Se plegó la Cámara al recorte ordenado por SHCP para 2017

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La Jornada.

Ciudad de México. El gobierno federal contará con el mayor presupuesto de su historia, con un monto de 4 billones 888 mil 892 millones de pesos. La madrugada de ayer los diputados federales aprobaron el Presupuesto de Egresos de la Federación 2017, con una reasignación de 67 mil 700 millones de pesos.

Lo más relevante del dictamen fue la reprogramación de 2 mil 900 millones de pesos a la Ciudad de México, entre el fondo de capitalidad y para mantenimiento del Metro; una bolsa de mil 400 millones a cultura; desarrollo a fronteras por 740 millones, y 9 mil millones al campo.

No obstante, ninguna de las áreas vio resarcido el gasto afectado por el recorte anunciado hace dos meses por el Ejecutivo.

En la negociación con el Partido Revolucionario Institucional y la Secretaría de Hacienda, la mayoría de los grupos parlamentarios consigueron un recorte de 7 mil 131 millones a la Función Pública, la Cámara de Diputados, el Senado, el Consejo de la Judicatura, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía y el Instituto Nacional Electoral. Esos recursos se reasignaron a educación, carreteras, cultura y campo.

El Partido de la Revolución Democrática obtuvo 2 mil 400 millones para el fondo de capitalidad de la Ciudad de México y 500 millones a la ampliación de la línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro.

De 5 mil millones de pesos que el Ejecutivo propuso reducir a cultura, sólo se obtuvieron mil 400 millones, por lo que el gasto para ese rubro será de 11 mil 400, debajo de los 15 mil que se autorizaron para 2016.

Además, no funcionó la presión que en días recientes ejercieron organizaciones campesinas a la Comisión de Agricultura, para impedir la disminución de 22 mil millones al agro. Se consiguieron 8 mil 439 millones para comercialización, de tal manera que el presupuesto para la Secretaría de Agricultura será de 70 mil millones.

Lo que quedó casi en los mismos términos (10 mil millones, como en el actual ejercicio), fueron 9 mil millones de pesos a proyectos de infraestructura, que se dividirán a razón de 18 millones por cada uno de los 500 diputados para obras en estados y sus distritos electorales. La Comisión de Presupuesto indicó que en el decreto se incluirán reglas de operación, a fin de evitar que los legisladores pidan moches, que van de 10 a 20 por ciento, a los constructores.

En Acción Nacional esa práctica se conoce como comanda azul y si bien fue puesta en marcha inicialmente en el sexenio de Felipe Calderón, para asegurar el voto de los diputados priístas en favor del presupuesto, los diputados panistas la explotaron.

No funcionaron alianzas ni fuerzas políticas para modificar el recorte al gasto público

Roberto Garduño y Enrique Méndez

No hubo fuerza política ni alianza coyuntural en la Cámara de Diputados que consiguiera modificar el contenido de la propuesta presupuestal para el año próximo, incluido el recorte al gasto público por 238 mil millones de pesos. El guión de la negociación impuesto por la autoridad hacendaria se siguió al pie de la letra y, por tanto, no prosperó una sola de las 359 reservas presentadas por la mayoría de los partidos: Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD), Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y Movimiento Ciudadano (MC).

Durante nueve horas y media (de la noche del jueves a la madrugada del viernes), los diputados participaron en un acto cada vez más recurrente: asistir al salón de sesiones para aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) –en este caso de 2017– y levantar la mano para rechazar las reservas de la oposición.

Esa maquinaria perfecta de descrédito de las iniciativas por cambiar el contenido del gasto propuesto por el Ejecutivo, por medio de la Secretaría de Hacienda, se puso en práctica en los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo; se afinó con los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, y se mantiene sin menoscabo en la administración actual.

La mayoría silente de diputados, ayer y años atrás, llegó al salón de plenos de San Lázaro con un proyecto de presupuesto redactado entre la autoridad hacendaria y las cúpulas de los más numerosos grupos parlamentarios. Así que la mecánica no resultó complicada, porque simplemente se requería desechar todo lo presentado, pues aceptar algún cambio podría descuadrar las cifras y eso implicaría enviar malas señales a los mercados, sobre todo ahora que ya se impuso el triunfo de Donald J. Trump en la elección presidencial estadunidense.

Ayer los diputados de Morena denunciaron la maquinaria de rechazo de las propuestas parlamentarias por los integrantes de PRI, PAN, Partido Verde Ecologista de México y PRD: ¡Esto es una farsa! Hemos propuesto cambios en el destino de los recursos para beneficiar a la mayoría de los olvidados en nuestro país, y en automático las desechan, reprocharon Delfina Álvarez, Emiliano Álvarez y Rodrigo Abdalá.

En medio de la astringencia presupuestal, las bancadas que dominan los órganos de gobierno en la Cámara de Diputados, al día de ayer, ya habían negociado –por lo menos a medias– sus prioridades de gasto para el año próximo y se daban por bien servidas. Así que no se permitirían cambios que colocaran en vilo ese acuerdo. Tal como ocurrió.

Una vez que se votó en favor en lo general, el dictamen pasó a la segunda etapa de ratificación, la votación en lo particular, en la cual las bancadas conjuntaron 359 reservas (propuestas de cambio específico al articulado).

Los diputados de Morena presentaron una lista de 180 reservas, y el presidente de la mesa directiva, Javier Bolaños, les otorgó la primera posición para exponerlas ante el pleno. Desde el inicio se dictó la línea a las bancadas con mayor número de diputados: no aprobar nada de los proponentes. Durante casi tres horas todo fue rechazado.

Justo a la medianoche, todos los diputados de Morena subieron a la tribuna, donde mostraron cartulinas en repudio al procedimiento y el contenido del PEF 2017. Con enfado y molestia evidente –que contrastó con el beneplácito de priístas, panistas, verdes y perredistas–, los morenistas anunciaron su retiro del salón de sesiones, ante la evidente imposibilidad de conseguir cambio alguno en el dictamen del gasto.

Una vez que esa determinación no tuvo vuelta, la sesión continuó, y el resto de las reservas (179) se desahogaron en cuatro horas. Ninguna se aprobó. Se trataba de que el resto de los partidos –sin Morena– tuvieran abierta la tribuna para concretar el escript de esa clase de aprobaciones: el derecho al pataleo.

Finalmente, a las cuatro horas con 12 minutos del viernes se aprobó el documento de gasto con 256 votos a favor y 173 en contra.