Hierve el Agua, Oaxaca, vestigio de complejo sistema prehispánico de irrigación

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Notimex.

Ciudad de México. Bajo los pies de miles de visitantes que acuden a Hierve el Agua en busca de la mejor fotografía, yace el vestigio del ingenio zapoteca, un complejo sistema prehispánico de irrigación único en México que permitió a este pueblo cosechar sus propios alimentos.

En este popular sitio turístico el estado de Oaxaca, las personas pueden caminar sobre el agua y parase a la orilla del infinito. Sabiendo esto, miles de turistas nacionales y extranjeros acuden a él para, a través de una selfie o una fotografía, experimentar tan peculiares sensaciones.

No obstante, muy pocos conocen que Hierve el Agua algún día fue más que esto. Hace miles de años, este espacio era considerado sagrado para el pueblo zapoteca que se asentó en la zona, ya que aquí, uno de los elementos naturales más importantes del mundo prehispánico, el agua, era almacenada y aprovechada eficientemente para beneficio de la cosecha.

De acuerdo a información del Instituto de Antropología e Historia (INAH), el famoso sitio turístico durante los años 500 antes de cristo al 1350 después de cristo, fungió como un sistema de cultivo de riego que contaba con 600 terrazas de almacenamiento y más de seis mil 375 metros lineales de canales.

Dichas construcciones, que con el paso del tiempo la naturaleza fosilizo garantizando su conservación, fueron creadas en pronunciadas pendientes sobre 17 mil metros cuadrados de terreno.

Así, estas características son las que hacen de este sistema algo único en su tipo en México, país donde también existen otros de estos sistemas como en la zona de la mixteca en Oaxaca, aunque con diferentes cualidades.

Hoy en día algunas de estas terrazas, canales y pequeños pozos se pueden apreciar en la parte inferior de las famosas cascadas petrificadas y en el anfiteatro de este lugar, este último es donde los visitantes acuden a nadar y a tomarse fotografías.

Según datos del INAH, para construir este complejo, el pueblo zapoteca ahí asentado tuvo que poseer avanzados conocimientos e ingenio para poder planear, hacer funcionar y mantener las terrazas y canales ante el reto que representaba crearlas sobre pronunciadas pendientes.

“Las superficies de terreno plano se realizaron por medio de muros de contención cuidadosamente diseñados. La tierra de relleno, según las investigaciones arqueológicas, fue traída de zonas aledañas”, indica el INAH.

“Entre una terraza y otra se construyó un canal que debía adaptarse a las pendientes y accidentes del terreno para evitar que el agua se saliera del cauce”, agrega.

En el borde superior de los muros de contención también se construyeron canales por donde corría el agua de los manantiales”, se lee en el documento de la mediateca del INAH titulado “Hierve el Agua Oaxaca”.

Al respecto, el arqueólogo Agustín Andrade Cuautle señaló que, en cuanto a su funcionamiento, este sistema de irrigación se controlaba desde la parte de arriba de la montaña, permitiendo que por gravedad bajara el agua por los canales y pasara por las terrazas donde se encontraban algunos cultivos.

“Desde la parte de arriba van bajando escalonados todos los sistemas de cultivo que pudieron haber sido de frijol, maíz, entre otros, los cuales, van a ser regados con el agua que va cayendo desde la parte más alta”, mencionó en entrevista con Notimex, el también encargado de la zona arqueología de Mitla en Oaxaca.

En este sentido, el INAH explica que la ingeniería es esta obra fue tal que los pobladores crearon “compuertas” entre las terrazas para poder dejar algunas en reposo mientras otras eran cultivadas evitando así el desperdicio del agua.

Asimismo, el documento antes citado describe que los nativos utilizaron la técnica de cultivo “que consistía en el riego manual directo en cada planta (también llamado riego a brazo, que se facilitaba si la distancia entre el canal y la planta era lo más reducida posible”.

Este método también era oportuno ya que debido al alto contenido de sales del agua del sitio, el riego uniforme hubiera dañado el crecimiento de la planta, la cual al ser regada directamente reducía los daños.

Bajo los pies de los visitantes, los vestigios del pueblo zapoteca que habitó Hierve el Agua, miran confundidos los clics de cámaras y teléfonos sin saber cómo esta gente en lugar de apreciar el paisaje y las huellas de su máxima creación, caminan distantes de lo extraordinario que hay ante sus ojos.