Forbes
No, el coronavirus que mantiene al mundo en vilo no tiene un origen demostrable en laboratorios militares chinos o estadounidenses. No, los albaneses no son genéticamente inmunes al virus. Y no, ni siquiera esa potente aura del primer ministro búlgaro Boiko Borísov puede mantener alejado al coronavirus; no importa cuánto lo repita la adivina Alena, de programa de televisión en programa de televisión, en Bulgaria.
La lista de mentiras sobre el coronavirus abarca desde las teorías de la conspiración más absurdas y divertidas hasta las más aterradoras. Así, por ejemplo, Dana Ashlie, una activista de internet, reveló la semana pasada a sus cientos de miles de seguidores en YouTube y Facebook “el verdadero origen” del coronavirus: resulta que habría sido el montaje de la quinta generación de tecnologías de telefonía móvil, 5G, en la ciudad china de Wuhan. Ashlie cerró así el círculo entre teoría de la conspiración digital y pandemia digital.
Misión educativa de la OMS
En vista de los incontables comentarios sobre este nuevo coronavirus y la enfermedad asociada con él, COVID-19, no es sorprendente que las advertencias sobre noticias falsas ocupen ahora mismo casi tanto espacio en internet como los informes oficiales sobre el tema.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha creado incluso su propio sitio web para hacer frente a los rumores desenfrenados sobre supuestos agentes curativos y canales de distribución.
La clara estrategia comunicativa de la OMS, las autoridades sanitarias y los medios de comunicación, para destapar a aclarar noticias falsas, muestra que hemos aprendido lecciones del pasado.
Las teorías de la conspiración en torno a epidemias no son nuevas
Las pandemias mundiales han estado siempre acompañadas de rumores y teorías conspirativas, ¡con consecuencias fatales!
Entonces, como ahora, la atención se centró en preguntas centrales sobre el origen y la propagación de estas enfermedades. Cuando hablamos de teorías de la conspiración, describimos la suposición de que un grupo, que opera en secreto, trata de controlar o destruir a una institución, a un país o incluso al mundo entero, explica el historiador Michael Butter, profesor de la Universidad de Tubinga.
La muerte negra
Por ejemplo, cuando la peste bubónica golpeó a Europa a mediados del siglo XIV, nadie sabía su origen. Los rumores sobre presuntos envenenamientos de pozos se extendieron rápidamente. Y los supuestos autores fueron encontrados con la misma rapidez: los judíos, con su “plan diabólico para dominar el mundo”. Una pandemia inexplicable fue explicada política y religiosamente, y terminó en pogromos y expulsiones.
Pero, lamentablemente, teorías de la conspiración de este tipo no son exclusivas de aquellas épocas lejanas, particularmente ricas en supersticiones.
El “veneno alemán”
En solo dos años (1918-1920), la llamada “gripe española” cobró entre 25 y 50 millones de vidas, más que la Primera Guerra Mundial, que acababa de terminar. Y, dado que su origen no pudo investigarse sino hasta la década de 1930, muchos contemporáneos declararon la enfermedad como un “veneno alemán”, un arma desarrollada artificialmente por la Wehrmacht, las fuerzas armadas alemanas.
Escarabajo contra la RDA
El escarabajo de la papa o escarabajo de Colorado no fue una enfermedad, pero sí una molesta plaga para la antigua RDA. Cuando amenazó con destruir casi toda la cosecha de papa en 1950, la propaganda socialista lo declaró como un “arma estadounidense”, específicamente utilizada para sabotear a la Alemania del Este.
Operación Detrick
Sin embargo, es difícil hallar una enfermedad que haya experimentado una campaña de desinformación tan elaborada como el sida. Desde 1983, la KGB soviética difundió rumores en todo el mundo de que Estados Unidos había desarrollado el sida como arma biológica en Fort Detrick, la habría probado en prisioneros, homosexuales y otras minorías, y habría culpado luego a África de su origen.
En 1985, el biólogo germano-soviético Jakob Segal escribió una fundamentación pseudocientífica para esta teoría de la conspiración. Pero, aunque biólogos y profesionales médicos de todo el mundo rechazaron sus tesis por carecer de sentido, esta teoría de la conspiración sigue teniendo repercusión, en diversas formas, hasta nuestros días.
Ébola y armas biológicas
Lo que funcionó para el sida también podría aplicarse a otras enfermedades. Para mediados de la década de 1990, la Unión Soviética había desaparecido y las autoridades sanitarias controlaban cada vez mejor el sida. Sin embargo, un grave brote de ébola se produjo en África. Y algunos de los mismos teóricos de la conspiración que ubicaban el origen artificial del sida en los laboratorios de EU, señalaron nuevamente hacia ensayos de armas biológicas en instalaciones de investigación militar como Fort Detrick, en EU, o Porton Down, en Reino Unido.
Garrapatas como armas orgánicas
Una vieja leyenda, que también funcionó con otra enfermedad: en 2019, el parlamentario republicano Chris Smith hizo varias solicitudes al Congreso de los Estados Unidos, que, a su vez, pidió al Pentágono que revelara documentos secretos sobre la cría de garrapatas “militarizadas” entre 1950-1975. Según un “estudio” que había sido publicado recientemente, fueron esas y no otras garrapatas habrían traído la enfermedad de Lyme al mundo.
Presuntas bioarmas y demencia digital
“Gripe española”, sida, ébola, enfermedad de Lyme y ahora también infección por coronavirus. La lista de enfermedades globales que se cree que son resultado de programas de armas biológicas de EU es cada vez más larga. Para ser justos, debe tenerse en cuenta que ahora hay también versiones que describen al virus como un arma biológica artificialmente producida por China.
Sin embargo, los argumentos son siempre los mismos, y siempre faltan pruebas. Tales teorías de la conspiración surgen principalmente en etapas tempranas de las pandemias, donde el origen y la propagación de la enfermedad aún son relativamente desconocidos.
La revolución digital ha complicado la situación. Los rumores y las mentiras se propagan a través de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería mucho más rápido de lo que las autoridades de los campos de la biología, la medicina y la salud pueden proporcionar información.
El coronavirus es un virus al que solo podremos superar mediante la investigación, la higiene y la atención médica serias. Y lo mismo vale para el consumo de información y educación sobre el virus. La educación, la alfabetización mediática y la higiene mental también ayudan aquí. Y como remedio para los miedos y emociones irracionales, algunos trolls de internet recomiendan una cerveza Corona. No tiene, por supuesto, un efecto curativo comprobado, pero calma el ánimo dispuesto a la conspiración y la histeria.