La batalla de Oaxaca: crónica del conflicto que divide a Eloxochitlán de Flores Magón

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Aristeui Noticias

Ciudad de México. La mañana refulge azulada y fresca en la Sierra Mazateca, al norte del estado de Oaxaca.

El encuentro clandestino acontece en una ranchería del municipio boscoso de Eloxochitlán de Flores Magón, cuna de Ricardo Flores Magón, el anarquista más legendario de la historia de México.

En el cuarto de adobe, una treintena de cafeticultores converge en secrecía con Marcelino Miramón, su líder en la cooperativa Unión de Cafeticultores de Eloxochitlán.

La policía lo busca desde hace más de tres años, acusado de daño por incendio, delito presuntamente cometido el 14 de diciembre de 2014, cuando estalló el largo conflicto entre integrantes de la Asamblea Comunitaria y el poder caciquil de la familia Zepeda, que ostenta el control político del lugar desde 2010.

La cooperativa es parte de la Asamblea mazateca regida por usos y costumbres. Esa mañana son mayoría las mujeres de edad, monolingües, forjadas por la dura cotidianidad. Algunas caminaron por una, dos o tres horas desde lejanos caseríos dispersos en la cordillera.

Un puñado de hombres está en la puerta, atento a presencias ajenas. En esta ocasión, sin embargo, la reunión es urgente por otra amenaza, ésta microscópica. Miramón le consiguió a su grupo matas de café para aliviar la devastación de la roya, el hongo despiadado que aniquila sus plantíos de grano arábigo.

La reunión deviene en entrevista colectiva sobre los abusos de la familia de Manuel Zepeda Cortés, presidente municipal en el periodo de 2011 al 2013, y de su hija, Elisa Zepeda Lagunas, que lo secundó de 2017 a 2018. Elisa es ahora presidenta de la Comisión Permanente de Administración y Procuración de Justicia del Congreso de Oaxaca, arropada por Morena, Partido que arrolló en las elecciones de 2018, en coalición con Encuentro Social (pes) y Nueva Alianza (na), con el triunfo señero de Andrés Manuel López Obrador en la presidencia.

“La policía me busca, mi vida ya no es normal, es de persecución”, manifiesta el líder cafeticultor. Asegura que también lo acusan de un delito fabricado. El futuro de la organización que encabeza, con nueve años de trabajo y 120 cafeticultores, depende de su libertad.

El indígena de cuerpo macizo finaliza el encuentro. Camina con apremio a su refugio. Recorre los cerros por veredas escarpadas. Cruza por caseríos pauperizados rodeados de cafetales enfermos. Culmina su periplo sin agitarse. “Flores Magón no fue como los Zepeda, que persiguen a sus propios paisanos”, expresa indignado.

La Tercera Sala Penal del poder judicial del estado dio por prescrito el delito que se le imputa, pero el juzgado de Huautla de Jiménez, según su abogado Daniel Sosa, está coludido con los Zepeda, y no aceptó la resolución, violando así su debido proceso.

En Eloxochitlán se enfrentan dos formas de gobierno. Uno es el modelo autonómico de la Asamblea Comunitaria, que elige a sus autoridades por medio del sistema indígena de usos y costumbres.

Abreva de la memoria de los hermanos Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón, los héroes incómodos de la Revolución mexicana por su combatividad a las estructuras de poder centralizadas y autoritarias. Aquí su legado no es necesariamente ideológico, es más bien simbólico, ciertamente mítico, legitimador.

También abreva de la lucha magisterial de los años ochenta y noventa. El modelo contrario, al que se enfrenta la Asamblea Comunitaria, representado por la familia Zepeda, es un cacicazgo que recurre al mismo sistema tradicional, pero busca el control del gobierno apoyado por partidos políticos.

La tensión entre los dos modelos estalló con violencia por una serie de bruscos acontecimientos.

El primero de ellos ocurrió el 24 de noviembre de 2014, cuando Zepeda tomó el Palacio Municipal con violencia. Alfredo Bolaños se desempeñaba como presidente municipal, y Miramón, como regidor.

Ese día finalizaba el plazo, fijado por la Auditoría Superior del Estado de Oaxaca, para la comprobación o reintegración de una asignación federal al municipio de 20 millones 500 mil pesos, no justificada por el gobierno anterior, del mismo Zepeda.

Por si fuera poco, tres semanas después, la Asamblea Comunitaria se reunía para elegir un alcalde (autoridad agraria distinta del presidente municipal). En el clima de aguda tensión provocada por la usurpación del Palacio, un grupo de Zepeda tiroteó a la asamblea. Hubo seis heridos de bala, de acuerdo con el abogado Sosa.

Ese ataque, sumado al anterior, colmó los ánimos. Se desataron trifulcas.

Los agredidos quemaron viviendas de los Zepeda y golpearon a su esposa, su hija, su hijo y uno de los hombres armados que tomaron el Palacio. Los dos últimos resultaron muertos.