Política en 90: Los riesgos de la “inclusión” en la Reforma Educativa

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Jorge Oropeza

La discusión sobre la Nueva Reforma Educativa 2019 es lejana a los temas de la educación especial. La idea existente de “inclusión” generaliza, confunde y hasta se contradice.

Primero que nada se tendría que poner sobre la mesa el tema de la especialización en la formación que se brinda en las Normales de Educación Especial. Y es que, a pesar de que las y los estudiantes de estas escuelas salen con una orientación hacia alguna de las áreas de atención, no deja de ser una educación genérica para un mundo con necesidades especializadas. No es lo mismo atender hiperactividad, menores superdotados, niños Down, invidentes o infantes con sordera. Avanzar en esto requiere una profunda reforma curricular hoy ausente del debate.

Asimismo, es claro que ni en el Congreso ni en la academia se discute la necesidad de preparar a las y los docentes de niveles regulares para integrar en sus grupos – como se pretende – a alumnado con discapacidad. En otras palabras, las Normales de Preescolar, Primaria, Secundaria y Educación Física deben enseñar didáctica para reinsertar a un grupo normal a menores con discapacidad.

Por otro lado, al igual que en el nivel indígena, en la educación especial existen mecanismos administrativos y políticos que promueven adscripciones de docentes sin lógica pedagógica. Es así como especialistas en enseñanza para el autismo llegan a escuelas que requieren atención a sordomudos.

Un elemento más que está ajeno al debate que vivimos es la exclusión en infraestructura y recursos humanos. No hay rampas, baños de fácil acceso y demás elementos básicos para las distintas modalidades de discapacidad. Ni siquiera se cuenta con plantilla completa con especialistas en Medicina, Odontología, Trabajo social, Comunicación y Lengua, Psicología, Educación Física, Pedagogía y Talleres de capacitación. Tampoco se incentiva la especialización para la atención de niñas y niños superdotados.

Hoy las tendencias le apuestan a reforzar esquemas para integrar a las y los menores con discapacidad a escuelas ordinarias. Dicen que eso es “inclusión”. Pero más allá de esto – que representaría paradójicamente una exclusión automática en las dimensiones personal, social y pedagógica de estas personas, destinándolos al rezago y a la deserción–, una propuesta más viable sería transformar los centros de atención múltiple a poderosos centros especializados en atención de menores con discapacidad en donde se fortalezcan la infraestructura, el equipo y la especialización de recursos humanos, y en donde exista la posibilidad de diagnosticar, planificar, desarrollar tratamientos pedagógicos específicos, encausar la integración de los casos que sí sean factibles para su reinserción en escuelas que cuenten a su vez con unidades expertas en su inclusión, así como determinar tratamientos de personas sin posibilidad de reintegración, dando el seguimiento adecuado.

*Presidente del Colegio de Profesionistas Compartir Conocimiento A.C.