La Jornada
El consenso general, con excepción de los fanáticos del presidente, es que fue el peor debate presidencial en la historia del país, y dejó en tinieblas el proceso electoral y posiblemente al orden democrático de Estados Unidos.
Entre lo poco que quedó claro de la cacofonía de 90 minutos es que Donald Trump reiteró que no está dispuesto a aceptar los resultados electorales si no están a su favor, rehusó comprometerse a un periodo pos-electoral no violento y declinó la invitación de condenar a los grupos supremacistas blancos del país.
Hoy, después del requerido auto-elogio sobre su actuación en el debate – “creo que el debate de anoche fue grandioso” – con su campaña teniendo que repetir el envío de un tuit que declaraba su triunfo aplastante después de que lo mandó por accidente antes del debate, Trump hoy usó disfrazar lo que fue una de sus declaraciones más alarmantes durante el debate. Cuando evitó responder a la invitación del moderador de condenar a supremacistas blancos, Trump decidió nombrar uno de los principales grupos ultraderechistas, los Proud Boys (los Chicos Orgullosos), y declarar que “permanezcan listos”.
Más aún, en el debate afirmó que en torno a la violencia “casi todo lo que veo proviene de la ala izquierda, no de la derecha”, y que a fin de cuentas es un problema de la izquierda.
Tan potencialmente peligroso fue la declinación de Trump de condenar a los grupos extremistas de derecha que líderes de su partido tuvieron que distanciarse de él y hasta aconsejar que el presidente debe pronunciarse claramente. El líder del Senado, el republicano Mitch McConnell dijo este miércoles que “es inaceptable no condenar a los supremacistas blancos”, con varios otros republicanos afirmando lo mismo.
En parte por ello, Trump preguntado acerca de su mensaje, buscó cambiar el sentido insistiendo que su mensaje era que se quedarán quietos para que las autoridades hagan sus tareas y afirmó que “no sé quiénes son los Proud Boys”. Pero de nuevo insistió en que el “problema real” es la violencia de “la izquierda”.
Los Proud Boys, mientras tanto, expresaron su felicidad por redes sociales de que fueron nombrados por el presidente anoche, y hasta sacaron un nuevo emblema con su logro y la frase de Trump. Ese grupo es calificado como un “grupo de odio y “supremacista blanco” por varias organizaciones que defienden derechos civiles; Twitter y Facebook suspendieron sus cuentas en e 2018. El grupo fue formado en 2016 por entre otros Gavin McInnes, el fundador de Vice Media y en 2018 dijo que se retiró de la agrupación.
Esa agrupación es parte de una red de organizaciones ultraderechistas, muchas armadas y algunas auto-definidas como neo-Nazi, las cuales han sido clasificadas como las principales amenazas de terrorismo doméstico por el FBI.
Por su parte, el candidato demócrata Joe Biden calificó la actuación de Trump como “una vergüenza nacional”, y su campaña envió un mensaje sencillo con un minivideo de Trump en el debate interrumpiendo, un bebé llorando y la pregunta “¿Ya se hartaron?” [https://twitter.com/JoeBiden/status/1311278369296719872?s=20].
El senador Bernie Sanders subrayó que Trump rehusó condenar la supremacía blanca y que “ha inspirado actos repugnantes de racismo y violencia. Este es el presidente más peligroso en la historia moderna de nuestro país. Tiene que ser derrotado”.
Para Dave Wasserman, editor del Cook Political Report y comentarista experto en elecciones, el debate no cambió mucho a nadie: “Si eras un votante con preocupaciones sobre la edad de Biden, él no hizo mucho para desvanecerlas. Si llegas con preocupaciones sobre el temperamento de Trump, sus berrinches las supercargó. Si eras un votante algo interesado en política, probablemente cambiaste el canal”.
Así, a unos 34 días de la elección, Estados Unidos esta ante una coyuntura sin precedente no solo por la pandemia y la crisis económica, sino con una crisis política, y tal vez constitucional, anunciada de antemano por nadie menos que el presidente.
“Esto no va acabar bien”, repitió un par de veces el presidente en el debate. Como concluyó David Sanger, del New York Times en su análisis del debate, quedó claro que “la amenaza más directa al proceso electoral ahora proviene del propio presidente de Estados Unidos”.
Por ahora, la receta para opositores del presidente es producir un voto masivo. Además de la campaña de Biden que por ahora está gozando de una sostenida ventaja amplia en las encuestas nacionales y en muchos de los estados claves a pesar de que su candidato no genera gran entusiasmo, una multitud de coaliciones de organizaciones sociales, sindicatos, de jóvenes, de mujeres, latinos y afroestadunidenses y artistas y hasta desnudistas [https://twitter.com/i/status/1308761165837864960] instando “lleva tu trasero a las urnas”, están dedicados a promover un voto anti-Trump suficientemente masivo como para frenar su amenaza de subvertir el proceso democrático estadunidense.