La Jornada
Familiares de pacientes de institutos nacionales de alta especialidad señalaron que si bien hay equipamiento y atención adecuada en sus instalaciones, sufrimos mucho para juntar los recursos y comprar las medicinas cuando los pacientes salen del hospital o acuden a su consulta externa.
En un recorrido realizado por La Jornada por diversos institutos nacionales de salud, se constató que entre las principales demandas de pacientes y familiares está el acceso a estudios médicos y fármacos de calidad a buen precio.
Aquí venimos, por lo general, gente de escasos recursos. No tenemos seguridad social y nuestros familiares tienen padecimientos graves, asegura Felipe Robles, quien acude con su esposa al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
“Acudimos desde hace más de 20 años, recuerda. Acá le han controlado su diabetes y otros males, pero te atienden, te dan la consulta y luego te dicen ‘aquí está su receta’ y ahí es donde se batalla, porque muchas veces tienes que pedir prestado o ver quién de la familia te puede apoyar.”
Javier, paciente del Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez recuerda que desde 2015, cuando tuvo que ser internado por el agravamiento de su padecimiento cardiaco, recibí una atención de excelencia. Y desde esa fecha vengo cada 15 días a mis revisiones. El hospital cuenta con el equipo necesario y el personal especializado, en general nos tratan muy bien.
Sin embargo, señala que pese a que todo paciente de los institutos nacionales pasa por un estudio socioeconómico para establecer qué capacidad de pago de los servicios tenemos, sus resultados no se aplican si el instituto donde te atienden te envía a otro para realizar algún estudio. No se respeta que seas del nivel uno o dos, que está entre los más bajos, y te aplican el mismo costo que le dan a un paciente de nivel cinco, lo que a veces hace imposible cubrir el monto.
Remigio Roldán, acude cada mañana al Instituto Nacional de Cancerología, donde está internada su esposa con la esperanza que un día nos digan que se puede ir a la casa. La preocupación que ahora tenemos en la familia es cómo le haremos con las medicinas cuando salga del hospital, porque son muy caras, pero lo primero es la vida, así que veremos de dónde se saca.
Rodeado por sus hijos, todos dedicados al comercio ambulante, confía en que la promesa del presidente Andrés Manuel López Obrador de dar acceso gratuito a la salud a toda la población, aún se haga realidad. Hasta ahora no se ha cumplido, pero ojalá sea pronto, porque cada vez estamos más viejos y no siempre los hijos pueden apoyarte, pero al menos podemos venir aquí y nos atienden. Nos cobran lo poquito que podemos dar, y eso ya es una ayuda muy grande.
En el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Ismael Cosío Villegas, Sonia espera a su hijo, Enrique, de la consulta para atender su grave padecimiento pulmonar. Señala que fue operado hace seis meses, por lo que sigue en recuperación. Los médicos y enfermeras lo atendieron muy bien. Fue un trato humano, decente.
Pagamos poco por todo sus servicios, pero es lo más que tenemos. Ahora juntamos entre toda la familia para sus tanques de oxígeno y otros medicamentos, afirma. Como podemos la vamos llevando, pero ojalá que hubiera alguna forma que a los pacientes más pobres les dieran a mejores precios todo lo que necesitan, porque sin su oxígeno Enrique es como un pez fuera del agua. Y vivimos con esa angustia.