La Jornada
El profesor Tomás Ramírez Hernández rompió la cuarentena determinada por la pandemia de Covid-19, y con el respaldo de los padres de familia, comenzó a dar clases presenciales de primaria a partir del 18 de mayo pasado en los salones adjuntos a la escuela Eustaquio Jiménez Girón, ubicada en la colonia Juquilita, una de las más pobres del municipio de Juchitán.
“Mis alumnos están en desventaja con otros estudiantes porque no había forma de enviarles tareas y ellos no cuentan con un equipo de cómputo o electrónico para hacer enlaces, y como yo tampoco lo tengo, entonces propuse las clases presenciales, siempre cuidando la integridad de ellos, sin ponerlos en riesgo, lo trabajamos con los padres y ellos aceptaron”, expuso.
Afirmó que esta decisión no significa una desobediencia a las autoridades educativas y sindicales de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación a la que pertenece, sino, en todo momento, dijo, “fue pensado para evitar la deserción y el atraso escolar”.
En la colonia Juquilita viven cerca de 70 familias, las calles no están pavimentadas, no hay drenaje, solo hay energía eléctrica y agua potable, pero el servicio telefónico ni el internet llegan a la zona.
Por ser una escuela multigrado, el maestro dividió a los alumnos por grupos y días; lunes, miércoles y viernes acuden 10 niños de primero a tercer grado; martes y jueves, de cuarto a sexto grado, en un horario de 9:00 a 14 horas, con espacios para alimentos y recreación.
Implementan la sana distancia, el uso de cubrebocas y el gel antibacterial, según lo acordado con los padres de familia, que apoyan y respaldan el trabajo de Ramírez Hernández, quien lleva más de 26 años como profesor de educación primaria en el área indígena de Oaxaca.
Las clases podrían concluir el próximo 5 de junio como lo dictan las autoridades educativas, sin embargo, el maestro dijo que dejará la decisión a los padres de familia, quienes en todo momento han estado pendientes de los avances de sus hijos.
El mentor destacó que su único deseo es que los niños no trunquen sus estudios, además de que no está en busca de un reconocimiento, porque su labor es educar y enseñar.
“No busco un reconocimiento por esta acción de salir de mi casa y venir a dar clases, al contrario, lo que quiero es que mis estudiantes no se atrasen, porque aquí no hay otra alternativa, pues no hay internet, y la educación se debe entender que se puede dar de otra forma, y con gusto lo hago, no por obligación”, asentó.
Oscar Iván Hernández Sánchez, padre de familia, destacó que las clases tuvieron el consentimiento de los paterfamilias, pues de por sí “estamos de baja categoría, aquí no hay internet, somos muy humildes, entonces nos parece adecuado que el maestro venga, porque los niños ya estaban perdiendo muchas clases”.
Los alumnos de la escuela Eustaquio Jiménez Girón visten con sus uniformes, participan en las clases y mencionaron que están contentos de asistir. Añadieron que cuidan las medidas sanitarias, no se saludan de mano y esperan regresar pronto de forma regular.
“A mí sí me gusta que me dé clases el maestro porque estuvimos como dos meses sin vernos, pero ahora leemos y practicamos las matemáticas, el maestro siempre nos dice que aprendamos y aprovechemos las cosas, él es muy bueno con nosotros”, expresó Martín, uno de los estudiantes.