Milenio.
Ciudad de México. En 53 días, 600 elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional reconstruyeron las 15 viviendas que resultaron dañadas en Santiago Jamiltepec, Oaxaca, tras el sismo de magnitud 7.2 ocurrido el pasado 16 de febrero.
“Hicimos una mejor construcción, se le metió una cimentación con concreto armado y de ahí levantaron muros de tabicón, pusieron losa de azotea, se aplanó y colocaron todos los servicios que conlleva una edificación”, señaló Carlos Díaz, coronel ingeniero del Sexto Batallón de Ingenieros de Combate de la Sedena.
En un recorrido por la zona, explicó que ninguna de las viviendas es igual. Se construyó en los mismos predios de los damnificados, procurando mantener el tamaño original, pero son más seguras.
En algunos de los casos están constituidas solo por dos habitaciones. En otros, añadieron el cuarto de baño, con su mobiliario, aunque un porcentaje alto de la población no cuenta con el servicio de agua potable y alcantarillado.
“Las casas reconstruidas eran inhabitables, colapsaron muros y todo lo que fue la techumbre. Eran de adobe. Había algunas en las que solo habitaba una personas o varias familias en una”, añadió el coronel ingeniero constructor.
Luego de que el titular de la Sedena, Salvador Cienfuegos, aceptara la responsabilidad del desplome del helicóptero UH-M60 en la zona, en el que viajaban el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, y el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete, para realizar un recorrido de supervisión el día del sismo, los soldados iniciaron de inmediato las labores de demolición y retiro de escombros para concluir en tiempo récord la obra.
“Llegaron y dijeron que iban a quitar todos los escombros y se los llevaron; después aseguraron que nos iban a hacer una casa, y la estrené el martes pasado”, señaló la beneficiada Rubí Vázquez.
En suma, el Ejército retiró 793 metros cúbicos de escombros.
El dueño de la casa es José Vázquez Merino, el padre de Rubí, cuyo taller de carpintería colapsó con el sismo. Temía perder sus herramientas, pero logró rescatarlas y, con ayuda del Ejército, levantar de nuevo los dos cuartos que resultados dañados y que ahora ocupará como habitación.
Otra de las beneficiadas es doña Paula Montoya: “Estaba afuera con mi hija cuando cayó la casa, vino muy fuerte el temblor, fue de día como a las 5; si hubiera sido de noche, tal vez moríamos”.
En esos cuartos habitaba con sus tres hijos y nietos, por lo que al derrumbarse la casa otros vecinos los invitaron a pasar la noche en el campo donde se desplomó el helicóptero.
Sentada en la cama, ya en su casa nueva, da “gracias a Dios” por haberse quedado a dormir entre los escombros, decisión que tomó junto con su hija.