Detrás de la noticia: Oaxaca, más grande que la CNTE, sismo y huracanes

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Alfredo Martínez de Aguilar.

Oaxaca de Juárez. El presidente Enrique Peña Nieto y el gobernador Alejandro Murat tomaron por los cuernos al toro del trágico saldo del sismo en Oaxaca, especialmente, en los devastados pueblos de la región del Istmo de Tehuantepec con saldo trágico hasta ayer de 71 oaxaqueños muertos, 800 mil damnificados, cientos de heridos y miles de viviendas destruidas.

Al viajar a Juchitán un día después del terremoto, tras cinco años de abandono de Oaxaca, Peña Nieto tiene la oportunidad de reivindicarse ante la historia y ante los ojos de los oaxaqueños afectados por el sismo de 8.2 grados Richter que destruyó Juchitán, Unión Hidalgo, Ixtaltepec y Matías Romero.

Acompañado del gobernador, y de los secretarios de Gobernación y de la Defensa Nacional, Miguel Ángel Osorio Chong y Salvador Cienfuegos Zepeda, respectivamente encabezar la reunión de evaluación con autoridades estatales y federales y ordenó declarar 41 municipios de Oaxaca en estado de emergencia.
Dijo que su presencia obedecía a la solidaridad de la Federación con Oaxaca, uno de los 12 estados del sureste del país que sufrió la mayor afectación. Decretó tres días de luto nacional al confirmar la muerte de 61 personas tras el sismo de la noche del jueves -45 en Oaxaca, 12 en Chiapas y cuatro en Tabasco- y lamentó la pérdida de esas vidas humanas.
Al hacer un balance de daños, señaló que el Hospital de Juchitán se colapsó y los 85 pacientes que estaban en él fueron trasladados a otras unidades médicas, asimismo, mil 145 escuelas sufrieron afectaciones, la mayoría en Juchitán. En cuanto a edificios hospitalarios no hay un reporte de daños mayores, excepto el de Juchitán.
El comandante supremo de las fuerzas armadas, dio instrucciones al General Secretario Salvador Cienfuegos Zepeda y al Almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, así como a los titulares de Sedatu, Rosario Robles, y de Sagarpa, José Calzada, de coordinar la ayuda federal.
Ante la tragedia provocada por el sismo en una actitud de congruencia poco común entre los gobernantes, servidores públicos y políticos en general, el gobernador Alejandro Murat tuvo oportunidad de demostrar su congruencia política entre lo que dice y hace.
Durante su campaña y al tomar posesión de la gobernación, se comprometió a gobernar desde las ocho regiones del Estado y, ahora, lo hace desde la heroica ciudad de Juchitán que, una vez más, ha dado lección de patriotismo al hacer ondear la bandera nacional sobre sus ruinas.
Es de lamentar que la solidaridad no ha estado exenta de oportunismo político como el del senador ‘independiente’ Armando Ríos Piter, pero más todavía del todavía senador del PT-morenista Benjamín Robles Montoya, quien viajó al Istmo sin llevar ayuda alguna, simplemente para posar para la foto. Con justa razón Alejandro Murat dijo que nadie debe lucrar con la tragedia.
Loable la vocación de servicio del director general de Liconsa, Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva, quien también despacha desde Juchitán y acompaña al gobernador Alejandro Murat para atender de inmediato la creciente demanda de agua y leche.
Informó que desde la mañana del pasado viernes, la Planta Industrializadora ubicada en los Valles Centrales inició con el envío de 30 mil litros de agua potable en bolsas de dos litros, 51 mil unidades de leche de sabores en la presentación de 250 mililitros, así como 10 mil sobres de leche en polvo, todo ello será distribuido en las comunidades del Istmo de Tehuantepec que fueron las más afectadas por el movimiento telúrico.
Liconsa pone a disposición de la Coordinación Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación la posibilidad de distribuir agua potable en bolsas en los estados de Veracruz, Puebla, Oaxaca, Ciudad de México, Hidalgo, Estado de México, Chiapas y Tabasco.
La planta de tratamiento ubicada en Oaxaca, tiene capacidad para procesar alrededor de cinco mil litros por hora.
Visión y sensibilidad que comparte la lideresa de la Fracción Parlamentaria del PRI en la LXIII Legislatura del Congreso del Estado, María de las Nieves García Fernández, al consensuar con los diputados del Partido Verde y Encuentro Social apoyar con un mes de su dieta a los habitantes de Juchitán.
Anunció que ante los graves daños  provocados por el terremoto y el alto costo irreparable en vidas humanas, los diputados del PRI, PVEM y PES, sumándose al dolor de las familias y lamentando la pérdida de vidas, acordaron, entre otras acciones, apoyar económicamente a los damnificados.
Se suman así al llamado del presidente Enrique Peña Nieto y del gobernador Alejandro Murat, quienes convocaron a trabajar en unidad para la reconstrucción de las localidades devastadas por el terremoto.
Reconoció la actitud humanista del presidente al declarar tres días de luto nacional, lo que demuestra que gobierna sin distingos políticos e ideológicos, sino pensando en la vida humana, ya que hasta el momento suman 71 personas fallecidas
Sin duda, Oaxaca es más grande que los conflictos provocados por la guerrilla de la Sección XXII de la CNTE, cuyo enfrentamiento con la Policía Federal y Estatal duró cinco horas en rechazo a la visita del presidente Peña Nieto, para inaugurar el Centro Cultural y de Convenciones y entregar los Premios Nacionales de Exportación 2016.

Pone a prueba sismo a
Oaxaca y a oaxaqueños

Dicho está, por más dolorosas que sean las crisis, finalmente, históricamente son oportunidad de crecimiento y desarrollo, siempre y cuando se sepan aprovechar positivamente. Aunque no nos guste solo se crece en el dolor, personal, familiar, social y nacionalmente.
O nos hundimos o salimos a flote. No hay otra opción. Claro, lo ideal es prevenir y evitar o atenuar el dolor de las crisis. Pero ello requiere inteligencia y, sobre todo, humildad. Nunca debemos olvidar que los seres humanos somos por esencia, falibles y limitados.
No obstante, hechos a imagen y semejanza de Dios contamos con ilimitada imaginación y creatividad. Aprendimos a volar, y logramos ya llegar, poner los pies humanos y caminar en la superficie de la Luna. Seguimos viajando en el universo hacia otros planetas.
Debemos estar ciertos que podemos luchar contra la fuerza de la naturaleza para encauzarla a nuestro favor, pero jamás lograremos derrotarla. Debemos aprovechar positivamente las experiencias que nos deja por más amargas que éstas sean.
Con humildad debemos recordar con el astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y físico italiano Galileo Galilei que la Tierra es un ser vivo -“y sin embargo se mueve”- y que a gritos exige que ya no la destruyamos. Los desastres naturales son su mecanismo de autodefensa.
Para no ir tan lejos por un ejemplo global, nacional y local, respectivamente, ahí están las pruebas nucleares del estúpido dictador comunista de Norcorea, Kim Jong-un, y la explotación del petróleo en México, a través del fracking y la conversión de Oaxaca, capital, en un muladar por la grilla político-electoral.
La devastación de los pueblos de la región del Istmo de Tehuantepec por el sismo del pasado 7 de septiembre, pone a prueba a Oaxaca y a los oaxaqueños. Desde la ciencia y la religión, que no están reñidas, menos divorciadas, jamás olvidemos que la muerte es vida.
La energía del alma no perece, solo se transforma. No lloremos por nuestros muertos lágrimas que solo se queden en una estéril conmiseración externa. Lloremos lágrimas de vida que fertilicen a Oaxaca y a los oaxaqueños para que éstos renazcan.
Brota aquí el llanto auténtico. Los ojos confiesan con lágrimas y dolor del corazón la imperiosa necesidad de cambiar para bien. Son lágrimas benditas, como las de Pedro, signo de arrepentimiento y prenda de conversión, que renuevan en nosotros la gracia del Bautismo.
No olvidemos que a lo largo de la historia está por demás demostrado que el agua, el fuego y la sangre purifican. No sin dolor, desde luego. Durante medio siglo desde la década de los 70 Oaxaca ha sido incendiada por modernos Nerones que detentan el poder y el dinero.
Hoy, el diluvio de los huracanes Harvey, Irma, José y Katia, y el sismo, no dejan piedra sobre piedra en muchas países y comunidades incluyendo a México y a Oaxaca. Dejan una estela de sangre, muerte y destrucción, pero éstos son dolores del parto que anuncian un mundo nuevo y mejor.
Este proceso de purificación y renacimiento exige la decidida y comprometida participación de todos los oaxaqueños al margen de siglas y colores partidistas en el gobierno, de filias y fobias. Está en juego nuestra supervivencia como personas, familias y como pueblo.
Hace ya casi un siglo de la destrucción de la capital oaxaqueña por el terremoto del 16 de enero de 1931, nuestros viejos abuelos no solo lloraron por sus muertos, también decidieron seguir
luchando porque Oaxaca resurgiera de sus cenizas como el Ave Fénix.
Y lo consiguieron como seguramente ocurrirá ahora y siempre. Debemos seguir demostrando al mundo que los oaxaqueños somos guerreros invencibles, dignos herederos del mixteco Dzahuindanda, El Flechador del Sol, y del Rey Condoy Mixe, Los Nunca Conquistados.
El amor eterno del príncipe mixteco Nucano y la princesa zapoteca Donají debe seguir floreciendo con la pureza del lirio morado que nace y renace nutrido de la sangre de ésta a orillas del Río Atoyac.

Amor y fuerza de voluntad
han reconstruido a Oaxaca

Ellos, entre muchos, demostraron que la fuerza de la voluntad y el amor a su patria hizo posible que con inteligencia, valor y humildad, pudieran librar las batallas más difíciles y con ello vencer al enemigo más fuerte que cualquiera pudiera tener en su momento.
Todos ellos nos han dejado una gran lección de vida. Para derrotar al Sol Dzahuindanda, se ajustó a las propias leyes naturales para esperar pacientemente las sombras de la noche tras herir
al Astro Rey con sus flechas y ver derramada su sangre en el crepúsculo.
Condoy viajó a muchos lugares lejanos, como Tehuantepec y Mitla, para construir su palacio, ya que se rumoraba otro rey iba a construir una gran ciudad en el mismo lugar; trabajaba de noche, pero el canto de un gallo en la noche lo asustó suspendió su trabajo y dejó inconclusos sus palacios, que hoy son atractivo arqueológico mundial.
Además, la genial técnica constructiva y decorativa de ensamble de las grecas respetaba la fuerza de la naturaleza facilitando el movimiento durante los sismos, en una zona altamente sísmica como Oaxaca. Por su soberbia los ingenieros y arquitectos oaxaqueños nunca más han vuelto ha aplicar esta técnica constructiva.
Cuando Condoy salió de Mitla se fue a Oaxaca, pero se sentía muy cansado, y al pasar por El Tule decidió sentarse a descansar, clavó su bastón en el suelo, y el bastón comenzó a retoñar, Condoy sembró así el árbol más grande del mundo “El Árbol del Tule”, y el día que este árbol se seque ese día Condoy habrá muerto.
En la búsqueda de identidad y autenticidad nace “Donají… La Leyenda”, historia inspirada por el amor que la princesa zapoteca demostró a su pueblo. Inicia con su nacimiento en el año 1502, producto del amor entre el rey Cosijoeza y Coyolicatzi.
Años más tarde, en los enfrentamientos entre los zapotecas y mixtecos, fue herido y apresado el príncipe Nucano, de quien Donají se enamoraría y cuidó hasta su recuperación.
Para llevar a cabo su idilio de amor, el príncipe mixteco y la princesa zapoteca, se reunían en un sabino sembrado en la entrada de la Villa de Zaachila, esperando a no ser sorprendidos, pues ambos pueblos eran enemigos y no era bien vista una relación entre imperios en confrontación.
Nucano, después de dialogar con el pueblo mixteco y alentarlo a terminar la guerra con los zapotecos ambos imperios firmaron un pacto de paz; sin embargo, el recelo de unos cuantos hizo que las dos comunidades volvieran a confrontarse.
Al descubrir los planes de invasión de los mixtecos contra su pueblo en aquella época, Donají dio aviso a los guerreros zapotecas de la afrenta pactada en Monte Albán.
Es ahí donde los guerreros zapotecas comandados por el Rey Cosijoeza, enfrentaron y arrasaron con el ejército mixteco. Descubierto el plan de Donají, los mixtecos decidieron vengarse decapitando a la princesa en el río Atoyac.
En su libro “Por los caminos de Oaxaca”, el escritor Alfonso Francisco Ramírez señala que un pastorcito contempló cerca del Río Atoyac, un hermoso lirio morado, que exhalaba un maravilloso aroma, la cual no se atrevió a arrancar.
Así es como el pastor llevó a sacerdotes para que practicaran una excavación encontrando los despojos mortales de la princesa, con un semblante intacto, como si estuviera dormida, cita el texto editado en el año 1958.
Cada pueblo, municipio, ciudad y país busca algo que les represente. Donají, Nucano y todos los involucrados en esa leyenda, son quienes reflejan la identidad de las y los capitalinos.
Ramírez comparte que “fue en el año de 1827, cuando el Gobierno del Estado de Oaxaca, escogió a esta heroína zapoteca para figurar como Escudo de Armas de la capital”.
La eternidad de los príncipes Donají y Nucano está garantizado por el amor a su pueblo, traducido en el espíritu solidario de ofrenda de La Guelaguetza y el trabajo comunitario del  Tequio. Urge, pues, recuperar la solidaridad del trabajo en comunidad, de lo que nos es común en unidad, entre los oaxaqueños.