Jorge Oropeza*
La agenda de riesgos en una institución es un mapa que detecta alertas y con ellas anticipa consecuencias y posibles soluciones. Este documento lo elaboran analistas externos o internos de la organización para exponerlo en reuniones periódicas – semanales, quincenales o mensuales – ante las y los tomadores de decisiones.
Dicha agenda debe contener cuatro elementos básicos: la situación o hecho que llama la atención, sus riesgos o consecuencias, una prospectiva o escenarios futuros de todo ello y las propuestas de solución.
La situación o hecho debe detectarse a través de los reportes de atención ciudadana, de las solicitudes de información, del monitoreo de medios, de los ciclos organizacionales marcados en el calendario y de la temporalidad. Por ejemplo, representan eventualidades a analizar una queja sobre la empresa, el periodo de cambio de proveedores y la llegada de las tormentas.
Los riesgos o consecuencias se establecen considerando los principales factores que se derivan de un hecho que no se anticipa. Es decir, una simple queja puede convertirse en una denuncia ante las autoridades. O la llegada de las lluvias significa inundaciones en los inmuebles de una institución.
Hablar de prospectiva es enlistar escenarios futuros. En otras palabras, es analizar todas las posibilidades de un problema. Una denuncia ante las autoridades, por mencionar un riesgo, puede pasar desapercibida o generar sanciones, exposición pública y descrédito, disminución en ventas e incluso la quiebra.
Al final de todo, en una agenda de riesgos, la parte más importante – que cruza análisis y conocimiento de la realidad – es la elaboración de propuestas de solución del problema detectado. Y es que aquí se construyen opciones claras que son fáciles de operar y que tienen responsables.
*Presidente del Colegio de Profesionistas Compartir Conocimiento A.C.