Uriel Pérez García
En el contexto del proceso electoral 2020-2021, en los últimos días se dio a conocer la posible definición de alianzas que sin duda incidirán en el comportamiento del electorado que seguramente se reflejará de manera desafortunada en un mayor abstencionismo con la consecución de triunfos sustentados en escasas estructuras partidistas, pero sobre todo poca legitimidad al momento de gobernar.
En alguna ocasión aquí mismo se comentó que ante un escenario de mayor fragmentación del voto, aquellos partidos políticos que voltearan sus esfuerzos a fortalecer y consolidar sus bases, serían los que mayores posibilidades de triunfo tendrían al recuperar estos espacios de representación e identidad con la ciudadanía que se ha desdibujado en las últimas décadas soslayando las corrientes ideológicas que de forma natural deben encarnar los partidos y que se manifiesta regularmente con el voto duro.
Sin embargo, el anuncio de alianzas que solo dejan ver de forma desesperada el interés de obtener el poder político por encima de cualquier ideología y principios de partido, que permita delinear una agenda de gobierno desde las perspectivas propias que deben diferenciarse entre una opción política y otra, en nada abona a la crisis de partidos que vivimos en México.
De este modo tenemos que a la tan vituperada alianza antinatura que en otros tiempos electorales han formado el PAN y PRD se agrega ahora el PRI para arroparse en el denominado movimiento “Sí por México” como la vía para quitar la mayoría a MORENA en la Cámara de Diputados federal así como obtener el mayor número de triunfos en los comicios locales, sobre todo en aquellos donde hay gubernaturas en juego.
Mientras en la otra esquina del ring electoral, también se prepara una alianza que puede conducir a la decepción ciudadana, ya que la alianza de MORENA con uno de los partidos que ejemplifica de manera perfecta el modelo de partido satélite, es decir que solo se alía de un partido más grande para lograr su permanencia, como lo ha sido el Partido Verde Ecologista de México, evidentemente debe llevar a la reflexión respecto a que una verdadera transformación del régimen político solo se queda en el discurso.
En este contexto, las confrontaciones internas se han acentuado indudablemente a partir de las definiciones de estas alianzas pragmáticas que buscan votos por encima de una valoración de perfiles en las candidaturas que si no se cuidan, no ayudarán en el discurso de una cuarta transformación, pero que también pondrá a prueba la solidez de la militancia y simpatizantes que en algunas entidades no apoyarán estos pactos políticos.
Mucho se ha dicho respecto de que uno de los puntos centrales para la consolidación de una oposición auténtica estriba en la construcción de una agenda con propuestas cercanas a la ciudadanía, trazando una ruta sólida encaminada a corregir el rumbo y señalar los desaciertos de los actuales gobiernos encabezados por MORENA, sobre todo en el ámbito municipal.
Sin embargo, raya en lo absurdo ver posibles candidaturas entre partidos políticos con posiciones y principios ideológicos opuestos que siguen marcando la línea de mantener o recuperar espacios en la arena política con la finalidad única de impedir el fortalecimiento de la fuerza política, que en 2018 arribó a la presidencia de la república con una mayoría en ambas cámaras, sin mayor atisbo de planteamientos viables para la solución de los problemas públicos.
Por otra parte, es importante revisar que por el momento, en el caso de entidades como Oaxaca donde no se juega la gubernatura del estado, los partidos políticos difícilmente concretarán alianzas como a nivel federal y en otras entidades, ya que se ensayará la fuerza electoral de cada uno de los partidos para que rumbo a la elección de la gubernatura se definan las posiciones políticas con base en el número de votos y triunfos obtenidos en el presente proceso.
Es evidente que estas alianzas electorales en poco o nada abonan a la credibilidad tan urgente para los partidos políticos y mucho menos para el fortalecimiento de un sistema democrático. Al final, en esta complejidad la elección se definirá con los mejores perfiles y con quienes mejores estructura y trabajo de base tengan, por lo que no se debe perder de vista las estrategias que implementen las nuevas opciones políticas así como las candidaturas independientes, no obstante aliarse de manera desesperada es una ruta equívoca que solo desalienta la participación ciudadana.