La X en la frente: ¿Qué hacemos con los sindicatos?

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Moisés MOLINA

El “milagro” va. ¿Pruebas? Y es, como todo lo que digo o escribo, una opinión personalísima que, como la de todas o todos quienes hacen del columnismo, un ministerio, no puede ser imparcial.

Imparcialidad y objetividad son dos cosas distintas que confunden a los legos, pero por eso se llaman ARTÍCULOS DE OPINIÓN y por eso es que existen muchas “verdades” en torno a un mismo tema.

Estábamos en el argumento; La derrama económica de la Guelaguetza fue considerable y transparentara, en un escenario de chantaje adverso, que los mecenas soltaron por todos lados.

El pronóstico era que la Guelaguetza fracasara. 

Durante dos semanas, Oaxaca se mostró al mundo, como lo que es: el reflejo espiritual de México, que está, así lo veo después de leer a Harinder y Kohli, sentando las bases de una nueva realidad y con un joven gobernador que sabe lo que está haciendo y no ha rehusado el poder, porque como escribe Krauze: “a aquel que rehusa el poder, por un proceso fatal de reversión, el poder lo destruye”, sin que esto sea tomado por autoritarismo. ​
​​​Es una realidad que Alejandro Murat Hinojosa despierta celo, porque la Federación no deja de visitarlo con las talegas llenas de recursos y programas que son para los Oaxaqueños, no para las mafias, ni los líderes. Eso es justicia social. La federación y el Presidente Peña, están tratando desigual a los desiguales. Vino Rosario, otra vez; otra vez vino Miranda.

Quien sepa leer, que lea. 

Oaxaca está en la antesala de una transformación histórica. Pero hay que ayudar. Cada quien en el lugar que tiene.

Creo que apenas una prestigiada publicación lo incluye en un selecto grupo de 300 líderes mexicanos. Eso habla de resultados, vocación y pasión.

El gobernador del Estado que le dejaron en último lugar en las tablas de desarrollo y competitividad y endeudada a más no poder, está haciendo lo que nadie imaginaba. Le decían “chamaco”.

Hay Oaxaqueños que nos promocionan allende nuestras mojoneras, como un estado de orates. Hay que decirles que Oaxaca es un pueblo trabajador y de vocación pacífica y solidaria. Que aquí no todo es política. Por eso la Guelaguetza tuvo rotundo éxito.

Miles de turistas, colores, aromas, cadenciosos movimientos; espectáculos que hizo posible el sincretismo: pasado, presente y futuro, unidos en un lugar llamado “Rotonda de la azucena”.

¿Como lo explicamos? Es una nueva naturaleza de milagro en que la gobernanza invita a nuestras tradiciones ancestrales a renovarse y cobrar nuevos bríos.

Resulta harto complicado cambiar -no la imagen; la imagen en este caso es lo de menos- sino la realidad que desconcierta al interior y hacia afuera.

El “turismo guerrillero” de 2006 le pusieron a Oaxaca un hierro candente que se sigue leyendo y promocionando por quienes no la quieren: violencia.

Es algo más complejo, más profundo, más hondo que las superficiales declaraciones de cierto sector del empresariado; pero también del sindicalismo. Hay que decirlo. Que cada quien reparta sus propias culpas.

La violencia del normalismo palidece ante la que se desata cuando los egos sindicales alimentados o acostumbrados a hacer y deshacer con la complacencia de la autoridad.

Y no es que esté yo en contra del sindicalismo; al contrario. Es necesario. Legítima la mejor de las formas de gobierno inventada hasta ahora.

El 123 fue parte del articulado que hizo de la de 1917, antes de la de Weimar, la primera CONSTITUCIÓN SOCIAL DEL SIGLO XX.

Nada más y nada menos aquí nacieron los padres del sinarquismo militante: los Flores Magón.

Estaban contra el gobierno pero con razones de variado tipo y argumentos que los legitimaban, plasmados en el PLAN DEL PARTIDO LIBERAL MEXICANO Y MANIFIESTO A LA NACIÓN.

Hoy el sindicalismo se desvirtúa, se corrompe y , lejos de erigirse en legítimos defensores de los trabajadores ante el capitalismo y la empresa, se han convertido, al margen de partidos, en grupos de presión colmados de privilegios que han trascendido los años.

No deben tener más interés que la defensa de los trabajadores ante la injusticia en los factores de la producción.

Devinieron en facciones que siembran el terror, que matan, que enarbolan banderas que ya no son colectivas y justas sino banderines de sus líderes que, obviamente, entienden al sindicato como un ejército que hacen -a la manera del poeta Mayakowsky- que los fusiles pronuncien sus discursos.

Sociedad y gobierno quedan en medio. No necesitan interlocutores. Sienten que son un poder fáctico más que no tiene por qué sentarse y hablar. “Primero matamos, luego veriguamos”.

Fuera de la ley, hoy no importa más que el dinero y el liderazgo corporativo de sus hombres fuertes.

La ley exige a los partidos políticos que su afiliados se incorporen libre e individualmente a sus filas. Fue un gran logro democrático.

¿Cómo explicar entonces que hoy los sindicatos afilien corporativamente a los trabajadores, muchos de los cuáles ni siquiera saben que pertenecen al sindicato.

Todo lo anterior no fuera tan grave si no tuviese consecuencias de facto. Es noticia semanal que se pelean el contrato colectivo de trabajo de una obra que, de buena fe, cada vez menos empresas, eligen a Oaxaca para llevarla a cabo.

No se imaginan el infierno que les espera. 

Deciden irse o de plano ya no llegar cuando si nos sentamos todos en la mesa dirimir pacíficamente los diferendos y buscar la realización de un ideal de justicia, Oaxaca tendría toda la posibilidad de desarrollar un incipiente sector secundario de la economía, que tanta falta nos hace.

El desarrollo económico no debe ser patrimonio de unos cuántos que amagan a las constructoras y las ponen entre la espada y la pared.

Cada vez es menos el accionar belicoso de los profesores.

Hoy por hoy son los de los trabajadores de la construcción y los transportistas a quienes públicamente deberíamos conocer en su razonar, que deseamos que vaya más allá del beneficio económico millonario y evite, sobre todo, pérdidas de vidas humanas en grescas motivadas por una suerte de absurdo juego de vencidas y egos que buscan imponerse a toda costa.

Nuevamente PODER Y DINERO. 

La autoridad no confunde como antaño la amistad con lo demás. Con mucho menos razón, según percibo, ha lugar a preferencias, ni elitismos, más que por la ley… tarde o temprano , uno a uno, habrá de tener su cartel de “SE BUSCA”.

Ya tenemos un primer antecedente. No son animadversiones. Es regresar a la ley al lugar de donde la habían retirado.

¿Una propuesta de solución? Socializar con toda la población, en lenguaje llano, las leyes que rigen la raíz del problema. Informar a la sociedad cada paso de ls asignaciones y otorgamiento de permisos. Brindar a los inversionistas la oportunidad de expresar lo que tengan que expresar y que las inversiones sé que den en Oaxaca. Duela a quien duela.

Hacerle entender a la ciudadanía que SEVITRA no es piñata de concesiones y su titular heredó como casi todos loa funcionarios, una dependencia reventada, colmada de irresponsables compromisos incumplíbles presuntamente comprados.

Paco García debe tomar el toro por los cuernos y poner orden. Primero, necesita poner de su la di a la sociedad y explicar públicamente qué es lo que le dejaron. El pueblo sabe entender.

Nuevamente, NADA POR LA FUERZA, TODO POR EL DERECHO Y LA RAZÓN.

Que impere la razón legal. La de Derecho que engulla a la de hecho, y no al revés.