Alberto Alonso Criollo.
A tres años de su nacimiento, Morena ha crecido de forma impresionante hasta convertirse ya en la primera fuerza política del país. Sin embargo, tal parece que ese crecimiento electoral vertiginoso se ha detenido o se ha pausado peligrosamente ante la conformación de sendas coaliciones abanderadas por el PRI y por el binomio PAN-PRD que ya acreditan en las encuestas, su alto nivel de competitividad.
Y es que el partido debe reflexionar sobre sus desafíos estratégicos.
Una hipótesis es que más que el proyecto y el liderazgo de AMLO, Morena empieza a resentir las debilidades organizativas que incluyen un bajo nivel de profesionalismo en el desempeño de las funciones de un partido; bajo nivel de institucionalidad que dan paso al pragmatismo y la discrecionalidad, además de una estrategia muy debatible que abre la puerta, de forma indiscriminada, a los actores y prácticas otros partidos en bancarrota.