son los aspirantes presidenciales más rechazados de la historia de EU, lo que reduce estas elecciones a escoger “el mal menor”.

“La impopularidad de Clinton se explica por su largo historial en política, con oponentes que la rechazan desde hace décadas, unido al hecho de que ella misma se ha buscado problemas, como decidir usar un servidor privado de correo electrónico cuando era secretaria de Estado (2009-2013)”, apunta Spitzer.

No obstante, las encuestas y la mayoría de los pronósticos apuntan a una victoria de Clinton, un hito que abriría una nueva página en la Presidencia de Estados Unidos: la primera mujer al frente de la Casa Blanca cuando se cumple casi un siglo del acceso de la mujer al voto (1920).

Su transición de primera dama de Arkansas a primera dama de Estados Unidos, a senadora, a secretaria de Estado y a presidenta es un camino impresionante que probablemente no volveremos a ver”, señala Kall.

Además, su victoria supondría la vuelta a la Casa Blanca de un expresidente, esta vez en condición de “primer caballero”: Bill Clinton.

Gane quien gane el 8 de noviembre, ya se ha hecho y se hará historia.