Moisés MOLINA
Ante el estado de anomia que, por una u otra razón, priva en nuestra capital, la mayoría de los concejales o se esconden o agarran al toro por los cuernos en sus ámbitos competenciales.
Durkheim define a la anomia como aquel proceso en el cual un determinado grupo dominante no provee a ciertos individuos las herramientas para cumplir sus metas y propósitos sociales, tomando así otros caminos “desviados” tales como pueden ser, pequeños accionares subversivos, etc. Sin embargo la manifestación anómica por excelencia y más general es el delito.
El Cabildo es un cuerpo colegiado donde cada concejal tiene una responsabilidad bien delimitada.
Platicaba con el regidor de seguridad pública de la Ciudad Capital, Eduardo Reyes, el encargado de la seguridad, pues, sobre la menuda tarea que, por ley, tiene que desempeñar.
Es de justicia reconocer que la tarea que, en favor de la ciudadanía, que tienen que desempeñar determinados actores, es poco menos que imposible, dados los recursos materiales, financieros y humanos con que cuenta para consecuirla.
Lo supe antes del informal encuentro.
Por ahí empezamos. Lo que estaba llamado a ser una charla de café, inevitablemente se convirtió en un ejercicio de contacto directo ciudadano-autoridad y en un contraste de posturas -a veces injusto- respecto de una percepción personal informada y la realidad oficial
Yo no soy periodista, soy un ciudadano atento a mi entorno que de cuando en cuando arrastra el lápiz para participar en democracia, compartiendo mi opinión y muy satisfecho de mis pocos o muchos lectores. No intento convencer a nadie; dejo mi verdad en tinta y papel; en los caracteres de esta pantalla luminiscente o en sonido, a viva voz, a través de las redes sociales..
Quizás con la próxima frase, tendría que terminar este artículo de opinión.
En 2015, según el INEGI, éramos 264 mil 251 habitantes en la Capital del estado, con una superficie de la mancha urbana de 4600.152879 hectáreas; y poco más de 800 policías a los que hay que descontar a los agentes de tránsito y para qué le digo a cuántos más.
Sin embargo, agarró al toro por los cuernos y no evadió. Esos pocos policías que tienen la tarea de cuidarnos, ahora están directamente en contacto con su regidor y su jefe operativo y percibí que el regidor Reyes, estaba haciendo lo que le tocaba para hacer menos la anomia.
De trato afable, sin poses, recibe una llamada, recibe otra, atiende el radio y por si poco fuera, de todos los policías, hay que descontar también a los de Protección Civil, con mucho trabajo en estas fechas y que con o sin cadena de mando, están presentes en la desgracia salida de control, de no ser por el Gobierno Federal y del Estado con quienes Eduardo no tiene empacho en coordinarse.
Fiel a mi texto de hace algunas semanas: “un problema, dos soluciones”, ¿Qué hacer ante tan difícil panorama?
• Organización vecinal. Que todos se conozcan. Que cada uno cuide al de los lados. No es un asunto de colores, ni viejas rencillas personales, ni de reparto de poder en colonias, agencias, unidades habitacionales, fraccionamientos, etc. Es un asunto de coadyuvancia, dónde son muchas las demandas y pocos los recursos. Hoy en día ¿quién quiere ser policía municipal? Salarios dignos, equipamiento y garantías es lo que le falta a este puñado de héroes anónimos que están haciendo lo que pueden, a veces, con un juicio injusto de la ciudadanía que lejos de confiar en ellos y ayudarles en su trabajo, les tememos, les repudiamos. Hay que pensar en eso y cuando veamos a uno, acerquémonos a saludar y dar ánimos, al menos.
• Es hora de que los COMVIVES se re definan y dejen de ser comités seccionales partidistas al servicio de las aspiraciones de una personalidad. ¿Conoce usted a su presidente de COMVIVE? ¿Se ha presentado y puesto a las órdenes de usted? ¿Vivimos un momento histórico donde comienzan a formarse territorialmente representaciones alternas que en un futuro, moverán a los agentes municipales que, si no son de la gracia o la cromátide del Presidente, se convierten en administradores de las carencias que otros partidos llegan a convertir en grupos de presión.
• Y aquellos que quieran ser policías, que tengan la vocación y el deseo de ayudar al prójimo, dense de alta. Los grandes cambios comienzan con pequeñas acciones.
Mi agradecimiento y reconocimiento desde aquí a todos esos buenos policías, dondequiera que se encuentren. Y que vengan más. Por nuestros hijos.
Si la autoridad no puede o no quiere, ahí está el regidor que, veo, está haciendo su trabajo, con lo que tiene y con interesantes esfuerzos de planeación.
Todos podrán esconderse ante los problemas, menos él. Y no es por menospreciar las facultades y obligaciones del resto de los concejales, pero la SEGURIDAD PÚBLICA, es el inicio del BIEN COMÚN, que es fin del Derecho pero tarea de todos.