Cursos del Icapet buscan conservar gastronomía tradicional de Oaxaca

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Oaxaca de Juárez. Patricia González Santiago es una mujer que con mucho orgullo y respeto ha dedicado gran parte de su vida a la gastronomía oaxaqueña, una herencia familiar que la llevó a obtener el primer lugar del Concurso Nacional de Gastronomía realizado por los Institutos de Capacitación para el Trabajo (ICATS) en el estado de Puebla, en el año 2014.

Dicho concurso está conformado por dos categorías: Platillo de rescate y Platillo de creación. González Santiago obtuvo el primer lugar en la categoría Platillo de rescate, al preparar el “mole chichilo” original del estado de Oaxaca, que cautivó los paladares de las y los asistentes.

La preparación del chichilo se vuelve todo un arte cuando Patricia González explica cómo cada uno de sus ingredientes se funden lentamente mientras la preparación de chiles, hierbas y especias es tan minuciosa que se combinan dejando un olor muy fino a chile huacle y tortilla quemada que se expande por toda la casa.

“El chichilo es un mole originario de los Valles Centrales y también un mole ceremonial, que se elabora principalmente durante la velación de los difuntos” explica.

El premio nacional de gastronomía la fortalece y anima cada que prepara este platillo que para muchos es de presumir, como el mejor degustado. “Para mí fue una grata experiencia, lo más importante es preservar las recetas, el chichilo es un platillo que forma parte de la cultura oaxaqueña y su preparación va de generación en generación” expuso.

Comparte que el amor por la comida y su preparación, surgió desde que ella tenía apenas ocho años. “Mi abuela paterna tenía un pequeño taller de moles oaxaqueños que transportaba a la Ciudad de México, mientras que mis abuelos maternos eran panaderos y trabajaron por años el pan artesanal como el conocido pan amarillo y las hojaldras”.

Recuerda también que en el taller de panadería no dejaban entrar a las niñas, “Mi abuelo nos decía que había muchos hombres trabajando y no podíamos entrar, pero yo me las ingeniaba para meterme debajo de la mesa y ahí trabajaba, los trabajadores me cuidaban y discretamente les daba los panes que yo hacía para que ellos me los hornearan”.

Cada una de estas experiencias fueron motivantes para que Patricia perfeccionara su talento. “Inicié jugando y ahora tengo la satisfacción de hacerlo profesionalmente” comparte.

Actualmente es instructora del Instituto de Capacitación y Productividad para el Trabajo del Estado de Oaxaca (Icapet), en donde puede transmitir esos conocimientos que cada día contagian a más hombres y mujeres que se capacitan en la materia.

“Me motiva que más mujeres se quieren capacitar, desarrollar y también mejorar su calidad de vida” manifiesta. Asimismo, asegura que muchas mujeres que inician su negocio lo hacen con miedo y aunque al principio es de forma ambulante ofreciendo donas, pan o rebanadas de pastel, poco a poco sienten la seguridad para consolidar este oficio que ella asegura, es una labor muy noble.

Con sus trece años como instructora en el Icapet y un premio nacional, Patricia González es una mujer orgullosa de sus raíces, de su cultura y que espera seguir formando más generaciones de hombres y mujeres que como ella, confiesa, “muchas veces nos llega la necesidad de aprender algo más, hacer algo más en nuestra vida y que más delicia que la gastronomía de nuestro estado”.