A 80 años del natalicio de Francisco Toledo: así recuerdan al artista oaxaqueño

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Acercarse a la obra de Francisco Toledo mejora la vida. Sus acuarelas, litografías, pinturas y esculturas no satisfacen curiosidades simples, sino que generan más curiosidades, señaló Renato González Mello, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM. 

En el marco del 80 aniversario del nacimiento del artista oaxaqueño –17 de julio–, el universitario subrayó que Toledo destacó por sus compromisos, sin protagonismos, para rescatar el patrimonio cultural, promover proyectos sociales, educativos, de salud y medio ambiente.

“Tenía un fuerte sentido de pertenencia con las comunidades de Oaxaca y lo aplicó procurando que fuera en beneficio de ellas mismas. Esa parte es la más conocida, junto con la del artista sumamente popular, porque su obra se adentra en el universo imaginario de las localidades campesinas, evitando folclorismo y el antagonismo con la cultura universal”.

El artista juchiteco fundó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, promovió la fundación del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), la biblioteca para ciegos Jorge Luis Borges, la Fototeca Manuel Álvarez Bravo, y promovió talleres de arte, el rescate de los archivos históricos de ese estado y la reconstrucción del convento de Santo Domingo.

Fue impresor, dibujante, escultor y ceramista. “Leyó” a las culturas parroquiales, las pequeñas expresiones mexicanas, como un componente indispensable y en diálogo proactivo con la cultura universal.

“En ese sentido, los mitos del Istmo de Tehuantepec los ve en su propio contexto, pero en diálogo con una variedad de lecturas. Una persona que quisiera comprender sus grabados y cuadros sobre esos mitos, las iguanas, monos, murciélagos y cocodrilos, tendría que entender que no los plantea como un proyecto de colonización, sino como un diálogo exitoso”, resaltó González Mello.

Toledo reivindicó la pintura y la gráfica frente al arte contemporáneo, que desde los años 70 siguió el camino del arte conceptual. “Su propuesta no cambió, no se amoldó a esa situación de hegemonía, sino que reivindicó la posibilidad de un arte narrativo”.

Su obra estuvo en las colecciones y exposiciones más relevantes en París, Nueva York, Oslo y Londres, entre otros lugares, y tuvo la atención de intelectuales de todo el mundo. “Para él no había una contradicción entre un ejercicio estético exigente y sofisticado, entre el ejercicio cultural de alta calidad con una vida social en las comunidades”, apuntó el doctor en Historia del Arte.

Fue uno de los artistas y personas que más aportaron a la cultura en México. Incursionó en la actividad editorial y publicó temas y asuntos que le interesaba dar a conocer, de autores, escritos en lengua zapoteca, poesía contemporánea, documentos gráficos del siglo XVII. “Gracias a Ediciones Toledo tenemos una manera de entender su universo intelectual”.

En 2017, la Universidad Nacional, a través de la Facultad de Artes y Diseño (FAD), firmó un convenio de colaboración con el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), en Oaxaca, de la que Toledo fue fundador, para establecer un programa de formación de docentes en artes y diseño, además de propiciar el intercambio de artistas a partir de estrategias de movilidad académica y estudiantil.