Ratas, una plaga que se convirtió en pesadilla para los capitalinos

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Excélsior.

Ciudad de México. Una sola rata se puede reproducir cada tres semanas con camadas de unas cuatro a cinco crías, cada una de ellas alcanza su madurez sexual a las nueve semanas de vida, por lo que el crecimiento de ratas y roedores que cohabitan con las personas en la Ciudad de México es exponencial.

La médico veterinaria y maestra en Ciencias de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional Autónoma de México, Paola Martínez, explicó que las ratas y ratones de las especies Rattus Rattus y Mus Musculus, se pueden considerar como una plaga debido a que de entrada son especies exóticas, es decir, no son endémicas del país.

La distribución natural de estos roedores no era el continente americano y son procedentes de la India y el Medio Oriente; así, cuando se realizaron intercambios comerciales al país, estos tenían incluidos a las ratas y ratones que han sido tan prolíficas que han desplazado a especies endémicas de roedores, explicó.

La especialista expuso además que se les puede considerar como plaga debido al veloz crecimiento de sus poblaciones, ello, aunado a que por su distribución en la ciudad, es decir, cerca de parques, terminales de transportes públicos y mercados no cuentan con depredadores naturales; así, aun cuando existen gatos y perros ferales que podrían disminuir sus poblaciones, la proporción de estos animales en comparación con la de estos roedores es mucho menor.

Este panorama se suma a que en la capital mexicana no se cuenta con corredores naturales para el mantenimiento de estas especies, además de que tienen una buena cantidad de alimentos para subsistir, “saben que donde hay personas hay recursos para que se alimenten, así se han adaptado para estar en contacto con las personas”.

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En ese sentido, explicó que además se han acostumbrado tanto a estar en contacto con la gente que ya no son tan temerosas, e incluso a veces tienen comportamientos agresivos para así asegurar sus territorios y establecer sus colonias, lo que además desplaza a las especies de roedores endémicos.

Otra causa importante es que sus características reproductivas son muy rápidas, lo que tampoco permite tener un cálculo específico para conocer el tamaño de sus poblaciones.

En parques y otros lugares con animales más carismáticos como ardillas y palomas, que en realidad también se les puede considerar como plagas, las personas sienten una necesidad de alimentarlas, sin embargo, se ignora que, al hacerlo, también se les da de comer a ratas y roedores.

Somos parte del problema a la hora de proporcionarles recursos a estos animales y que ellos se adapten a nuestras presencias”. Las palomas y dos especies de ardillas son también una plaga debido a que ninguna es endémica, aunado a que sus poblaciones incrementan de manera exponencial, sola que como son más carismáticas nadie las considera como una plaga.

La experta expone que el problema con las ratas y roedores es que además de que están más en contacto con las personas, tienen algunos parásitos que podrían ser dañinos.  Recordó los casos de peste registrados en la capital hace cientos de años, que fueron propiciados no por las ratas, sino por los parásitos que venían con ellas, además de sus desechos que liberan bacterias que pueden ser transmitidas a las personas.

Si lo vemos de una manera ecológica al estar en contacto con estos animales y con sus parásitos, así como en el mismo entorno, sí hay una vía de transmisión directa”, es decir en los parques, que es donde tienen más posibilidades de encontrar comida, también hay muchos perros domésticos que pasean por ahí, quienes al estar en contacto con los orines y excrementos de los roedores puede propagar bacterias.

Al no contar con estimaciones puntuales de las poblaciones de ratas y ratones, tampoco se han establecido medidas para mitigar este problema. Una forma de ayudar es tener consciencia y educación para no tirar basura y tener un mejor manejo de residuos.

Se trata, dijo, de una suma de esfuerzos entre la sociedad y el gobierno, aunque señaló que sería interesante incluir a la academia para así conocer con mayor profundidad el comportamiento y ecología de estos animales, para de esta manera plantear una estrategia más exitosa a fin de mitigar el problema de los vecinos incómodos.