Cementerio de mujeres solteras y en edad productiva

0
216

La Silla Rota.

Ciudad de México. Karla López Albert, de 34 años, tenía cinco meses de embarazo cuando su exnovio decidió matarla. Él no quería al bebé y le pidió varias veces que abortara; ella se negó. El 30 de enero de 2014 fue el último día que se vio con vida a Karla, tenía una cita con su expareja para hablar de un seguro médico. Su cuerpo fue hallado tres días después en un paraje de la delegación Tláhuac, en la ciudad de México.

Si en México alguien encontró el cuerpo de una mujer asesinada en la calle, dos de cada cinco veces fue soltera y también en plena edad productiva, de 26 a 40 años. Pero si a una mujer la mataron en su casa pudo ser por igual casada que soltera, eso sí de un poco más edad que a la que yacía en la banqueta, quizá de hasta 64 años.

En este país, dos de cada cinco mujeres asesinadas en la calle eran solteras y tenían de 26 a 40 años, como Karla que era poblana, como muchas otras mujeres que salieron a trabajar o a la escuela y nunca más regresaron.

De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Información de Salud (Sinais), elaborado con los certificados de defunción que emite la Secretaría de Salud, actas de defunción del registro civil y el cuaderno de defunciones del Ministerio Público, de 2012 a 2015 fueron asesinadas 10 mil 10 mujeres en el país.

Aunque el destino de todas fue el mismo: la muerte a manos de otra persona, hay circunstancias que hacen diferentes los homicidios de las mujeres en la vía pública y en los hogares —que son los dos sitios donde más matan a las mujeres.

La primera circunstancia que las hace distintas es el estado civil: mientras en la vía pública el 42.6% de las mujeres son solteras, en el hogar es un porcentaje similar el de solteras (30.4%) y casadas (28.4%).

Otra característica es la edad de las víctimas: en la calle los dos grupos poblacionales que más concentran homicidios son de 26 a 40 años (37.9%) y de 18 a 25 años (28.6%), en tanto que en el hogar la proporción es muy similares entre las asesinadas de 26 a 40 años (29.9%) y de 42 a 64 años (29.2%).

Con estudios

Las diferencias no se quedan allí también abarcan el grado de estudios, puesto que las mujeres con más escolaridad son víctimas en la calle y las mujeres sin escolaridad mueren más en sus casas. También la ocupación, debido a que en el hogar a la mayoría de las mujeres que matan no tienen ocupación; en la vía pública buena parte no tiene ocupación pero otra cantidad considerable se empleaba en servicios personales y vigilancia.

Una cuestión más es que en los casos donde sí se logró documentar violencia familiar, la gran mayoría de las mujeres (84%) murió en sus propios hogares.

Hay pocas similitudes entre los homicidios de mujeres en la vía pública y en el hogar, entre ellas está el horario en el cual fallecen a la mayoría las matan en la madrugada, de una a cuatro horas, aunque las lesionen ocurrieran horas antes.

A Karla los cómplices de su expareja la golpearon y la estrangularon con un lazo, para luego abandonar su cadáver. Pocos días después de que apareciera el cuerpo de Karla la Procuraduría General de Justicia –ahora Fiscalía- detuvo a su expareja como autor intelectual del feminicidio, aunque después de más de tres años no ha recibido sentencia y la familia sigue buscando justicia.

“Soy madre, estoy adolorida, me han quitado un pedazo de mi vida porque es mi hija, soy una madre poblana como cualquiera, una mujer de clase media (…) creo que cualquier ciudadana poblana tiene derechos, no voy a permitir que se sigan violando mis derechos”, asegura la mamá e Karla, María Esperanza Albert Razo.

Ellos, los criminales

Del total de homicidios del país nueve de cada diez corresponden a hombres y sólo un 12% de los casos es de mujeres. ¿Por qué entonces analizar los asesinatos de mujeres? Porque el 95% de los homicidios, no sólo en México sino en el mundo, son perpetrados por hombres, de acuerdo con el Estudio mundial sobre el homicidio 2013, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Esto casi en consecuencia vuelve a las mujeres víctimas y, según el estudio antes mencionado, la gran mayoría de victimarios son personas cercanas a las mujeres, como sus compañeros íntimos y sus parejas.

A Gina, como le decían de cariño a María Georgina Panohaya Castillo, la asesinó su exnovio el 23 de junio de 2016 en la ciudad de Puebla. Su cuerpo estaba lleno de moretones y tenía una espuma rosa en la boca cuando su madre llegó  a reconocerla en el anfiteatro. Él la había golpeado antes, también la había amenazado a través de mensajes, ese día se topó con él por casualidad en la calle y nunca más volvió a su casa.

En México a partir de 2012 el Código Penal Federal considera como feminicidios los asesinatos de mujeres donde el homicida tenga o haya tenido alguna relación de sentimental, afectiva o de confianza. Aunque ésta no es la única causal, también contempla cualquier signo de violencia sexual; lesiones o mutilaciones degradantes, así como actos de necrofilia; antecedentes de violencia familiar, laboral o escolar; si hubo amenazas, acoso o lesiones previas al homicidio; si la víctima fue incomunicada antes de la privación de la vida, y si el cuerpo de la víctima es expuesto o exhibido en algún lugar público.

Bajo estos criterios muchos de los homicidios reportados en el Sinais se considerarían feminicidios; por ejemplo, los casos donde se documentó violencia familiar previa.

Para la abogada Karla Micheel Salas Ramírez, del Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social, quien participó en el litigio del caso de las muertas de Juárez o Campo algodonero, la mayoría de homicidios dolosos de mujeres en el país serían feminicidios.

Si bien no se pueden tener datos sistematizados de feminicidios, primero porque las tipificaciones estatales son diferentes a la federal y segundo porque existe cierta renuencia por parte de los estados a proporcionar información sobre el delito —como lo evidenció la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) en el Diagnóstico cuantitativo sobre la atención de la violencia sexual en México-, sí se tienen datos sistematizados de las defunciones.

Por ello se decidió analizar los homicidios de mujeres en el país de 2012 a 2015, que es el año más reciente de donde se tienen estadísticas, para ver cuáles son las características de las mujeres que son asesinadas en el país.

Soltera y joven

Miriam Janet Pérez Eugenio, de 18 años, salió de su casa el 9 de diciembre de 2014. Le dijo a su mamá que iría a ver a un amigo en el centro de Tlachichuca, Puebla. Once días después su cadáver fue encontrado cerca de la carretera, en unos terrenos de cultivo, la pudieron identificar por la ropa que aún llevaba puesta.

Los datos del Sinais indican -como en el caso de Miriam- que uno de cada tres asesinatos de mujeres ocurre en la vía pública. Los homicidios de mujeres en las calles son 36.8% más frecuentes que en el hogar y cinco veces más que en los hospitales de la Secretaría de Salud.

Para María de la Luz Estrada Mendoza, coordinadora del Observatorio Nacional Ciudadano del Feminicidio (ONCF), es en el ámbito comunitario en el cual las mexicanas son más vulnerables. “Los datos que tenemos es que un 30% de mujeres son asesinadas (en los espacios comunitarios) por algún conocido y luego la delincuencia organizada, no la gente de su primer círculo”, dijo la activista durante una entrevista telefónica.

En la vía pública las solteras son al grupo poblacional al que más asesinan; representan cuatro de cada diez casos. Los homicidios de solteras son por mucho más que los de mujerescasadas (115% más) y que los de mujeres en unión libre (132% más).

Con respecto a la edad son las mujeres de 26 a 40 años a las que de forma más frecuente matan en la calle, también representan cuatro de cada diez casos. Las jóvenes de 18 a 25 años son el grupo de edad que sigue en frecuencia, pues representan 28.6% de los homicidios en vía pública.

El caso fue tipificado como feminicidio por la Procuraduría poblana debido a las amenazas que sufrió por parte del padre de su bebé para que abortara, también porque fue privada de su libertad dos días antes de su asesinato.

Con respecto a las ocupaciones de las mujeres que matan en la vía pública, la información sobre defunciones muestra que la mayoría no trabajaba (19.7%), pero la cantidad de trabajadoras en servicios personales y vigilancia que murió en el espacio comunitario es 76.6% más que en los hogares.

Asimismo a las mujeres con estudios universitarios o de posgrado también las matan más en la calle que en los hogares, 41 y 110% más de forma respectiva. Aunque es a partir de la secundaria incompleta que la brecha entre las asesinadas en la vía pública y el hogar se abre, ya que en los niveles de primaria completa e incompleta la diferencia no es muy grande.

Suben homicidios en hogares

A Araceli Vázquez Barranco, de 23 años y la única con estudios universitarios de su familia, la mató su exnovio el 13 de noviembre de 2013 en el baño de su casa. Él la degolló y luego la apuñaló en seis ocasiones, una de las heridas le perforó el corazón.

Chely, como le decían de cariño a Araceli, se preparaba para irse a su trabajo en la ciudad de Puebla, a una hora en camión desde Acajete. Su mamá la vio levantarse como todos los días a las seis de la mañana, la escuchó calentar el agua en la cocina y entrar al baño.

Entresueños la mamá de Chely recuerda un grito -que en ese momento no relacionó con su hija-, luego el silencio, un silencio tan anormal que la hizo levantarse de la cama y buscar a su hija. Vio al exnovio cruzar el patio de su casa y echarse a correr a la calle, después encontró el cuerpo de Chely tirado en el piso con el cuchillo en la espalda.

Si bien la calle es el lugar donde más asesinan a las mujeres, con el paso de los años son cada vez más los homicidios que ocurren en los hogares, de 2012 a 2015 subieron 43%.

Abigail Báez Madrigal, criminóloga y académica del Instituto de Ciencias Forenses y Periciales del estado de Puebla, sostuvo vía telefónica que generalmente si el asesinato se comete en el lugar de convivencia es por parte de la pareja sentimental.

La ONU sostiene en el Estudio mundial sobre el homicidio que dos terceras partes de las víctimas de homicidio cometido por compañeros íntimos o familiares son mujeres. “En el contexto familiar y de relaciones de pareja las mujeres están en un riesgo considerablemente mayor que los hombres”, agrega el documento de Naciones Unidas.

En el aspecto de violencia familiar en el país, ocho de cada diez asesinatos de mujeres donde sí se reportó agresión previa ocurrieron en el hogar, según el Sistema Nacional de Información de Salud. Además la mayor parte de las mujeres asesinadas que sufrieron violencia familiar vivían en unión libre o eran casadas.

Otra cosa que distingue a las víctimas de homicidio en los hogares es que son casi por igual solteras (30.3%) que casadas (28.5%). Mientras que las viudas asesinadas en su domicilio duplican a las que mataron en la vía pública.

A pesar de que en el hogar las principales víctimas de homicidio tienen 26 a 40 años y 41 a 64 años, los grupos de edad que mueren mayormente en sus domicilios en comparación con la vía pública son: las mujeres mayores de 65 años (cinco veces más) y niñas de cero a 11 años (134.7% más).

Las mexicanas que no tienen estudios o que llegaron sólo a nivel preescolar son comúnmente asesinadas en su casa. Además la mayor parte de las víctimas de homicidio en su hogar no trabajaba (19.3%).

Las asesinan en la madrugada

Una de las similitudes entre las mujeres que asesinaron en la vía pública y en sus hogares es que las muertes en su mayoría ocurrieron durante la madrugada, de una a cuatro horas. Los datos del Sinais señalan que una de cada cuatro mujeres mueren en ese horario, sin importar si fallecieron en la calle o en su casa.

Sin embargo la hora en que las mujeres reciben la lesión que las mata no es en la madrugada, sino en la noche: de 21 a 24 horas. Esto significaría que las víctimas agonizan o tardan en morir varias horas.

Llama la atención que los hombres mueren en el mismo horario en que los hieren: de las 21 a las 24 horas. Los reportes de defunciones indican que uno de cada tres recibe la lesión durante la noche y uno de cada cuatro muere en ese lapso.

No existen estudios exactos sobre las horas en que son asesinados las mexicanas y mexicanos, pero María de la Luz Estrada considera que la madrugada sería el momento del día donde las mujeres son más vulnerables porque si las atacan en la vía pública quizá no haya alguna persona que las auxilie o las escuche.

Abigail Báez atribuye la incidencia de homicidios de mujeres en la madrugada a que a esa hora casi no hay vigilancia policial en las calles, esto debido a que las estadísticas de incidencia delictiva, como robos comunes, robo en negocio o en transporte público, ocurren antes de la media noche o a medio día y por lo tanto a esa hora hay más elementos en las calles.

Estado debe cumplir con la ley

La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en su artículo 17 establece que “el Estado mexicano debe garantizar a las mujeres la erradicación de la violencia en la comunidad”.

La ley marca que las vías para llegar a este objetivo: la reeducación libre de estereotipos y la información sobre el riesgo que enfrentan las mujeres en una sociedad desigual y discriminatoria; el diseño de un sistema de monitoreo del comportamiento violento de los individuos y de la sociedad contra las mujeres, y estableciendo un banco de datos para realizar acciones de política criminal, así como facilitar el intercambio de información.

Otra opción sería hacer funcional la Alerta por Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM), la cual se puede solicitar cuando los delitos contra las mujeres “perturben la paz social en un territorio determinado y la sociedad así lo reclame”, además cuando los agravios impidan el ejercicio de los derechos humanos.

La coordinadora del Observatorio Nacional Ciudadano del Feminicidio señaló que a pesar de las fallas que tiene la alerta de género, como que no se emitan porque los gobiernos estatales cumplen con recomendaciones superficiales, se debe defender ese mecanismo y pugnar porque sea mejor.

“Si las organizaciones decimos: no sirve, es el campo fértil que quieren para que se desaparecer este mecanismo (…) las organizaciones debemos exigir que se aplique correctamente más que descalificar su naturaleza, porque las autoridades a lo que le apuestan es a decir que no sirve. Lo que tenemos que  decir es: queremos que nos explique la autoridad las medidas cómo las está haciendo y si no lo hacen responsabilizar a las autoridades”, agrega en entrevista.

En general para que los homicidios y feminicidios de mujeres disminuyan en el país, los gobiernos federales y estatales sólo tienen que cumplir con la ley y aplicar los mecanismos que se diseñaron con esos fines, porque de otra forma la impunidad seguirá siendo la constante.

“Desde que mi hija murió ha habido muchas mujeres asesinadas, a veces he pensado por qué no nos unimos las mujeres pues a hacer lo mismo que hacen los hombres, (unirnos) para quitarle la vida a seres que hacen daño, eso deberíamos de hacer para ver si así la Fiscalía, las autoridades nos toman en cuenta”, dice la mamá de Chely, la señora Amada Barranco Barranco.