Notimex
Apenas esta semana el asteroide 2008 KV2 se acercó a la Tierra a una distancia equivalente a 17 veces la que separa al planeta de la Luna. Nada riesgoso comparado con el meteorito que el 30 de junio de 1908 arrasó 100 kilómetros de bosque en Siberia y motivó que se decretara el Día del Asteroide.
El propósito: celebrar el 30 de junio de “cada año a nivel internacional el aniversario de aquel impacto en Tuguska, Siberia (…) para aumentar la conciencia pública sobre el impacto de los asteroides”, según la resolución A/RES/71/90 emitida por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 6 de diciembre de 2016.
Pero además de la sensibilización pública, se busca informar qué medidas de comunicación se adoptarían en caso de crisis por “una amenaza verosímil de impacto de un objeto cercano a la Tierra”, como propuso la Asociación de Exploradores del Espacio (ASE) y aprobó la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos.
“Las probabilidades son 100 por ciento de que nuestro planeta sea golpeado de nuevo por un gran objeto cercano (…) y hemos descubierto solo una pequeña fracción de los millones de objetos capaces de destruir una ciudad”, según ASE, que integra a 400 viajeros espaciales de 38 países que han completado al menos una órbita al planeta en una nave espacial.
El asteroide que se acercó el jueves pasado a la Tierra llama la atención por su dimensión estimada entre 150 y 330 metros cuadrados, y su paso recurrente que volverá a ocurrir en 2021, en 2022 y años subsecuentes, aunque sin peligro.
Esto se sabe por la observación y estudio que hacen organismos especializados como la Administración para la Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés).
Esa es “la importancia del intercambio de información para descubrir, vigilar y caracterizar físicamente los objetos cercanos a la Tierra potencialmente peligrosos”, a fin de asegurar el conocimiento general de las posibles amenazas, prevenir y garantizar una respuesta ante un eventual desastre por impacto, como establece la resolución de la ONU.
La observación permanente del espacio y la información compartida es lo que permite conocer también que este año otro asteroide, con una dimensión de 40 metros, clasificado como 2006 QV89, se acercará en septiembre a la Tierra a una distancia de 6.7 millones de kilómetros.
Además, facilita el análisis de los datos que proporcionan científicos, especialistas y observadores del espacio, como los que fueron compartidos por Benny Oeiser, de la Universidad John Moores de Liverpool para alertar por la “gran posibilidad” de que el asteroide 2002 NT7 impactase la Tierra en febrero pasado, con sus dos kilómetros de diámetro y velocidad superior a los 100 mil kilómetros por hora.
Uno de los organismos orientados a ese análisis es el Jet Propulsion Laboratory, a través de un proyecto en el que colaboran observatorios y universidades de Estados Unidos, Japón y de varios países de Europa, y que tiene en su punto focal 108 objetos espaciales considerados “potencialmente peligrosos”, señala la Fundación para el Conocimiento madrid, con sede en España.
Otras acciones son las realizadas entre la NASA y la Agencia Espacial Europea por las que planean “volar un par de naves robóticas para interceptar el asteroide Didymos cercano a la Tierra en 2022”, de manera que mientras una lo impacte para alterar su periodo de órbita, otra arribe después, evalúe el cráter formado y mida el cambio de velocidad que produzca, explica la ASE en su sitio web.
Para la conmemoración del Día del Asteroide este 2019 se programan diversos eventos desde la observación astronómica, transmisiones en vivo y proyección de películas temáticas, a demostraciones prácticas de sistemas de defensa planetaria y exploración, en museos, planetarios e institutos de investigación.
¿Qué es un asteroide?
La NASA define los asteroides como objetos rocosos o metálicos que orbitan al sol, se encuentran en la trayectoria orbital de los planetas y son restos de la formación del Sistema Solar, que se desarrolló hace unos cuatro mil 600 millones de años.
La mayor parte se concentra en la zona conocida como cinturón de asteroides, ubicada entre las órbitas de Marte y Júpiter, tienen formas y tamaños irregulares y los mayores conocimientos sobre ellos proviene del estudio de sus fragmentos o meteoritos que caen a la superficie terrestre.
Cuando un asteroide entra en la atmósfera terrestre se enciende y se transforma en meteoritos, explica el sitio astronomía.com. Algunos asteroides conservan grandes proporciones e incluso se les llama “planetas menores” y varios más realizan sus recorridos orbitales en compañía de otro.
El conjunto de ellos, asegura el sitio, acumula una masa total que no supera la que tiene la Luna, y el más visible desde la Tierra es Ceres, descubierto en 1801, clasificado en el tipo “C”, con un radio de 457 kilómetros y que se ubica a una distancia media del Sol de 413 millones 900 mil kilómetros.
“Los asteroides no son solo cuerpos que pueden causar destrucción al impactar en la Tierra, también pueden haber jugado un papel central en el origen de la vida”, advierte a su vez asteroidday.org en su sitio dedicado a la celebración del Día del Asteroide.