Excélsior.
Ciudad de México. Al término feminicidio se incorporó al Diccionario de la lengua española en 2014. Lamentablemente esta palabra ha recorrido el mundo con rapidez y a últimos años se ha convertido en una cruda realidad que enfrentamos día a día.
Su definición es clara -y horrorosa-, es un crimen de odio llevado a cabo contra las mujeres sólo por el hecho de ser mujer.
Este acto suele estar acompañado de tortura, mutilaciones, quemaduras, saña y violencia sexual y por lo general al difundirse masivamente llevan el nombre de la víctima.
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Sin embargo, el caso ‘Nahir Galarza’ fue diferente y se volvió mediático porque ese es el nombre de la victimaria.
Retomando el tema puesto en la mesa por el canal AJ+Español -que cuestiona el por qué de la situación-, decidimos sumergirnos en la historia.
Caso de Nahir Galarza, el homicidio que rompió esquemas
La joven argentina fue puesta como protagonista del caso por tomar ‘las armas’ sin ser una rechazada social, todo lo contrario, era una ‘niña bien’, con estudios, rodeada de un entorno tranquilo.
Con 19 años, Galarza se acaba de convertir en la mujer más joven en ser condenada a cadena perpetua en el país sudamericano por un horrible crimen: asesinar a su novio Fernando Pastorrizo, de dos balazos.
Pero ¿por qué los medios decidieron llamar al caso con el nombre de ella y no el de él?
Sin seguir la lógica de los feminicidios, toda la atención se ha centrado en ella, por su ‘belleza’, su edad y hasta su entorno. A simples palabras: NO encaja en el estereotipo de ‘asesina’.
Aunque suene terrible, la gente se ha acostumbrado a escuchar casos de hombres asesinos y de mujeres víctimas, por eso, al ser al revés, este caso cobró relevancia y fue el que tuvo más repercusión mediática en los últimos meses por la sentencia historia.
Increíblemente, el fallo contra ella aún no es firme y puede ser recurrido, si los tribunales superiores ratifican la condena, la joven podrá salir en libertad condicional cuando haya cumplido 35 años de cárcel, es decir, a los 54 años.