Moisés MOLINA
Todo estratega electoral sabe que los diez primeros días de las campañas electorales son determinantes para la orientación de su rumbo. Pueden sembrar la semilla de la victoria o ser el prolegómeno del infortunio y la desgracia.
En todo ello tiene mucho que ver la planeación, la selección escrupulosa de los integrantes del equipo de campaña de todo candidato, el mensaje, el orden, la disciplina, la biografía y las cualidades personales del candidato o candidata y desde luego algo de suerte.
En la cúspide de nuestra gran elección para Oaxaca está la de Senador de la República y ahí las cosas toman ya un rumbo claro con inercia.
La competencia se dibuja ya entre las fórmulas que integran Salomón Jara/Susana Harp y Raúl Bolaños Cacho Cué/Sofía Castro.
De entre ellos quedarán los tres escaños reservados para Oaxaca. Expongo mis razones:
Es innegable la presencia que Morena ha ganado en territorio oaxaqueño. Así es que es el partido y la imagen de Andrés Manuel junto a cada candidato basta para ganar un buen volumen de votos. Algunos de sus candidatos ganarán prácticamente sin hacer campaña, ni mucho menos presentar una propuesta seria y responsable ante la ciudadanía. Es AMLO es que “jala” a todos sus candidatos y no al revés.
A Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva todo le ha salido mal.
Desde la forma en que se “agandalló” o a decir de muchos “compró” su candidatura que dejó rota la relación entre el PRD local y la cúpula nacional;
el tibio anuncio de su equipo de campaña como queriendo ocultar nombres y trayectorias;
la carencia, desde el inicio de la campaña, de una agenda propia: Raúl Bolaños Cacho Cué le impuso primero el cuestionamiento del origen de su candidatura; en seguida algo tan trivial como la pinta de una barda que, en Huatulco, invitaba a votar por él para el año “2108” por la “cualición”; después las acusaciones de misoginia, que mermaron aún más su nivel de aceptación y que se vio obligado a rectificar quitándole, de nueva cuenta, rumbo propio a su campaña y más recientemente el anuncio de su hermano Gilberto de los mismos apellidos de que desde la “secretaría adjunta” a la Presidencia de PRI apoyará a Raúl y a Sofía. Así lo dijo y sin cortapisas. La videograbación ha circulado profusamente en las redes sociales.
Todos los días de su campaña los ha desperdiciado desmintiendo, justificando, enmendando la plana a sus colaboradores, aclarando y no, como debiera ser, haciéndose responsable de una agenda propia y responsable acorde a las necesidades de los oaxaqueños. En una frase: se le han ido los días en el “manejo de crisis”. Por cierto, un muy mal manejo.
Entre ocurrencias para salir del paso y actos desangelados se le han ido preciosas horas. Parece que ha perdido de vista que el tiempo que se pierde, no regresa y ya perdió mucho irreversiblemente.
Tampoco el marketing parece ser el fuerte de HP. O es su obstinación o el despacho de imagen que contrató no tiene la talla de una campaña a Senador de la República. Una de las cosas que sí se pueden comprar con dinero (además de la candidatura), es la imagen. Y no sé usted –amable lector- pero yo, escuchando sus discursos y viendo sus espectaculares no lo agarraba ni como cliente.
Pareciera ser el raro caso de un mal producto dentro de un peor envase. Sin un ejercicio óptimo de comunicación política y con una muy mala imagen, no sé a qué le esté apostando.
Finalmente, su biografía le ha de seguir a donde vaya y sea cierto o no, las acusaciones de corrupción que pesan sobre él y que se han ventilado públicamente le seguirán pasando factura.
Que falta mucho, cierto es. Pero estamos terminando esos estratégicos diez primeros días.
@MoisesMolina