El Club Muxes, un equipo de fútbol con identidad LGBT que juega contra la homofobia en México

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El Club Muxes no solo tiene un nombre particular para ser un equipo de fútbol en México: su uniforme es de color rosado y su escudo es una rosa bordada al lado de un balón. Además, es el primer equipo con identidad LGBTI+ que ha llegado a la tercera división profesional de fútbol en México. “Es muy complicado entrar a este ambiente siendo homosexual”, cuenta a Verne Daniel Vidal (Tijuana, 1985), uno de los fundadores de este equipo con sede en Ciudad de México y actual director de Relaciones Públicas.

A mediados de 2018, Daniel Vidal y Geremía Oleta, ambos aficionados pero no profesionales hasta entonces, decidieron crear un club que empezó en la liga libre que fuera realmente abierto con los jugadores homosexuales, trans o queer. “Habíamos pensado en ser adelitas, poquianchis o muxes, que al final fue el que más nos representa”, detalla Vidal.

Muxes se refiere a una comunidad en Oaxaca que desafía los conceptos tradicionales de identidad y género. “Soy gay, pero también me gusta jugar fútbol”, comenta Luis García, delantero en el equipo libre, de 26 años. “Escogimos el nombre porque además representa que no todos somos de aquí, que somos de muchas partes”, dice García, quien es analista de crédito de tiempo completo. “Es un homenaje a la comunidad que está peleando por una identidad, como nosotros”, añade Vidal.

A mediados de septiembre, el club Muxes debutó en la liga TDP de tercera división en México con una victoria, pero en un estadio vacío debido a la contingencia sanitaria por la covid-19. Aunque la circunstancia impide la presencia de hinchas, los comentarios discriminatorios vienen de los mismos jugadores

“Desde que nació el equipo hemos recibido todo tipo de comentarios homofóbicos: putos, princesas, nenas”, pero hemos aprendido a dejarlas de lado para responder con fútbol”, dice Marco Almaraz, director de comunicación y con un hermano jugando en la liga. “Los propios árbitros tienen comportamientos homofóbicos”, añade Vidal.

Aunque a nivel profesional no hay jugadores abiertamente homosexuales, en la liga abierta hay jugadores de todas las edades y donde la mayoría es miembro de la comunidad LGBT. “Huy, ya se pegó el de rosita, pobrecita”, se escucha decir desde la banca del equipo contrario. Es domingo y las canchas de la liga abierta, ubicadas a un costado de Ciudad Deportiva, al sur de Ciudad de México, admiten a jugadores y a uno que otro colado que apoya a su equipo. En este equipo, además de heterosexuales y homosexuales, también juega un hombre transgénero, que no ha podido asistir a los últimos partidos tras resultar lesionado.

No somos machos, pero somos muxes

El equipo de la liga libre del Club Muxes, después de un partido en las canchas de Ciudad Deportiva, al sur de Ciudad de México.. Nayeli Cruz (EL PAÍS)

Desde hace varios años, la Federación Mexicana de Fútbol ha luchado contra los gritos homofóbicos en los estadios a nivel profesional. Por eso no sorprende que un equipo abiertamente ligado a la comunidad LGBT reciba trato discriminatorio. “No somos machos, pero somos muxes”, es uno de los cánticos de la reducida porra del equipo en la liga libre para enfrentar la discriminación. Un canto que buscarán que tenga eco.

Además de una identidad muy marcada en sus uniformes y en su escudo, la directiva de Muxes busca prolongar su paso por los estadios. “El objetivo es llegar a segunda división en cinco años o antes, si es posible”, dice Rodrigo Cervantes, director deportivo del equipo. “El sueño es llenar un estadio en primera división con los colores de la bandera arcoíris”, dice.

Todos los jugadores reconocen que acabar con el machismo, la homofobia y las conductas tóxicas en el deporte no es algo que sucederá pronto. “Sabemos que nos van a ver mal, pero la idea es que todos los que quieren jugar o que son aficionados, se acerquen”, dice Cervantes. “Tenemos que aprender a desprendernos de esas conductas, porque lo que viene es lo mejor”; concluye Vidal.