Moisés MOLINA
Este fin de semana Cristopher Landau, el carismático embajador del país más poderoso del mundo, está de visita en Oaxaca.
Landau ha sido, sin duda, el embajador más popular que haya tenido México.
Los tiempos cambian y las formas de hacer diplomacia también.
La redes sociales, principalmente el twitter han detonado la popularidad y el carisma de quien más parece un jefe de Estado.
Oaxaca era una escala obligada de su peregrinar por el país. Desde el 22 de agosto pidió referencias a los internautas.
Fue un suceso. Le llegaban, a cada minuto, recomendaciones de todas las regiones del estado. Lo mismo de lugares emblemáticos para visitar, que de platillos y bebidas.
Yo creo que Landau tenía ya una aproximación de lo que Oaxaca significa en términos culturales y turísticos. Pero, sin duda, esa aproximación estaba muy alejada de las proporciones reales de nuestra riqueza.
Landau ha estado visitando lugares emblemáticos de nuestra tierra. Él mismo nos dará los pormenores puntualmente en sus redes.
Pero contrario a lo que el mismo embajador deja que se piense, él no viene solo a pasear.
Es un embajador y más aún, es el embajador de los Estados Unidos.
Él mismo lo dijo: “La embajada más importante de Estados Unidos en el mundo es la de México”.
Tuve la oportunidad de estar en la reunión que le preparó el gobernador Alejandro Murat con su gabinete legal.
Ahí los funcionarios le expusieron los resultados que han dado sus áreas.
Y al cierre del encuentro el gobernador le compartió, con datos duros, una radiografía muy completa de cómo se ha transformado Oaxaca desde su llegada y de todo el potencial que tiene Oaxaca para la inversión extranjera.
Landau es diplomático de carrera y, además, hijo de un diplomático de carrera.
Nos compartió a los ahí presentes una de la enseñanzas de su padre en su paso por Sudamérica: “Las relaciones comerciales entre los países son el principal sustento de la paz”, dijo.
El Embajador no viene a pasear, viene a conocer.
No es turista, es viajero. Pero viajero que se queda.
Es un tipo inteligente, agudo, perspicaz. No hace falta vivir en su casa o trabajar con él para darse cuenta.
Atento a cada detalle y a cada palabra que, en español o en inglés, entiende igual, anota y retroalimenta.
Y cuando su anfitrión e interlocutor es igualmente un hombre inteligente, cosas grandes y buenas se incuban.
Murat y Landau no se coniocían, pero la perspicacia y el intelecto común los conectaron de inmediato.
Murat sabía qué venía a buscar Landau, qué quería escuchar mas que a dónde quería ir.
Ellos, los estadounidenses y nosotros, sabemos las ventajas comparativas que tiene Oaxaca por su riqueza natural y su ubicación geográfica estratégica.
Puedo decirles que la de Landau y Murat es una relación que empezó con el pie derecho y va a rendir muchos frutos.
Landau dijo que su tarea más importante, entre las tres prioritarias, es la comercial. Quiere, inspirado en el ejemplo de su padre, traer inversiones a México.
Sin embargo no es un secreto que México como país ya no es un lugar tan atractivo para invertir por decisión y vocación de quien manda, así que es la gran oportunidad de los estados cuyos gobernantes tengan una visión, una formación y una vocación abierta al mundo.
Alejandro Murat inició su argumentación diciendo que su vocación era tener más mundo en Oaxaca y más Oaxaca en el mundo. El mensaje fue claro y Landau lo entendió bien.
Desde mi óptica, es una afortunada coincidencia que el corredor interoceánico se esté dando en el tiempo de Landau y de Murat.
El gobernador Alejandro Murat cuenta hoy con la simpatía y el apoyo de los dos hombres más poderosos de México: el Presidente y el Embajador.
Cada uno en su competencia y con su propia visión de lo bueno y lo necesario van a hacer que sigan pasando cosas grandes para Oaxaca.
Bienvenido Embajador y vuelva pronto.