La Jornada
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) anunció que en abril de 2021 viajarán a Europa diversas delegaciones suyas, buscando no la diferencia, no la superioridad, no la afrenta, mucho menos el perdón y la lástima. Iremos a encontrar lo que nos hace iguales. Adelanta que, después de recorrer varios rincones de la Europa de abajo y a la izquierda, llegarán a Madrid, el próximo 13 de agosto. 500 años después de la supuesta conquista de lo que hoy es México. Un comunicado que firma el subcomandante insurgente Moisés explica que tal iniciativa proviene del pensamiento común, de las comunidades zapatistas de Chiapas.
Miramos y escuchamos un mundo enfermo en su vida social, fragmentado donde las personas están bajo la opresión de un sistema dispuesto a todo para saciar su sed de ganancias, aun y cuando es claro que su camino va en contra de la existencia del planeta Tierra.
La aberración del sistema, añade, se estrella contra una realidad criminal: los feminicidios, que no tienen ninguna lógica criminal que no sea la del sistema. En tanto, la naturaleza herida de muerte advierte que lo peor está por venir, por acción de un sistema humano la que la provoca. El EZLN encuentra a los poderosos replegándose en los estados y sus muros. Reviven nacionalismos fascistas, chauvinismos ridículos y un palabrerío ensordecedor. En esto advertimos las guerras por llegar. La pandemia del Covid-19 mostró vulnerabilidades del ser humano, así como la codicia y estupidez de los gobiernos y sus supuestas oposiciones.
El comunicado reporta el fallecimiento de 12 zapatistas, no obstante la aplicación de medidas sanitarias. Tres de ellos presentaron dos o más síntomas asociados al Covid-19 y tuvieron contacto con contagiados. Nueve más presentaron un síntoma. Ante la carencia de pruebas, se asume que murieron por el coronavirus. Estas ausencias son responsabilidad nuestra, admite el EZLN; por no extremar precauciones, que ahora mejoran para afrontar un posible rebrote.
Los zapatistas atienden resistencias y rebeldías que, no por silenciadas u olvidadas dejan de ser pistas de una humanidad que se niega a seguir el tren mortal del progreso que avanza, soberbio e impecable, hacia el acantilado. Dichas experiencias confirman la importancia de lo colectivo, y que las soluciones pudieran estar abajo, en los sótanos y rincones del mundo. Y se preguntan: ¿A quién le importa que un pequeño, pequeñísimo, grupo de originarios, de indígenas, viva, es decir, luche? Porque resulta que a pesar de paramilitares, pandemias, megaproyectos, mentiras, calumnias y olvidos, vivimos.
Anuncian que le hablarán al pueblo español para manifestarle dos cosas sencillas: que no nos conquistaron, y que seguimos en resistencia y rebeldía y no tienen por qué pedir que les perdonemos nada. Ya basta de jugar con el pasado lejano para justificar, con demagogia e hipocresía, los crímenes actuales y en curso. El asesinato de luchadores sociales, como el hermano Samir Flores Soberanes y genocidios escondidos detrás de megaproyectos.
No queremos volver a ese pasado, declaran. Mucho menos de la mano de quien quiere sembrar el rencor racial y pretende alimentar su nacionalismo trasnochado con el supuesto esplendor de un imperio, el azteca, que creció a costa de la sangre de sus semejantes, y que nos quiere convencer de que, con la caída de ese imperio, los pueblos originarios de estas tierras fuimos derrotados. Por ello, ni el Estado español ni la Iglesia católica tienen que pedirnos perdón de nada.
En 2021 se cumplirán 20 años de la Marcha del Color de la Tierra, que realizaron los zapatistas y el Congreso Nacional Indígena, para reclamar un lugar en esta nación que ahora se desmorona. Ahora invitan nuevamente al CNI para que acompañe a los zapatistas, portador@s del virus de la resistencia y la rebeldía. Como tales, iremos a los cinco continentes.