Animal Político
“El Estado ha sido omiso con nosotros. Solo ha brindado protección a los agresores. Nos despojaron del manantial de agua, destruyeron el sistema hidráulico y perpetraron otros hechos de violencia contra nuestra comunidad. Y no nos han apoyado”. Yásnaya Elena Aguilar Gil, es lingüista, escritora, traductora y activista por la lengua ayuujk (mixe). Desde 2017 lleva denunciando la situación de San Pablo y San Pedro Ayutla Mixe, Oaxaca, sin agua que llegue a sus domicilios desde que un grupo armado formado por habitantes de la vecina Tamazulapan del Espíritu Santo se apoderó de unas tierras en las que se encontraba el manantial que habían utilizado desde la década de los 70 del siglo pasado.
La pandemia por COVID-19 y un reciente incendio han agravado la situación de la comunidad, de cerca de 5 mil habitantes.
Una de las recomendaciones fundamentales por la pandemia es lavarse las manos continuamente. Pero en Ayutla no disponen de agua corriente en sus domicilios más que de forma intermitente. Hasta el momento se ha detectado un único contagio en la Sierra Norte, dice Aguilar Gil. Pero sin la protección del agua diaria y el jabón, en esta comunidad están más expuestos que otros.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística (Inegi), el 96% de los hogares mexicanos tienen agua, aunque solo el 69% lo recibe a diario. En el caso de Ayutla, sus condiciones han retrocedido en tres años. De disponer agua habitualmente a quedarse casi en seco.
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Por si no fuera poco, un incendio se desató en la zona y arrasó 80 hectáreas. Hay un vecino en el hospital a causa de las quemaduras y la desertificación que provoca el fuego no es buena para la sequía. “Llegó una brigada contra el fuego y, ¿qué pidió? Agua, que es lo que no tenemos”, explica Aguilar Gil.
Ante la desidia del Estado, incapaz de ejercer la autoridad para imponer una solución, los vecinos tienen que autoabastecerse.
Semanalmente, un volteo toma agua del mismo manantial y llena algunos tanques del interior del municipio. Hace cinco días llegó un pipa del gobierno estatal.
Pero no es suficiente.
Antes corría el agua, desde hace tres años ya no lo hace y nadie hace nada por resolverlo.
“Hay unos que están una semana sin agua, otros 15 días. No alcanza. La única solución es la reconexión”, dice Esther Martínez Altamirano, representante de Bienes Comunales, una autoridad que funciona por usos y costumbres. “Necesitamos una solución”, añade Clemente Antonio Martínez, presidente municipal de San Pedro y San Pablo Ayutla, que reivindica que el agua ha sido siempre propiedad del municipio que él dirige.
La pregunta es si alguna institución puede hacer valer acuerdos o resoluciones que impliquen que el agua vuelva a fluir como antes. El gobierno de Oaxaca se ha colocado en una posición equidistante y dice que ambas localidades tienen derechos y que tiene las manos atadas. Mientras tanto, el agua que antes llegaba a las casas de San Pedro y San Pablo Ayutla se pierde, porque nadie la recoge, en un momento en el que les necesidades son urgentes.
Recientemente, la administración de Alejandro Murat hizo público un comunicado en el que aseguraba que “ambas comunidades están en permanente conflicto por un territorio que les permanece a las dos poblaciones que ha derivado incluso en enfrentamientos armados”.
Animal Político quiso conocer la opinión de las autoridades de Tamazulapan. Artemio Ortiz Ricárdez, su presidente municipal, respondió por WhatsApp no poder responder nada al respecto y se limitó a hacer referencia a la posición oficial del gobierno del estado.
Según el ejecutivo de Oaxaca, ambos municipios tienen los mismos derechos y esta es una pelea entre iguales que se ha enturbiado por amparos recíprocos. En esta lógica, no hay referencia a las víctimas de los ataques de hace tres años, todas ellas originarias de San Pedro y San Pablo Ayulta.