Por: Antonio Moreno Castañeda
Ojalá pudiera caber la prudencia de todos los actores que participan en el proceso educativo, la cuestión es especialmente compleja, ya que lejos de resolver los problemas de este rubro la pseudo-reforma Educativa de Peña Nieto lo único que ocasionó fue empeorar las cosas.
Problema este de la Educación que toca la estructura misma del sistema político mexicano, pues mucho de lo que se vive actualmente está vinculado con el funcionamiento del corporativismo, uno de los pilares en el que se ha basado el mencionado sistema.
Prácticamente el mejoramiento de la educación durante el período de Enrique Peña Nieto, como presidente de la república, se quedó en “letra muerta”, la “profunda transformación educativa” de la que hablaba Aurelio Nuño Mayer, secretario de Educación de aquel gobierno, sólo existió en la imaginación de este funcionario, hubo en cambio serios retrocesos, algo tan grave como el propiciar que los cargos directivos, de alto nivel, estuvieran cada vez más alejados de la realidad de las escuelas, realidad que desconocían completamente; además de propiciar, también, un afán desmedido por las estadísticas sin importar la realidad del proceso educativo, todo se quiere justificar con estadísticas, aunque éstas estén casi siempre alejadas de la realidad.
La educación es un proceso bastante complejo, que no solamente consiste en la transmisión de conocimientos, se quiera o no reconocer la educación está vinculada a una cosmovisión, es decir a una forma de entender y juzgar el universo; la educación está también vinculada a una cultura, lo que implica un idioma, una religión, creencias, mitos y ritos que tienen en común cada una de las diversas colectividades humanas; todo ésto no se tomó en cuenta dentro de la pseudo-reforma educativa peñanietista
La reforma educativa de Enrique Peña Nieto, ni fue reforma ni fue educativa, únicamente fue una reforma legal dirigida, prácticamente, a castigar a los docentes, se puso mucho énfasis en una supuesta evaluación a los profesores, olvidando que por su complejidad el proceso educativo requiere de muchos elementos, para su adecuado funcionamiento: desayunos escolares con los nutrientes necesarios para el desarrollo de niños y adolescentes, instalaciones modernas, equipamiento acorde a las circunstancias actuales de una vida cada vez más basada en la informática, espacios verdes para el esparcimiento de los alumnos, un sistema de “aula abierta” con actividades artísticas y deportivas bien planeadas; todo ésto lo han implementado países como Finlandia que han mejorado mucho su educación en las últimas décadas.
En México, actualmente, en cambio se sigue el tradicional sistema educativo prusiano, aunque oficialmente se diga lo contrario, este sistema es básicamente militarizado o por lo menos semi-militarizado, vertical donde el maestro expone y el alumno escucha, sin que este último tenga una participación activa, es además casi exclusivamente memorístico y casi por completo enciclopédico, es decir, este sistema está alejado de la realidad del siglo XXI.