Alberto Alonso Criollo
Viendo en perspectiva, los últimos discursos del nuevo Presidente del país, diluyen cualquier duda sobre el sentido del Gran Proyecto de Transformación con el que se compromete. No se trata de la argucia política recurrente de los grupos en el poder, en los últimos 6 sexenios de la historia del país, de que las cosas cambien para que todo siga igual. Hay la determinación real de transformar al país; pero los obstáculos son enormes y complejos.
Con todo y los formidables desafíos que el entorno adverso de actores y circunstancias políticas supone; el talento del nuevo Presidente se sigue imponiendo. Hay coherencia y claridad en sus planteamientos; tiene ya un conjunto de disposiciones inéditas en materia legislativa que dan paso a una nueva institucionalidad en donde se combate la corrupción y se promueve el mérito como base de la vida social. No menos importante el sentido de solidaridad con la gente.
Por lo demás hay base técnica en su propuesta de indudable valor. Se ha manifestado el interés de pleno respeto al cuidado de las variables macroeconómicas, incluyendo la promesa de no trasgredir las reglas del funcionamiento de los mercados, ni ir en contra de la lógica del capital productivo. De modo integral, la política social no está pensada como una dádiva paralizante de la vida productiva sino como un poderos acicate para el desarrollo del mercado interno.
El otro gran tema de la seguridad pública, a pesar de la controversia suscitada más en la postura contestataria que en el análisis de fondo, tiene una concepción interesante y coherente en la medida que se acompaña con una nueva filosofía de integridad, eficiencia, disciplina y profesionalización. Hay que reconstruir los cuerpos de seguridad que son corresponsables de la crisis de violencia que sufre el país.
Andrés Manuel comunicó en sus primeros mensajes que no se echa para atrás y que si va el Proyecto de Regeneración del país. Esa coherencia, le sigue aportando puntos a pesar de algunas decisiones controvertidas. Su prestigio sigue en ascenso y todavía seguirá creciendo porque a la impresionante expectativa generada con limitados recursos de campaña; ahora tiene a su servicio al poderoso aparato de estado que ya ejerce su influencia.
La coyuntura para el Presidente es positiva; sin embargo, nadie en su sano juicio puede esperar que en esta transición de régimen esté tapizada con pétalos color de rosa. Los adversarios y enemigos del cambio son muchos, fuertes y no están mancos. Por el contrario, representan inercias de poderosos intereses políticos, económicos y hasta de tipo cultural que ya están actuando en varios niveles de la vida social.
Indudablemente el Presidente está haciendo su chamba; da la impresión de que las fuerzas de la izquierda agrupadas en su partido, Morena, no están haciendo la suya, en términos de construir por abajo, la agenda política; la agenda de bienestar local y por supuesto la gran base organizativa de tipo social y política de apoyo masivo a su Presidente.
En el nivel nacional va la agenda de cambios reales; en el caso de algunos estados no se ve la misma determinación. En extremo grave el caso de algunos estados, como en Oaxaca, en donde quedan serias dudas, de si todas las fuerzas de Morena también van en el proyecto de cambio postulado por el Presidente de México.