El papel de Morena en la conducción del cambio (Parte 1)

0
271

Por: Alberto Alonso Criollo

Oaxaca de Juárez. Decía Serge Moscovicci, en su Era de las multitudes, que los grandes liderazgos se construían sobre la fe, la claridad y las convicciones de un líder que interpretando de modo correcto las grandes contradicciones de su sociedad, era capaz de enseñar el camino de la reivindicación de un modo claro, convincente, sin la mínima vacilación, casi a nivel de fe.

Y eso sirve para explicar la creciente presencia electoral de Morena en la vida nacional, se tiene que destacar la claridad para explicar el momento histórico que se vive en México con sus contradicciones de fondo; así como las propuestas de solución a esta crisis histórica con un nuevo proyecto de nación. Todo esto, articulado al gran liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, sin duda el político más importante del México contemporáneo.
Ya sabemos quiénes fueron, cuándo y cómo lo hicieron.

El proyecto de Morena ha puesto al descubierto el sistema de dominio que mantiene a la nación paralizada, plagada de injusticias y de rezagos. Se ha puesto al descubierto con nombre y apellido, a los oligarcas que han saqueado al país y mediante qué mecanismos en los últimos 35 años.

Este descubrimiento por supuesto tiene una gran importancia porque permite explicar la gravedad de la situación actual y las oportunidades para la acción transformadora. Se ha ubicado; se le ha dado rostro al sistema de dominio y al mismo tiempo, se ha situado al contrario que representa un pequeño grupo de personas con gran poder económico, político y sobre todo, un gran poder comunicacional.

Ese pequeño y poderosos grupo, está sufriendo una crisis interna, agobiado por los excesos de sus integrantes que han llevado la corrupción hasta el extremo inaudito en donde se hace imposible hacerse de la vista gorda. Ahí se están gestando la incertidumbre de quienes ven la posibilidad de que se desarticule el orden que les dio poder.

En la contraparte, vemos sociedad civil más atenta a esa problemática y a sectores sociales de corte progresista que han disminuido el espacio de impunidad de estos actores privilegiados. De modo similar, en la sociedad plenamente excluida de la política, a su modo, pero también está desarrollando sus estrategias de resistencia en contra del orden establecido.

Claro que esto es de máxima importancia para el país y para Oaxaca. Se está conformando un escenario de oportunidad para generar cambios históricos en nuestro estado y en nuestro país. Los astros se alinean, en la perspectiva social hay creciente conciencia sobre la opresión de que hemos sido objeto por muchas décadas.
El país sufre pobreza, injusticia y desigualdad debido a la confabulación histórica y corrupta de una oligarquía cómplice que al amparo del poder público ha depredado la riqueza pública y las potencialidades de desarrollo de la sociedad mexicana.

El pacto oligárquico y corrupto de la mafia en el poder es un fenómeno que ha generado la desigualdad más lacerante de nuestra sociedad que tiene a unos cuantos multimillonarios y a decenas de millones de ciudadanos situados en la extrema pobreza.

O sea que las tareas no son nada sencillas. Se trata de vencer al gran poder que esos actores detentan; se trata de desarticular un sistema completo de dominio que se basa en corrupción generalizada que nace en las grandes esferas; pero que se desplaza como un cáncer por infinidad de partes del cuerpo social.

Tiene mucha razón el Proyecto alternativo de nación cuando declara la trascendencia que proclama. Se trata de la lucha por cuarta transformación social en la historia de nuestro país, después de la Independencia; la Reforma y la Revolución, tal y como lo establece la declaración de principios de Morena.

Hay un concepto espectacularmente lúcido para entender la dimensión sistémica de las transformaciones que nos ocupan. Antonio Gramci, teórico italiano del siglo pasado, ocupa el concepto de bloque histórico, para designar coyunturas específicas de la evolución humana, cuando se sincronizan la estructura y la superestructura de una formación social. Ambas producto de una situación histórica particular.

La estructura son las relaciones materiales de producción; la superestructura es donde se produce la ideología dominante para articular ambas partes del bloque. A través de diversas instituciones del estado, de los medios de comunicación, la escuela y la religión; así como sistemas culturales, se controlan las relaciones que se presentan en la estructura, esto es, se consigue la hegemonía de la clase privilegiada.

Sin embargo, las propias relaciones que se dan en la superestructura y las contradicciones entre esta y la estructura, permiten que otras ideas, valores, sentimientos y creencias empiecen a permear en el bloque produciendo una crisis del sistema y abriendo la posibilidad de la integración de un nuevo bloque histórico.

No es exagerado que esa cuarta época en la historia del país habrá transformaciones no solo de forma superficial en el relevo de viejos actores con la persistencia de las mismas prácticas.

Lo que está en puerta es muy posiblemente una transformación de la sociedad que habrá de construir nuevos equilibrios entre la institucionalidad política; los modelos culturales hasta la práctica política.