Alfredo Martínez de Aguilar.
Antes que se pusiera de moda gubernamentalmente de manera oficial la Protección Civil en los últimos sexenios, la sabiduría popular ya enseñaba que “los accidentes no nacen, se hacen”.
En tal sentido, indispensable es preguntar: ¿Son sabotajes los extraños incendios en la refinería Antonio Dovalí Jaime de Pemex en Salina Cruz y de la Cervecera del Trópico en Tuxtepec?
Obligado es pensar mal para acertar. De manera por demás sospechosa los incendios en las dos plantas industriales más importantes de Oaxaca ocurrieron con una diferencia de dos meses.
Nunca olvidemos que “los accidentes no nacen, se hacen”, más todavía en el caso de Petróleos Mexicanos, cuya corrupción devora el presupuesto multimillonario que recibe anualmente.
Como es lógico y natural las partidas destinadas a capacitación y prevención en materia de Protección Civil desaparecen en medio del fango de la escandalosa corrupción de Pemex.
Será el sereno, pero lo cierto es que cada siniestro resulta más evidente, pública y notoria, la criminal negligencia
Los desastres son el punto de partida para el surgimiento del concepto de Protección Civil en México. Obligaron a sistematizar conocimientos e impulsar su difusión como cultura nacional.
El antecedente inmediato de la creación en 1986, del Sistema Nacional de Protección Civil en México, preventivo y de atención, son la erupción del volcán Chichonal en Chiapas, en 1982.
Asimismo, la explosión de tanques de almacenamiento de gas en San Juan Ixhuatepec, Estado de México, en 1984; los sismos del 19 y 20 de septiembre en la Ciudad de México, en 1895.
La finalidad es estar preparados para dar una respuesta civil a emergencias de esta índole y desarrollar la cultura necesaria de prevención y autoprotección en toda la población en general.
Protección civil es, pues ese conjunto de acciones que prevén, disminuyen y mitigan los riesgos de la sociedad a ser afectada por fenómenos perturbadores que pueden ocasionar desastres.
En 1996, el 2 de febrero el Diario Oficial de la Federación publicó la Ley de Protección Civil para el Distrito Federal, y el 13 de mayo del 2000 se publica la Ley General de Protección Civil.
Inicialmente se definió como “un conjunto de Principios, Normas, Procedimientos, Acciones y Conductas. Incluyentes, solidarias, participativas y corresponsables, que efectúen coordinada y concertadamente la sociedad y las autoridades; que se llevan a cabo para la prevención, mitigación, preparación, auxilio, rehabilitación, restablecimiento y reconstrucción, tendientes a salvaguardar la integridad física de las personas, sus bienes y entornos frente a la eventualidad de un riesgo, emergencia, siniestro o desastre”.
El concepto, se ratificó posteriormente y la Protección Civil es entendida como “un conjunto de disposiciones, medidas y acciones destinadas a la prevención, auxilio y recuperación de la población ante la eventualidad de un desastre”.
Es importante tener presente estos antecedentes para entender la enorme responsabilidad social e histórica de los programas y acciones preventivas más que correctivas en protección civil.