Alex Hernández
Corría aquel 20 de junio de 1998, Francia tenía los ojos del mundo debido a ser la sede del mundial de futbol. México se jugaba su pase a la siguiente ronda ante un combinado belga que parecía, hombre por hombre, con mayor poderío que el tricolor. El suspenso y agonía no se hicieron esperar, al minuto 47 la selección mexicana perdía 2-0 ante un cuadro europeo que parecía liquidaría el juego en cualquier momento. Alberto García Aspe descontaría al 55 por medio de un penal. Pero el momento memorable corrió a cargo de uno de los más grandes ídolos del futbol mexicano en la actualidad: Cuauhtémoc Blanco. Al minuto 62 el “Cabrito” Arellano tomó el balón en la mitad de la cancha acarreándolo hasta cederlo a Ramón Ramírez que quien, con esa prodigiosa pierna izquierda característica, centró un pase largo que el “Cuau” logró empujar con el único recurso que tuvo: botarse con las piernas de frente y acariciar el balón para mandarla al fondo de la red.
Veinte años han pasado de aquel glorioso partido, donde la selección volvió a ilusionar, pero que al final quedó en el camino de siempre. Cuauhtémoc Blanco nunca imaginaría, en aquel entonces, que sus goles se convertirían más adelante en el mayor de sus argumentos para una campaña electoral, ocupándolos como herramienta, al igual que la remembranza de sus viejas hazañas futbolísticas, para convencer a los morelenses que, como en sus años mozos, daría el todo por el todo en este nuevo ciclo de su vida, tal y como lo hizo en su carrera futbolística. Al parecer el discurso le salió tan bien que el electorado lo apoyó en su mayoría, arrasando en la entidad con un 52% de los votos, convirtiéndose en el nuevo gobernador de Morelos. Los recuerdos como ídolo pesaron más que una predecesora administración como alcalde de Cuernavaca lastimada por uno que otro escándalo de corrupción, aumento en los índices de inseguridad, “escenitas” como la huelga de hambre de dos días o las riñas apalabradas entre él y el, aún gobernador, Graco Ramírez.
Aún no sabemos si Morelos es fiel apasionado al balompié, es el territorio con mayor número de americanistas del país o simplemente prefieren que una cara conocida gestione sus recursos y gobierne sus instituciones. El perfil de Blanco dista mucho de ser un buen gobernante, porque seamos sinceros, el “Cuau” siempre fue un prodigioso futbolista, pero un pésimo competidor. Los pleitos y festejos desmedidos también forman parte de su currículum futbolístico, y si nos vamos a valorar su gestión como alcalde, simplemente no sabemos en cual sale peor calificado.
Mucho se habla de que Cuauhtémoc se vio beneficiado de este fenómeno que aún se sigue estudiando: “la ola AMLO”. Abanderado por el Partido Encuentro Social, parece ser que los spots con Andrés Manuel y su respaldo incondicional le surtieron efecto al partido político en coalición. Porque no es por discriminar, pero ya lo hubiera querido ver siendo candidato del PRD. Al parecer en esta ocasión alguien más se llevaba el crédito de la victoria y los reflectores de los medios, en esta ocasión Cuauhtémoc Blanco no resolvería el partido, sólo se subiría al barco para festejar.
Hoy Blanco está ante el mayor de sus retos, convencer que un ídolo puede seguir siéndolo aun ostentando el puesto de los mayores villanos. No la tendrá fácil, la prensa en este ámbito es mucho más encarnizada que la deportiva, las partidas no se ganan con su talento nato, sino con la correcta toma de decisiones, algo de lo que no está muy acostumbrado; aquí no hay tiempos extras ni gol de oro, o realizas un buen trabajo o te conviertes en el malo de la película. No hay reivindicaciones, no se soluciona con “cuauteminhas” y regates, hoy el público espera mucho más que un gol de último minuto y un festejo pintoresco, hoy los morelenses esperan que lo saquen de la pobreza, la inseguridad junto con el analfabetismo. Suerte “Cuau”, demuestra lo que nunca tuviste en la cancha: mente fría, templanza al igual que diplomacia. Pero no se te olvide lo que te caracterizaba sobre ella: corazón, garra y muchos hue…