Excélsior
El festejo de la boda tiene sus particularidades en el estado. Por su apego a los usos y costumbres son eventos rodeados de alegre música y enmarcados por singulares prácticas tradicionales, que los convierten en un acto festivo, lleno de novedad y espectacularidad.
En las bodas que se llevan a cabo en algunas comunidades y pueblos indígenas prevalecen usos y costumbres adaptadas a los tiempos actuales, sin faltar una comida deliciosa, así como sus diferentes tipos de mezcal, dulces y nieves son parte del mejor menú que se sirve.
Aunque existe un mosaico en las formas de celebrar la unión de dos personas, según la región de Oaxaca, a continuación dos muestras.
REGALOS Y GUAJOLOTE
El cronista de Tlacolula de Matamoros, Gerardo García, destacó que las bodas en esta comunidad zapoteca de la región de los Valles Centrales de Oaxaca son sumamente coloridas y divertidas.
Además de la convivencia de los novios con familiares en un desayuno previo a la ceremonia nupcial, la fiesta inicia con el recibimiento de los muebles-obsequio de los padrinos de bautizo confirmación y primera comunión. Una recepción que se puede llevar algunas horas,
Principalmente a los padrinos de bautizo les corresponde regalar el ropero; el resto de padrinos debe de obsequiar la estufa, el refrigerador, la alacena, además del comedor, al resto de invitados, la loza, blancos y utensilios de cocina.
En la Sierra Norte y la Sierra Sur tiene una variante, los padrinos deben de entregar obsequios bailando, por lo que se hacen acompañar por una banda de viento anunciando su arribo a la boda al ritmo de sones, chilenas, paso dobles y danzones.
Un día después, los padrinos son reconocidos por los padres de los novios al entregarles un guajolote vivo, con el que deben de bailar y se reinicia el festejo.
En estas regiones, como ocurre en Tlacolula, los obsequios son bendecidos por alguna persona adulta o caracterizado, para agradecer a los padrinos y dar la bienvenida al nuevo matrimonio.
RAPTO AVALADO
Francisco Anzueto, oficial del Registro Civil en la región del Istmo, refirió que en las Secciones Séptima, Octava y Novena, así como en Álvaro Obregón y Chicapa de Castro, ubicados en Juchitán de Zaragoza, prevalece la tradición prematrimonial del rapto.
Previo a la boda, expuso, los novios acuerdan la fecha en que se concretará el rapto. Un acto consensuado por ambos que también involucra a los padres y amistades del novio quienes se encargarán de lanzar cohetes anunciando la consumación de la unión.
Tras la primera relación sexual, más tarde del rapto, un discreto grupo de mujeres adultas mayores apoyan a la chica tras su primer encuentro intimo con su pareja.
Acto seguido, a petición de los padres del novio, las mismas mujeres habrán de dirigirse a la casa de la joven para anunciar la decisión de la nueva pareja de casarse.