Reforma.
Ciudad de México. Los sombreros de palma característicos de la mixteca oaxaqueña son tejidos por ancianos que tienen sus manos rasposas y con cicatrices.
En este municipio con el mayor número de pobres, los adultos mayores se pasan sus días maniobrando con rollos de áspera palma.
Sentados en el patio de sus humildes viviendas, los hombres y mujeres de 70, 80 o 90 años tejen en un día un sombrero que venden a seis, siete o, a lo mucho, 10 pesos.
Los tejedores obtienen una raquítica ganancia, pues la mayor parte del dinero va a parar a manos de los revendedores que llegan al pueblo a comprar el producto por docena.
Cada tres semanas acuden a Yucuná revendedores de San Sebastián del Monte, quienes compran los sombreros y los comercializan en Tehuacán, Puebla.
El problema de los tejedores de palma es que el pasaje para vender sus artículos en Huajuapan les cuesta 140 pesos ida y vuelta, 20 pesos más de lo que ganarían por vender una docena de sombreros.
Por lo tanto, algunos adultos han optado por entregar su mercancía a un familiar o amigo que viaje a Huajuapan y pedirles que ahí vendan su producto.
Los familiares comercializan los sombreros y compran las medicinas, comida o ropa que los ancianos les encarguen.
Aunque no es negocio, los tejedores se aferran a este trabajo artesanal que les enseñaron sus ancestros y con el cual criaron a hijos y nietos.
“Nos pagan muy barato, pero que Dios nos ayude”, dijo Emiliano Rivera Jiménez, de 94 años, quien en su juventud fue migrante y ahora hace sombreros.
A la mayoría de tejedores ese oficio les ha dejado serios problemas de salud, como ceguera y dolor de espalda y rodillas.
Rivera Jiménez tiene ceguera y padece de las rodillas, por lo que el poco dinero que obtiene de la venta de sus sombreros lo ocupa para medicinas.
La tejedora Martina Santos Hernández, de 83 años, madre de nueve hijos, sufre de la presión, ceguera y rodillas.
La mujer, quien lleva 70 años tejiendo sombreros, expuso que decidió dedicarse a ese oficio porque en época de sequía su familia no tenía alimento.
“Aquí estamos muy pobres porque no hay trabajo, no hay recursos ni cosas para comprar para comer. Estamos muy necesitados”, expuso en mixteco.
Lucía Reyes Santos, hija de Martina Santos, llamó a los tres niveles de gobierno a generar fuentes de trabajo en el municipio.
Así como a poner en marcha programas para la alimentación y venta de medicinas para los adultos mayores que han dedicado su vida a tejer palma.
La tejedora María del Carmen, a quien todos sus familiares ya se le murieron, dijo que hace sombreros de la palma que le regalan.