Forbes.
Ciudad de México. Fue una promesa de campaña: De llegar a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador desaparecería al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). Ahora, con la victoria bajo el brazo y a menos de 150 días de asumir el poder, el equipo del virtual presidente electo confirma la decisión.
Alfonso Durazo, quien será el próximo titular de la Secretaría de Seguridad Pública, confirmó hace unos días la desaparición del organismo en virtud “de que el uso político que se ha hecho de él lo ha deslegitimizado”.
Sin dar muchos detalles, Durazo añadió que el lugar del centro será ocupado por la Agencia Nacional de Inteligencia, y que buscará “recuperar todo lo que sea rescatable del propio Cisen”, entre ellos el personal que ahí labora.
Sin embargo, en opinión de expertos, el proceso no será sencillo, dado que se trata de un cuerpo vital para el funcionamiento del gobierno.
“Éste es un tema que el Estado requiere estratégicamente, su labor es muy relevante para todo lo que desarrolla la administración pública. Actualmente las condiciones de violencia, crimen e inseguridad hacen que su función, su trabajo preventivo, sea imprescindible”, advierte Alfredo Paredes, consultor en temas de seguridad.
El analista es aún más contundente: “Es ingenuo pensar que se puede gobernar sin estos recursos. La seguridad nacional y la seguridad interna dependen de estas funciones.”
Juan Carlos Montero, académico del Departamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política del Tec de Monterrey, señala que no se trata de un debate nuevo: “Vicente Fox quiso desaparecer al Cisen, llegó con el mismo discurso y no lo hizo por la sencilla razón por que es un eslabón necesario para la inteligencia nacional. También lo intentó Felipe Calderón.”
El especialista explica que para abordar el tema de la desaparición del centro, es necesario comprender su función, “la Secretaría de la Defensa Nacional y la Policía Federal sólo hacen inteligencia de Seguridad Pública, mientras que el Cisen hace inteligencia estratégica”.
¿Qué hace exactamente el Cisen?
El Cisen fue creado por decreto del presidente Carlos Salinas de Gortari el 13 de febrero de 1989 como un órgano dependiente de la Secretaría de Gobernación. Las facultades del centro fueron delimitadas de forma más clara durante la administración de Vicente Fox con la aprobación de la Ley de Seguridad Interior.
En dicha ley, se detalla que el Cisen es un “órgano de inteligencia civil al servicio del Estado Mexicano cuyo propósito es generar inteligencia estratégica, táctica y operativa que permita preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado Mexicano, dar sustento a la gobernabilidad y fortalecer al Estado de Derecho”.
Su papel “consiste en alertar y proponer medidas de prevención, disuasión, contención y neutralización de riesgos y amenazas que pretendan vulnerar el territorio, la soberanía, al orden constitucional, las libertades e instituciones democráticas de la población mexicana, así como el desarrollo económico, social y político del país”.
Paredes explica que el trabajo del Cisen es analizar las potenciales amenazas políticas, económicas, climáticas, sociales y culturales que se encuentran latentes o manifiestas dentro del territorio nacional.
El doctor Montero, del Tec de Monterrey, profundiza en ese tema: “Hay temas fundamentales para seguridad nacional que son investigados por el personal del centro, en el que hay muchos expertos en diversos temas, por ejemplo el del cambio climático y la disponibilidad del agua en el futuro”.
No obstante, hay un aspecto ineludible entre las actividades del centro como órgano facultado para reunir y analizar inteligencia estratégica: el espionaje.
Un ex integrante del Cisen, que accedió a hablar con Forbes bajo la condición de permanecer en el anonimato, confirmó las labores de monitoreo y espionaje del centro:
“En el momento en el que estamos hablando del Cisen automáticamente estamos siendo grabados, hay protocolos, hay códigos que los sistemas de control telefónico a los que distintas dependencias tanto militares como civiles tienen acceso y son recibidas en distintas centrales para que se vayan filtrando”, aseguró la fuente.
El ex funcionario dijo además que el trabajo del Cisen es reunir elementos de información técnica, táctica, comercial y política, a veces de forma extrajudicial. Ese esfuerzo incluye labores de contrainteligencia que buscan indagar sobre el trabajo de espionaje que pueden realizar gobiernos de otros países dentro del país en materia política, cultural económica y lo que tiene que ver con recursos naturales y energéticos. Sin esa información, “como gobierno no podrías hacer prácticamente nada”, añade.
El doctor Arturo Alvarado, profesor investigador del Centro de Estudios Sociológicos del Colegio de México, se pronuncia en un sentido similar: “El trabajo del Cisen tiene que ver con seguridad regional, seguridad estratégica, temas de migración, cooperación internacional de muy distinto orden, pero no sólo está eso, están las consecuencias del cambio climático, la globalización, el crimen global, no puede uno pensar que México tenga una estrategia de combate al crimen organizado sin tener conocimiento real de qué está pasando en el contexto global.”
El futuro del centro
A pesar de que el Cisen ha sido acusado en el pasado de operar fuera de la ley, Montero advierte sobre ejercer juicios generalistas: “Es importante separar la institución de los titulares, la institución es sumamente valiosa, no se puede desaparecer.”
Para el doctor Alvarado, del Colmex, es cierto que “como está la organización del Cisen, y toda la evidencia conocida públicamente hasta ahora, es que no es precisamente una organización del Estado que cumpla sus objetivos”. No obstante, cuestiona: “¿Es factible corregirla o hay que eliminarla? Hay un intermedio. Si la organización o sus miembros incurrieron en alguna actividad desviada a la norma o ilícita yo creo que antes de cambiarla habría que averiguar. No sólo cerrarla y olvidarlo todo.”
“¿Los Estados necesitan un órgano que se llama de inteligencia, entendida ésta como la inteligencia decimonónica y todavía de la posguerra o del periodo de la Guerra Fría? Yo creo que no, se necesita un órgano de otro orden”, cuestiona.
El experto coincide en que el Estado necesita tener un brazo que les permita conocer, diagnosticar, prever y dar medidas de atención a una serie de aspectos que tiene que ver con esa “antiquísima idea de seguridad nacional y ésta nuevísima idea de seguridad interior”, algo de lo que “no se ha hablado hasta ahora debate que hemos tenido, de claridad respecto a cómo debe haber un organismo de seguridad interior que esté dentro de un marco de democracia y de estado de derecho, que es lo que no tenemos, eso no existe y es lo que hay que crear”.
De acuerdo con el académico, “hay que pensar qué tipo de organización queremos y en dónde colocarla. ¿Debe estar al mando del Ejecutivo y obedecer a él en donde él quiera ponerla? ¿Debe ser un órgano que tenga un cierto monitoreo, supervisión e integración con el poder Legislativo, eso no se ha discutido, se pensaba que esta era una tarea central del Ejecutivo, pero el Legislativo podría decir algo.” En ese sentido, la Ley de Seguridad Nacional establece la corresponsabilidad de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial en la materia.
Para el investigador, el futuro del Cisen, o de la institución que vaya a reemplazar a éste, debe pasar por la consulta pública: “Yo creo que valdría la pena abrir un diálogo nacional e internacional para abordar la pertinencia de contar con un órgano como este y luego qué diseño institucional sería el más viable para un Estado democrático de derecho y a partir de ahí, quiénes son los que deben integrarlo”.
A pesar de los anuncios del próximo presidente y su futuro secretario de Seguridad Pública, aún hay un camino que seguir. El Cisen actúa por mandato legal, y sus funciones no pueden ser suspendidas de manera abrupta. Sólo resta esperar para ver cómo es que se conforma el nuevo cuerpo, en torno a lo que, los expertos esperan, exista un debate.